Tras dos borradores de calendario en 2022 y 2023 y un mapeo total de los lugares que albergan cultura (de algún tipo) en la provincia de Alicante. Nos hemos propuesto, por fin, hacer un calendario real de eventos del 2024.
Durante las elecciones, todos los grupos políticos hablaron de grandes pactos de la cultura, que una vez en el Gobierno han olvidado por completo. La verdad, es una pena, que en esto no hayamos encontrado apoyo alguno ni en Diputación, ni en el IVC, ni en ninguno de los grandes ayuntamientos de la provincia de Alicante, ni en muchos promotores privados. Pero, a pesar de todo, hemos seguido adelante y siguiendo las pautas de estos 2 últimos años, y una división geográfica de la provincia en 6 partes (l´Alacantí, Elche, Vega Baja, Vinalopó, Les Marines y L´Alcoia + L´comtat) , y de las disciplinas en otras 7 (arte, cine, escénicas, letras, música, nenicxs y turismo, que englobaría causas, fiestas, gastronomía, patrimonio, etc.) ya tenemos el primer borrador de los 6 primeros meses del año.
Antes de ir dando (y desvelando) los siguientes pasos, vamos a contaros los porqués de esta iniciativa que debería ser el culmen de la existencia de alicantelivemusic.com que se ha dividido en 4 partes: agendar, criticar, debatir y, ahora, formalizar lo aprendido para ponerlo al servicio de la cultura.
Nuestro decálogo de base.
1. Asentar fechas. En el 90% de los casos es un trabajo ya hecho, porque gran parte de los eventos consolidados de esta provincia tienen ya una fecha más o menos fijada: ABRIL en danza, el Photoalicante entre febrero y marzo, el Low la última semana de julio, El Circarte en octubre, la Muestra de Teatro en noviembre, etc. Hecho que facilita que las nuevas propuestas encuentren fechas vacías para llenar.
2.Consolidar la estructura de nuestra división. Uno de los grandes problemas detectados en los dos borradores realizados es que, sobre todo la mayoría de las propuestas públicas, programan sus fechas de espaldas a la realidad del resto del entramado cultural de la provincia. Si al final, conseguimos crear pequeños ecosistemas, será más fácil generar un diálogo fluido que nos llevaría al tercer punto (uno de los más importantes).
3. Evitar solapamientos. No creemos que haga falta explicación, porque a lo largo del año son cientos de coincidencias surrealistas de eventos destinados al mismo público. Si tienes un calendario a rellenar con, por ejemplo, 52 semanas de propuestas escénicas o gastronómicas, 52 semanas en l´Alcoià o la Vega Baja, es posible que muchos gestores se den cuenta de que evitar la competencia innecesaria se traduce en éxito. Pero claro, para eso es necesaria una buena dosis de anticipación, tanto del que propone, como del público, supuestamente, objetivo.
4. Detectar vacíos. U observar, más bien, qué eventos deficitarios (económicamente y en cantidad de público) tendrían un acomodo mejor en otra fecha. Intrínseco en el punto, estaría el fomento de la itinerancia, ya que determinados formatos de éxito, a través de un diálogo a la hora de llenar esos vacíos, pueden encontrar acomodo en otros lugares, como bien ha hecho el Circarte en Benimantell, o el Abril en Danza moviendo su actividad entre Alicante, Elche y Murcia.
5. Facilitar que las nuevas propuestas encuentren su hueco y se asienten. Cada vez ocurre con menos frecuencia que las nuevas apuestas, como pasaba antes, desaparezcan tras una o dos ediciones. La buena noticia es que esto demuestra que el diálogo entre gestores ya está vivo. La mala, es que hay que empezar a distinguir y priorizar las propuestas asentadas, para fomentar el crecimiento de las nuevas con un cambio de perspectiva enfocada en un medio-largo plazo. O lo que es lo mismo, hacer de las referencias de éxito, una forma de proceder para el resto.
6. Potenciar la cultura como forma de turismo, y de comercio. No puede ser que venga Bob Dylan a Alicante y un bar a dos manzanas de la plaza de Toros esté poniendo reggetón, y otro se quede sin cerveza, dos horas antes del comienzo del espectáculo. Producciones Baltimore está siendo precursora del impacto económico que su actividad tiene en la ciudad donde se celebran sus propuestas. Tener un calendario ayudaría a concienciar a los empresarios locales de la importancia de relacionar sus negocios con la cultura. Por poner dos casos estrambóticos, llama la atención que no haya un local abierto en toda la manzana del Arniches, o que en los últimos 3 años, el bar de enfrente del Principal haya abierto con diferentes dueños sin que ninguno se plantee que cada semana, pasan por el teatro 2000 personas que salen a una hora propicia para tomarse una caña, o cenar.
7. Hablando de cenas… tener un calendario ayudaría, también, a estabilizar los horarios y adaptarlos a la nueva realidad de los turnos de trabajo, la emigración europea (cada vez más latente), la paternidad y otras cosas que muchos gestores no tienen en cuenta a la hora de fijar la hora del evento. Todo esto ayudaría al siguiente punto…
8. Un transporte público más fluido. Partiendo de la primera división y de la adaptación de los horarios, encontramos cosas como que escenarios públicos a pie del Tram, como las casas de cultura de El Campello, o Villajoyosa, han encontrado un filón en algo tan simple como adaptar sus horarios, a los del Tram. La creación de nuevas líneas (y la aceleración prevista que no sabemos si se llevará a cabo, para no tardar 3 horas de Alicante a Denia), la conexión en AVE: Orihuela-Elche-Alicante-Villena… las rodalíes (ahora que pueden exigirse tras la luz verde de las catalanas) y los autobuses, también pueden encontrar una forma de regularse a través de los flujos de gente que la cultura mueve todas las semanas.
Para finalizar, dos utopías, o no tanto…
9. La necesidad de profesionalización del sector cultural. Tener un calendario plagado de propuestas alternativas y de calidad generarían un montón de puestos de trabajo que hoy en día no son tales, por desgracia. Desde, obviamente, l@s artistas, pasando por trabajadores de la hostelería que podrían «itinerar» su trabajo de festival en festival, los cada vez más gestores económicos que trabajan para los «autónomos de la cultura»… hasta la puesta de manifiesto de la necesidad de que todo evento, centro cultural, debería tener un-a comunicador-a, un-a fotógrafo-a, algún especialista técnico, un-a programador-a, ilustradores… al fin y al cabo, hay 140 poblaciones en la provincia, más de 40 teatros, otras tantas salas, y bibliotecas, y castillos, y librerías, y escuelas, y museos… si cada uno de ellos tuviera en plantilla lo que es realmente necesario, estaríamos hablando de casi 1000 empleados nuevos, sino fijos, si con alicientes para consolidar empleos freelance que a día de hoy no dan para juntar el salario mínimo. Esto unido a los que se sumarían a la cantidad de eventuales que se mueven cada año por ferias, firas, festivales y demás.
10. Posiblemente, la mayor lucha de quienes gestionan, y viven alrededor de, la cultura es la educación del criterio. Un calendario de eventos consolidables, deja hueco, y dinero, para que la cultura activa, igual que ha llegado a las bibliotecas, llegue a las escuelas, a las plazas, a las cabezas de esos que buscan una vía para influenciar o para que artistas más desahogados económicamente, se puedan plantear reservar su tiempo para enseñar cosas diferentes, o arriesgarse a hacer otras cosas que, a día de hoy no se atreven.
Hay un déficit palpable de escuelas que enseñen a crear arte. Y sin ellas, es difícil vislumbrar un futuro, al menos, en el corto plazo. En todo este calendario, debe haber un lugar especial para propuestas como la Tramoya, la Sala Carreta y la Sala Tramoia de Elche, el Diumenges al MUA, Cultura en Barrios, La Cuarta Piel, Daguten, el MACA, El Tumbao, El Refugio, los clubs de Jazz, el concepto de biblioteca de la María Moliner de Orihuela, Llibres Chus, Tolón Tell On y todas esas cosas, que hacen por los más pequeños, lo que está visto que nadie hizo por la mayoría de los «creciditos». Unos porque enseñan, otros porque ofrecen herramientas, otros porque entretienen pensando en el cómo… Quizá, en comparación a los megaproyectos, todos estos vayan en letra pequeña, lo que ni desdice su papel, ni les resta importancia si vemos lo que producen, como parte del futuro consumidor de cultura, y de vida.
Continuará…
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