Yo centrada, centrada, nunca he estado. Pero como resaca de las elecciones del domingo, me ha quedado la duda de dónde ha quedado el término medio, ese que nos representa a las que ni nos sentimos parte de la España Grande y libre, y la visión que comparto con el gay con convicciones de derechas, o la del pequeño empresario con conciencia social.
Tanto romper el bipartidismo, y la cosa ha involucionado a dos frentes radicales en la que no se puede ser ni progre, ni presidente de Mercadona. Vale. Pero tampoco puedes ser Xavi Gámez, enfermo de ELA, porque tu causa se olvida en un cajón desastre. Ni alumno de 10 años, que en cuatro años se come 3 leyes de educación diferente. Ni profesora con convicciones valencianistas, ni maestro católico.
A mí que desaparezca Ciudadanos, me la trae al pario. Porque aunque les voté, no me mola la falta de autocrítica de no ver que una bisagra, mueve las puertas para fuera o para dentro, de izquierda a derecha. No solo a un lado. El problema de la decisión es que evidencia que no hay teoría de los conjuntos posibles, porque sólo hay dos mitades separadas, Olona blanqueándose y una versión rancia de los inmortales, en la que sólo pueda quedar uno. Pero aunque no tengamos a quien votar, el espacio ahí está: huérfano, desamparado y vacío.
Cómo añoro la versión española de Kasper Juul y Brigitte Nyborg. Los pactos de estado, el moderado que no necesita ser hippie para ser sostenible, el comunista que evoluciona y, cambia determinados matices, cuando le da para comprarse un piso. Las que escuchan a alguien más que a quienes le bailan el agua. El que ve cosas positivas en programas ajenos. Y las aplica, porque son buenas.
No sé si estoy equivocada, pero en mi barrio proetarras bolivarianos no hay, y fachas, sí, alguno hay, pero la mayoría es gente que mezcla matices de un lado y otro, aunque por convicción vote más a unos que a otros.
Mi pregunta es, ¿realmente, esa paz/consenso cotidiano del 90% de las cosas es menos importante que el 10% de diferencias.?
La respuesta es, cuanto menos, triste. No por los resultados, sino porque aunque no quiera votar al extremo, va a acabar en el equipo de Gobierno.
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