Muchas veces pienso que en las alcantarillas de Alicante hay más vida que en la superficie. Quizá por esto, dedicarse a la cultura en estas tierras sea más un trabajo de militancia, de búsqueda o de educación, que de difusión, gestión y todas esas cosas que se asocian a las artes en los sitios donde la música, el teatro o la literatura forman parte de la idiosincrasia del lugar.
El disfrute es el arte de probar. Porque solo masticando realidades aprendes qué cosas merecen la pena y cuáles no. Odio a la gente que dice que «a mí me gusta todo tipo de música». Mienten, dos veces. Una porque eso es imposible y dos porque, en el mejor de los casos, no han desarrollado lo suficiente su curiosidad para hacer tal afirmación. Matizando la frase, sería que: «a ti te gusta la música que te han dado masticada e ignoras el proceso que ese desmenuzamiento tiene».
Para que lo entiendas. La música es toda la ropa que te puedes comprar. Y tú, te conformas comprándote tus trapos en el Primark: ropa mala, que se pone todo el mundo y que a ti te llega tarde y mal, porque no te sale de los huevos (o de los ovarios) darte una vuelta por la zona comercial de tu pueblo, por internet, por las grandes superficies, o por el baúl de los recuerdos de tus padres.
En la alegoría, Atiende Alicante sería un minucioso sastre que rebusca en los rincones más recónditos del mundo para, más que hacerte un traje a medida, enseñarte el camino a una moda minoritaria, una vestimenta alternativa, o una forma de entender la vida alejada de lo que el Primark de turno puede ofrecerte.
Yo entiendo al que no se lo puede permitir. Al que no tiene tiempo material para rebuscar. Al que tiene otros vicios. Incluso al que necesita descansar. Pero en una ciudad de más de trescientos mil habitantes y una provincia de casi dos millones de personas, no me cuadra que no haya 200 o 300 locos, curiosas, experimentadores o como los quieras llamar, por eso, igual el público hay que buscarlo un poco más allá…
No es una crítica. Es la realidad de la sociedad del hoy, con acceso a todo, pero que se conforma con lo que el algoritmo le vende. Y a mí eso me da una tremenda pena. Porque esta pelea es el reflejo real de la falta de apegos y referentes. Del pasotismo generalizado. De la actitud del miedo a que quien te rodea te pise. Algo que sólo le pasa a quien no tiene nada nuevo que proponer. Cosa que indirectamente está relacionada con hacer siempre lo mismo, escuchar lo mismo que el resto, divertirse igual que la mayoría o no probar, ni siquiera, las cosas que te ponen delante.
El aporte del Atiende Alicante.
Sé libre. Actúa diferente. Vive diferente. Y aprende a tener la capacidad de decidir por ti mismo si lo que tienes delante es bueno, malo, te aporta algo, o lo quieres tirar a la puta basura. Los hippies dicen que sin el LSD no hubieran podido alejarse de las realidades que sus padres les habían legado. He ahí la mejor definición que puedo hacer de esta octava edición, y de la trayectoria, del Atiende Alicante: un cambio en la percepción de la realidad habitual de la agenda cultural de Alicante. La ciudad se ha puesto en ON.
En estas tierras se agradece poco la labor de los pioneros. Nadie sabe quien abrió el primer bar de la ciudad, ni por qué hay estación de tren, o Tram. Aquí la transgresión se hace en voz baja, y normalmente en solitario. La constancia de las «lástimas» de la cultura quedan en el recuerdo de los que lo viven. Y de eso trata ésto, de replantearte tu vida, o tu forma de degustarla dibujando un presente y un futuro diferente a este que tantas veces dices que no te gusta.
En un par de meses, el Atiende ha viajado a la sudamérica de la cumbia, a Angola, a la casa humilde de unos gitanos con mucho arte o al frío del cierzo soplando en unas letras flipantes con música ruda y penetrante.
Después de eso, uno se replantea lo que quiere. Marca un mínimo, mira a su alrededor y piensa qué tiene de especial Alicante, o por qué tanta gente ha visto a Izal o a Lori Meyers cuarenta veces, y no se ha planteado que por Alicante han pasado, casi sin pena ni gloria, Silver Apples, The Saint, Half Waif, Mammani Sani, Thalia Zedek, Emma Polock, El niño de Elche… que no me gusten todos, no significa que no sea un lujo haberlos podido ver por 10 o 12€ (lo que tú te gastas en dos cubatas o en una pizza), casi en petit comité.
Esta ciudad necesita indagar en si misma. Dar pasos más allá. Encontrar caminos alternativos… en torno a esa idea empiezan a crecer otras ideas nuevas que empiezan a necesitar un hilo conductor, y más público. Pero que seguramente, lo sepan o no, parten de que algo tan especial como el Atiende Alicante, tenga éxito, y se quede aquí, cuando seguramente, en Murcia, en Madrid o en Barcelona sería el puto mantra de los programas raros de Radio 3 y las revistas esas que tú consideras molonas
Algún día, aunarán todo en un puente, y suecos, holandeses e islandeses, pondrán en valor, lo que aquí, hemos ignorado. Igual ahí, cuando otros lo mastiquen, lo valoréis en su justa medida.
Mientras tanto, gente de Madrid, Galicia, León y Sevilla nos seguirán envidiando por carteles como el que este año ha juntado a Pongo, Les Conches Velasques, Israel Fernández y Diego del Morao y Candeleros con Isasa, Materia, Sandra Monfort y Tarta Relena.
Cada vez hay más visos de esa desconocida vida de alcantarilla, que quien se ha cansado de la luz y de la repetición se muere por sentir. Y te lo digo a ti, adolescente escondido con vacíos por llenar, ente transversal que busca tapar su desnudez, curioso sometido a la presión social. Alicantino. Alicantina. Inversor. Promotor turístico. Gerente de Hotel.
Los ocho años de prueba van a dar paso al desarrollismo alicantino a la inversa: de fuera a dentro. De lo desconocido a la moda. De lo raro a lo normalizado. En tu calle. En el bar de al lado. Con letras en valenciano, música hecha aquí, charlas de gente que deberías conocer y toda esa pizca de curiosidad que te convendría tener. Ahh! y sin complejos. Que aquí hacemos las cosas mejor
Como ves, tenemos claro lo que queremos cambiar. Ahora toca desarrollar el cómo para convencerte de que hay vida más allá de tu horizonte. Y para degustarlo, no vas a tener ni que moverte.
Sólo ATIENDE.
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