En estos tiempos en los que la palabra «España» está en boca de todos, es crucial recordar que los artistas han sido los verdaderos embajadores de este país de países. Desde Cervantes hasta Rosalía, numerosos nombres han enaltecido la marca España, incluso cuando las crisis más severas han recortado presupuestos en ayuntamientos, teatros y cines.
Es por ello que un Ministro de Cultura, más que un político convencional, debe poseer un alto grado de empatía con aquellos que trabajan incansablemente para llenar de color las vidas de más de 47 millones de españoles, a menudo enfrentándose a la precariedad y a un vacío legal apremiante.
Ahora que el deporte queda fuera de sus funciones, sería bueno trazar lazos con la educación. Al fin y al cabo, muchos ciudadanos se queden más con la parte del entretenimiento del teatro, el cine o la música, ignorando que hay otros asuntos más importantes como la formación, la precariedad o la necesidad que muchos artistas que no se apellidan Almodovar, Bardén, Pérez Reverte o Sabina tienen de dignificar una profesión que es un saco roto al que la burocracia no hace más que poner zancadillas.
La realidad de los profesionales, menos conocidos, de la cultura es distinta a quienes nos representan mediáticamente. Somos mayoría los que vivimos lindando con el umbral de la pobreza, acatando prácticas de dudosa dignidad o teniendo que limitar nuestra creatividad por falta de medios para dedicar el tiempo oportuno a innovar, a crear o a describir, que es lo que más miedo parece darles a los que esconden sus carencias en burbujas que sólo esconden promesas vacías y cortoplacismos sin continuidad.
Por ello, puestos a exigir algo al flamante nuevo ministro Urtasun, le pediríamos que desarrolle EL MANUAL DE BUENAS PRÁCTICAS para la contratación de artistas, que apuntale bien un convenio digno al que los que nos dedicamos a la cultura podamos agarrarnos y, sobre todo, que ese numeroso Consejo de Ministros que hoy juran, o prometen, cargo, no olvide que la Cultura es un bien nacional ligado al turismo, al comercio, patrimonio, a la ciencia, a la gastronomía, a la economía… que da de comer a mucha gente, que entretiene, aún, a más personas y que, cuando vienen mal dadas, es lo único que sustenta esa gran bandera y enorgullece a los que, todavía creemos que más allá de lo que las fronteras y los colores puedan decir, lo que mejor representa a España son Velázquez, Buñuel, Cervantes, Serrat, José Sacristán, Picasso, Maruja Mallo, Rosalía de Castro… en definitiva, la inmortalidad que va más allá de unas decisiones o un par de fotos de un Ministro al uso.
Atentamente,
alicantelivemusic.com.
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