- Grupos: La Plata y Aullido Atómico
- Fecha: 13 de octubre
- Lugar: Las Cigarreras
- Aforo: 90%
- Sonido: Muy bueno
Matiz:
¡Pues sí! era puente, sábado y pagaba la fiesta una empresa privada… que si es una marca de cerveza se acepta, pero si Movistar tiene a bien traer a La Plata y a Aullido Atómico chirría. Chorradas así se discuten después del enésimo sarao matutino petado en Las Cigarreras.
¡Cerdo capitalista! es mejor que no haya nada, o que El Corte Inglés siga trayendo a Arévalo y a Bigote Arrocet para que los comunistas sigamos fardando de buen gusto, o que los Vinos de Alicante sigan ignorando que venderían 2000litros más si en vez de fomentar el postureo apostaran por Futuro Terror o Rosy Finch. ¿Cómo era eso de pon un alicantino en tu vida? Pues eso, que está claro que el que tiene que hacer esto es el Ayuntamiento, la Diputación, la Comunitat… pero mejor que esperar sentad@) es «tirar pálante» que ya sé que tus principios no se venden, porque prefieres ser pobre e iluso que sucumbir a la fiebre del oro. Pero, a veces hay que negociar el precio de tu alma con el diablo ¿o no?
La crónica:
Ética al margen (por un rato). Allí estábamos los 50 de siempre, menos los anticapitalistas, mezclados con nenic@s, señoras mayores y algun@s padres, madres y exnoctámbul@s que se han dado cuenta de que a la mañana también se puede disfrutar un concierto. En total, un aforo casi completo en Alicante (otra vez), con lo difícil que todos sabemos que es eso.
La mañana empezó con un recuerdo retro, con café en taza de Mazinger Z y partidita en un Armstrad (como en los 80). Retroalimentado nuestro Yo friki, dejamos que se hiciera de noche en la oscuridad de la Caja Negra. Nunca decimos nada de la organización de estos guateques, pero que lobos de la noche madruguen para que no falte birra, que no haya fallos técnicos, atender a los ceporros que habiendo tenido dos semanas llenan tu correo de preguntas absurdas sobre disponibilidades de última hora o, yo que sé: que no se enciendan las luces en mitad de un concierto… merece un largo aplauso.
La primera parte del desayuno incluía una ración de Aullido Atómico con Coca Cola sin Azúcar, una mentirijilla para romper las distancias entre artistas y público y mucho rock sureño con voz de Germán Coppini con acento valenciano.
La nueva ola «punk» tiene, por suerte, muchos matices. Algunos coquetean con el pop, otros con los ritmos latinos y los hay con buen gusto y tiran de referencias con aire norteamericano y se disfrazan de Willie Dixon, para meter riffs contagiosos en mitad de historias reivindicativas sobre rinocerontes de feria, bandoleros, reinas del puticlub, cuerdas rotas y otras experiencias con olor a pantano de afluente del Turia.
El tal Rogelio, aparte de gran cantante y dibujante de mano alzada, sería un speaker ideal, o incluso un maestro de ceremonias de los viejos circos, sin chistera, pero con la caja torácica de Mireia Belmonte flotando fuera del agua.
Con toda esa mezcla fue difícil resistirse a mover el esqueleto, aunque aún no hubieran dado la una del mediodía. Incluso cayó alguna birra, aunque seamos másde vermut, consecuencia de esa vil asociación, entre diversión, concierto y espumosa. ¡La Costumbre!
Tras el pertinente receso derivado de los cambios de instrumentos, saltaron a la palestra 3 mozos y dos mozas unidas bajo un nombre: La Plata. El tiempo medido, los puso en modo: Ramones One, two, Three… y en apenas tres cuartos de hora escupieron su «desorden», alguna novedad encubierta y ciertas dosis de speed bizantino.
En este caso, el matiz de espuma de ola punk, estaba a medio camino entre el Hardcore californiano de los 90 y el punk precomercial de finales de los 70. Rara influencia, teniendo en cuenta que los componentes de la banda rondarán los 25 años (si llegan). Hecho que alegra a carrozas como yo, preocupados con la incapacidad extendida de los milenials y su costumbre de tirar las canciones si haberlas masticado, ni siquiera, dos veces.
Si no se tuercen, ahora que Carolina Durante, Novedades Carminha y compañía se han empezado a comer el «viejo indie» La Plata está a un pedo de petarla en festivales veraniegos y esos nuevos alicientes que dan más dinero y satisfacción que las trucadas listas de ventas de discos, que ya no dicen nada.
Así está el mundo: dos grupos vecinos, con un disco cada uno, alegrando la mañana a unos cuantos alicantinos predispuestos a divertirse catando música nueva. ¿quién financia esto? tu curiosidad y la mía, no te equivoques. Veremos si esto acaba en un sueño o una pesadilla recurrente, pero, de momento: ¡que nos quiten lo bailao!
Deja una respuesta