A veces me sorprende ver como para much@s la lógica se convierte en noticia. Manda huevos que en pleno siglo XXI haya que poner mamparas para proteger a los conductores de autobuses, porque cuatro gilipollas no sepan beber. Y aunque tarde, está bien que hayan decidido que no se pueda subir con botellas al autobús. De hecho un «segurata» va a impedir, por fin, que nos evitemos peleas, potadas que se ven venir o escándalos en los «buhos».
Bien, un aplauso a los que llegan 20 años después a una conclusión lógica. Quizá con lo que ahorren en desinfectante, atiendan nuestras repetidas reclamaciones de unir los diferentes puntos culturalmente candentes de la geografía alicantina y eviten a miles de personas conducir a horas intempestivas o gastarse millonadas en taxis.
Pero bueno, peticiones al margen, vamos a agarrarnos al hilo del civismo, para buscar un punto de educación en determinados comportamientos que vivimos en primera persona muchas veces. Porque sí, somos consumidores habituales de transporte público y cada vez que nos montamos en un autobús, o en el Tram, vemos cosas surrealistas que nos hacen dudar de si en los colegios (y en las casas) adiestran a personas o a animales de corral.
Ya que parece que ni profesores, ni padres, ni la ética han tenido éxito, vamos a enumerar una serie de normas de comportamiento lógico, para los que no saben, o no quieren leer.
1.Hay personas que necesitan más que tú sentarse.
Sí amig@, esos sitios amplios, o incluso el resto de cómodos asientos, están reservados, para personas embarazadas, gente con la movilidad reducida, o esos que tú llamas viejos que tienen menos equilibrio, salud y estabilidad que tú. Ya sabemos que vives cansado, pero tu esfuerzo por ir cinco minutos de pie no es nada comparado con lo que a ell@s le supone.
2. Existe una cosa que se llama auriculares.
Sabemos por tus ropajes que perteneces a una tribu molona. Pero hay a gente a la que tu puta música no le gusta, o que quiere aprovechar el viajecito para leer, para desconectar, o para responder a los whatsapp que durante sus horas de trabajo no ha podido contestar. Así que pásate por un chino a comprarlos, o rebusca en la cajita del móvil que te regalaron tus papás y saca esa cosa cableada con dos bordes que encajan a la perfección en los agujeros de tus orejas y déjanos a los demás viajar tranquilos.
3. Hablando de ruidos… baja la voz.
Sé que para ti es muy interesante lo que le pase a tu padre, a tu vecino o a la madre que te parió, pero ni a mí ni al resto del pasaje nos interesa una mierda lo que dices. Así que si quieres tener una conversación, no hace falta que nos muestres la capacidad de tu caja torácica y mucho menos, tu condición de aspirante a los asientos vacíos del Sálvame deluxe.
4. El bus no es un restaurante móvil…
Flipante! Entra un tío al tram, abre un paquete de risketos y cuando el olor del snack naranja capta la atención de todos los que le rodean, vuelca la bolsa sobre su boca, la mitad del paquete se convierte en una sucesión de crujidos interminables, la otra mitad, cae al suelo…¿creéis que se molesta en recogerlo? que va, termina de masticar y va el muy ceporro y tira la bolsa al suelo. «¿qué miras?» me dice… lo que me lleva al punto cinco.
5. El bus no es un ring.
Sé que estás frustrado (no me extraña), que eres un maleducado y que nadie te ha hablado de la importancia del civismo en la vida… Yo no voy a darte pie a que seas todavía más gilipollas y mucho menos me voy a poner a tu altura en ese aspecto. Pero chaval, que no haya un segurata para pararte los pies, no significa que puedas encararte o amenazar con matar a todo el pasaje.
En dos años como usuario del transporte público he visto cuatro peleas y un montón de discusiones airadas por razones nimias como «este es mi sitio», «me has tocado»… o cosas que en un vagón sobresaturado son normales.
Podría seguir con los olores, los pedos/eructos que algunos se tiran como si estuvieran en un baño, las faltas de respeto al conductor, los chicles que algunos pegan en los asientos, la falta de solidaridad de conductores y usuarios que no hacen hueco para que quepa el que queda fuera con cara de tonto y otras cosas que, como el cubateo de autobús transforman en noticia los que no entienden que hay unas normas de comportamiento lógicas cuando compartes espacio con desconocidos.
Esperemos que sepan leer, o que al menos, empiecen a sentir vergüenza… porque, por suerte, cada vez somos más los que mostramos nuestro malestar o no callamos cuando alguien lo muestra.
José A. dice
Me parece una falta de respeto el llamar “segurata” a un vigilante de seguridad, creo que tendría que rectificar quien escribió esto, porque también se le podría poner un apelativo despectivo, aunque su trabajo sea muy digno, tanto como el del vigilante de seguridad, un poco más de respeto, por favor.