Hay pequeños detalles que pueden alegrarte un día. Las prisas o el sueño, hacen que algunos de esos matices se te escapen. Pasen desapercibidos por tu rutina como si no existieran. Si sientes lo que miras, a veces ves cosas. Y lo mismo sucede cuando te paras a escuchar con atención lo que las canciones pretenden decirte.
Lo mejor de ser periodista es que las conversaciones desnudan a tus interlocutores. No siempre ocurre, porque estamos demasiado mal acostumbrados a ocultarnos tras un carácter introvertido, un trastorno no diagnosticado, un miedo heredado o un concepto preconcebido que desvirtúa el sentido de lo que te dispones a compartir.
Hoy mi interlocutora es Clara Peya. Ella no sabe que odio hablar por teléfono. Yo creo saber cosas sobre ella porque las he leído, las he interpretado a mí manera o, me he limitado a analizar cosas antes de darle al REC de la grabadora. Pero esta entrevista, como el arte que promulga ella, va a ser muy diferente a las demás. Porque desde la más absoluta distensión ha conseguido convencerme de que para entenderla debo empezar por desaprender. Los 10 minutos previstos se han convertido en 52, que no voy a reproducir en su totalidad (pero casi). Y lo mejor, es que al minuto y medio de diálogo, había roto en mil cachos el guion. Y lo que podía haberse quedado en una guerra de ceñidores, se ha convertido en un desenCORSÉtamiento común.
Tómate tu tiempo, rompe los guiones de los próximos 10 minutos. Porque te voy a contar varias historias en una, con Clara Peya como protagonista…
sobre EL ESPECTÁCULO
Tendemos a escribir en mayúsculas lo que queremos resaltar. Por ejemplo: CORSÉ, que es como se llama el último disco de Clara Peya y el concierto/función que viene a presentar el próximo sábado 24 de febrero, a las 19.30h en la Casa de Cultura de El Campello.
La segunda palabra en letras grandes es ESPECTÁCULO. El que ella ofrece, con su piano y sus sintetizadores, acompañada por Aina Zanoguera y Carmen Aciar (voces), Adri González (doblando teclados y sintetizadores) y Didak Fernández (batería y percusiones).
Dos minutos visuales para que entendáis que hay un piano, sí. Y un disco, como escaleta de lo supuesto…
CONTEXTUALIZANDO EL CORSÉ
Cuéntame cómo es el espectáculo «Corsé»
Lo que más me gusta es que (hasta esta entrevista ;)) la gente que viene a vernos no sabe lo que es «Corsé». Porque no es exactamente un concierto. Obviamente, es música, pero se entrelazan canciones con movimientos escénicos y el orden tiene que ver con un discurso secundado por la iluminación. Digamos que las luces están en consonancia con la propuesta musical y con las palabras.
Todo está trazado y hecho de forma muy artesanal. Y lo mejor, si cabe, es que pasan muchas cosas que no suelen verse en un concierto.
Suficiente… siendo a las 19.30h ¿ves bien que vayan niñes a verlo?
No está hecho para niñes, pero los que han venido se lo han pasado bien. No se han movido, ni se han aburrido. Entiendo que porque pasan cosas. Porque se sorprenden. Y porque hay estímulos constantes. Puede no gustarte, evidentemente, pero no creo que pueda asociarse a la palabra aburrido.
No es sólo música. Es complicado que te aburras… y viendo como te expresas, dinamismo no creo que le falte…
Yo soy una persona muy inestable y eso se traslada a la escena. La obra pasa por muchos lugares. Desde lugares muy pequeños a lugares muy grandes, y lugares muy profundos.
¿Es fácil emocionarse?
Son muchas emociones distintas en poco rato. En todo espectáculo conviene estar abierto a empatizar. Ésto tiene momentos más incómodos que otros. Yo, personalmente, me desnudo (de manera figurada) y explico mis vulnerabilidades sin tapujos. Y al rato la electrónica lo vuelve todo más distante.
Y si hay alguien que no sepa nada de Clara Peya que vaya a verte por mera curiosidad ¿le dirías algo?
Sintetizando, le diría que se prepare para un viaje emocional, porque esto no es algo ni facilón, ni sencillo, pero que se va a conmover, esa es la palabra con la que más gente define lo que es el espectáculo.
Sólo conmueve quien expresa su verdad…
«Corsé» está ideado desde un lugar muy poco protegido. Desde el fondo. Y desde la necesidad
Tengo la sensación de que no puedes parar de sentir. Que piensas al mismo tiempo y luego miro tu currículum y veo que no has parado desde el 2009. Hablas de conciertos, de proyectos escénicos, de lo que te implicas en todo lo que haces… pero ¿Cómo o cuándo paras?
Yo, si paro, me caigo. Si estoy en un avión me obsesiono con que quiero llegar. Es difícil de explicar… pero el día a día me cuesta mucho: levantarme, poner una lavadora, comprar comida, seguir unos horarios… me calma más hablar de cualquier cosa con un desconocido de cómo ve la vida, o de qué vida ha tenido y cosas así.
El piano te salva
Podría decirse así, sí
Pues, si me lo permites, creo que no hay mejor manera de terminar la disección de un espectáculo que, también, puede salvarte a ti.
En síntesis, para disfrutarlo: ve a empatizar con alguien que va a hablarte desde el sitio que mejor se siente, rodeado de gente que le protege, mientras pasan cosas que puedes saber, en parte, escuchando el disco, o no. Se trata de sentir la música y lo que gira en torno a ella, aparte de escucharla.
EL DISCO
«Corsé», el disco, se grabó en Trampoline, en el corazón del barrio de Sant Andreu de Palomar, Barcelona. Un sitio confortable, un hogar, en el que Clara Peya y sus compañeros de escenario (y producción) Adri González e Iván Fernández dieron forma a las 13 canciones del undécimo larga duración (si no he contado mal) de la protagonista de esta entrevista.
Clara reconoce que «aunque lo suyo es el directo» fue un proceso cómodo en el que colaboraron voces diversas como las de Albert Plá, Maren, Silvia Pérez Cruz, Salvador Sobral, Ferrán Palau, Anna Ferrer, Momi Maiga, Ede, Leo Rizzi, Iris Deco, Marina Herlop, Pol Battlle o Alex Serra.
No le pega el estado contemplativo, en el off the record, reconoce que necesita «algo más activo para que sus pensamientos no se vean absorbidos por otros». Así que aunque prefiera la vorágine del local de ensayo, y no lo diga abiertamente, entiendo que, aparte de compartir, fue aprendiendo cosas de cada presencia y de cada detalle de la grabación.
De sus dos amigos productores, destaca lo bien que hacen su trabajo, la sensibilidad que gastan en cada cosa que emprenden y lo segura que hacen que se sienta. «La música sin sensibilidad me importa un pepino. Así que lo que agradezco, de verdad, es trabajar con gente que capte esa sensibilidad».
Si escuchas el resultado, puede que puedas seguir haciendo el puzle que te planteamos hoy…
DETALLES BAJO EL CORSÉ
El Track By Track, por teléfono es complicado, pero aunque el orden tiene un sentido, el aire de la entrevista le da un protagonismo al cierre del disco. Entre otras cosas, porque Silvia Pérez Cruz es «la cosa más conectada a la emoción que Clara ha escuchado en España». «Nana para mí» es un canto de dolor y mucha cura y en voz de «La Silvia» «su significado adquiere un valor aún mayor».
Antes de ese epílogo doloroso, hay matices que cada uno debe asimilar a su manera. Hay una parte «cerebral»(mente) cantada por Ede. La autora no deja pasar la oportunidad de resaltar la parte luminosa implícita en «Abrir la luz» (en voz de Momi Maiga), el aire libre y silvestre de «les flors» (by Marina Herlop), o el grito ininterrumpible que, tiene fuerza pero no tiene drama, en «Estat salvatge» (por Alex Serra).
Si de conexión interpretativa se trata, no se puede obviar la forma alternativa que el amigo Albert Plá le da al tiempo que pasa en el transcurso de «Maldita mi imagen» y, aunque nos dejamos alguna joya en el tintero, completamos la vuelta al revés, con la explosiva y latente apertura del álbum «Sota les dents» con voz de Leo Rizzi.
Al final depende de tu estado de ánimo y de tu percepción personal. De ahí la importancia de escuchar con atención… porque todo tiene un por qué.
Entenderás que Clara, seguramente, merezca tener una carrera más exitosa, a nivel de público. Y por eso, en parte, estamos escribiendo esto. La cuestión es que el reconocimiento del criterio, no siempre va de la mano de los que las masas dictan. Para entenderlo, más que una melomanía de serie, hay que tener sensibilidad y abrirse, algo que quizá no todo el mundo lleve bien. La primera ella, que asume el rédito de no querer protegerse, ni sucumbir a fórmulas que no representan en absoluto lo que pretende transmitir.
De estas quedan pocas, por desgracia. Y eso le honra. Porque es raro encontrar un vendedor de masas que esté contento con lo que hace. E igual en ese punto deberíamos empezar a medir lo que es el triunfo real, sin enajenaciones, pero tratando de madurar más, y mejor las cosas.
Hablamos de focos mal puestos, de mánagers o de lo triste que es que lo que se espera de un artista es que se ponga a decir chorradas delante de una cámara de móvil para que lo vea gente en pijama o mientras caga.
La burbuja estallará, Instagram se pasará de moda, pero Clara Peya seguirá manteniendo su integridad intacta, a la vez que borra miedos de su lista de pendientes. Mientras el resto entiende que lo importante es que el interlocutor del otro lado esté interesado en tu parte artística, no en que le des los buenos días haciendo el pino.
Puestos a pedir, ojalá en ese tránsito, el mundo occidental empiece a apreciar las trayectorias artísticas, ponga en valor el trabajo, e incluso adapte su criterio a la belleza del qué, no la del quién.
Y hablando de la belleza, centramos nuestro último vistazo, ya con el vinilo cerrado, en LA PORTADA. Magda Puig, en acuarela, dibuja una mujer de espaldas y el hilo suelto que nos va a llevar a la parte personal de Clara Peya, que sirve como mapa (mental) de lo que el disco, y el espectáculo, dice.
LOS MIEDOS Y LOS SALVAVIDAS DE CLARA…
Sin amarillismo, simplemente una puesta en contexto de lo que habéis leído hasta ahora, a través de pequeñas pinceladas de su presente, de su pasado y de lo que podría ser su futuro…
No es de rigor hablar de Clara Peya sin que quien lee esto sepa quienes son y qué hacen Les Impuxibles
LES IMPUXIBLES es un proyecto escénico que dirigimos mi hermana y yo. Hemos hecho 10 u once espectáculos y en 2025 estrenamos uno nuevo que trata las adicciones. Acostumbramos a tratar temas incómodos y a hablarlos, para generar siempre, más preguntas que respuestas. Seguramente, porque respuesta no tenemos.
¿Es una disrupción?
Más bien es un intento de cambiar el punto de vista, desestigmatizar. Cambiar la mirada. En general, tratamos temas complejos y eso es, bueno, nuestra compañía…
¿Y qué pasa cuando añades el piano a la ecuación?
Explota.
No sé qué va antes ¿el teatro? o ¿el piano? o ¿va todo junto?
No, siempre va… O sea, en el proceso creativo va todo junto. Pero en mi vida, mi esencia o lo que soy es pianista, sin ninguna duda. Y el piano es mi método de comunicación. Es mi idioma y también es mi lugar de sanación. Mi terapia. Es donde más cómoda me siento. Igual demasiado.
Entonces las teclas…
Igual es demasiado identitario para mí. Igual tendría incluso que cambiarlo, pero el piano va antes. A mí me encanta el arte multidisciplinar.
Y, si te paso al otro lado… como público ¿puedes quedarte con uno?
Me gustan las artes escénicas. Tanto que no sabría si consumo más danza que música, ó teatro que música. Yo voy muchísimo a ver espectáculos. Me gusta mucho el proceso creativo de un espectáculo
Retomando el piano, no sé si te ha pasado, pero en mi entorno hay gente que ha acabado odiándolo, incluso lo ha abandonado cuando casi había terminado la carrera… No sé si alguna vez has vivido un proceso parecido de «huida» del piano.
Sí, estos años lo tuve que dejar, porque empezaba a generar un odio muy fuerte a todo lo que el mundo que rodea al piano clásico significaba. No me identificaba con esta cosa más burguesa y tuve que dejarlo. El problema es que a mí me gusta demasiado. Así que acabé la carrera de clásico, luego hice la de jazz y ahora no hago ni una cosa ni la otra (risas)
Si hablas con un músico clásico te dirá que no toco bien clásico. Y si hablas con un músico de jazz, te dirá que tampoco.
Sabiendo eso ¿Cuál sería «tu rollo»?
A mí me interesan mis cosas ¿sabes? Me gusta componer e investigar, pero no me gusta tanto ni interpretar, ni demostrar nada.
Yo entiendo la música como un ritual. Algo muy sagrado, que va más allá de una misma. Y, a la vez, no va de yo, sino de nosotros.
Y en eso, ¿Cómo encajan las letras? Al final, está el teatro conceptual, el piano… y de repente hay que contar la historia…
No siempre. Yo hago muchísimas cosas que son instrumentales. En ellas se podría decir que me siento más libre, pero, muchas veces, se me queda corta la parte más reivindicativa. Y no me gusta sentir que no estoy siendo lo suficientemente clara con el mensaje. Entiendo que yo, sólo con mi cuerpo en la escena tocando el piano, ya es algo político. Porque soy consciente de que no tengo, digamos, una feminidad muy normativa. Entiendo que no esperas que una persona con mi look toque el piano.
Y con la letra ¿tiene más sentido?
Al menos, tienes más posibilidades de trazar un mensaje, que en estos tiempos que corren, creo que es importante.
¿Tienen algo que ver esas pequeñas frustraciones en que el disco se llame «Corsé»? o es que ¿necesitas quitarte algún tipo de innecesaria apretura social?…
Uy, ¡necesito quitarme tantas! (risas) así estoy de dividida. Pero creo que la mayoría estamos igual. Siento que vivimos en una sociedad muy encorsetada. Nos faltan muchas raíces. Esto es Europa, y aunque vivamos al sur, nos toca de lleno el capitalismo que te hace estar desconectada de la comunidad, de la familia. Creemos que tenemos muchos recursos, pero en el fondo, gestionamos fatal la frustración porque se nos ha inculcado una manera de pensar muy poco solidaria. Compartimos poco…
Y cuando viajas, cómo ahora que recién llegas de Argentina ¿cambia algo?
Siempre todo depende, por ejemplo de la parte de Argentina a la que vayas. He estado en una ciudad muy periférica viviendo un poco más, digamos, la parte folclórica y la gente con vidas humildes. Y ahí, cuando vuelves el choque de realidad es muy fuerte. Antes estuve en Brasil. En ambos sitios crees que estás aprendiendo a ver la vida de otra manera, pero luego entiendes que no puedes hacer lo que esas personas hacen, porque no has vivido lo que ellos, ni te has criado como ellos.
Cuando llegas aquí sigues frustrándote por minucias. Pero, a pesar de ello, son toques de realidad muy, muy, necesarios.
¿Qué es lo que más te ha chocado a la vuelta?
Sentir que vivimos en una sociedad muy superficial. Muy poco conectada a las pequeñas cosas que son las que, realmente, nos pueden hacer felices. De hecho, mi sensación es que buscamos la felicidad en el lugar equivocado. Quizá por eso acumulamos error, tras error, tras error…
En eso las artistas tenéis ventaja, porque estáis conectadas a un escenario, a un piano…
Eso es cierto, estamos conectadas con algo que nos hace trabajar un plano más emocional, un plano más sensitivo y sensible. Pero eso no evita que sintiera una envidia profunda por el orgullo y el sentimiento de pertenecer a algo. Y por crecer.
Hay un silencio de reflexión de 18 segundos, que rompo con otra cuestión…
Repasando el nombre de tus últimos trabajos, tenía bastante curiosidad que me has quitado porque en un momento, has hecho referencia a «rodear la periferia», «acabar en el mar», «ser una larva (social)»… hablando de Argentina y Brasil, me has respondido a la pregunta que tenía preparada… pero tú misma has viajado por la evolución del proceso que te lleva de empezar sola, rodearte de gente que ponía voz a tus composiciones… retomo el espectáculo del sábado y la importancia que en él tiene la letra….
Es muy difícil entender un proyecto donde yo hago las canciones, pero sólo toco el piano. En cambio, vas a ver el directo y están todo el rato cantando. La gente va a ver a Clara Peya, pero yo no soy la protagonista del directo, pero las presento. Y las voces, las luces, el resto de música hace el resto, complementa lo que, en realidad, me gusta: el crudo, lo esencial, la larva, tocar sola.
Mi semilla.
Y, si tocar sola es lo más ¿Por qué no lo haces así?
Porque tengo un problema con la soledad. Entonces, tengo que combinarlo, porque sino soy capaz de sentirme inmensamente feliz e inmensamente triste. Es una cosa muy, muy extraña. Como el Océano.
Pues si no te gusta nadar sola, háblame de tus acompañantes…
Es el primer disco en el que hago un casting para las voces. Pero los instrumentistas… no. Voy repitiendo, porque es difícil encontrar una banda que suene como tú quieres. Y que funcione a nivel práctico. Son mis amigos, y a mí me encanta ir de gira con mis amigos, hablar de cosas con mis amigos…
Y me encanta conocer gente, pero también necesito sentirme un poco en casa. No sé si podría empezar una gira con toda la gente desconocida. Supongo que, también, necesito sentirme protegida.
Se te olvida uno, que no está en los créditos, pero que siempre está presente. Y sin la cuál, el resto de la entrevista no se entendería igual: Tu hermana.
Ariadna es mi persona favorita del mundo. La que más quiero y la que más sufrir me hace.
EPÍLOGO
El amor, en parte, es eso, respeto, incluso cuando no está cerca, o hay un tema que os aleja. La conversación ha sido larga, pero si has llegado hasta aquí, te diré, que hacía tiempo que no me cruzaba con alguien tan interesante, tanto a la hora de mostrarse con sus miedos, como a la hora de poner en valor sus convicciones. Espero haber sabido transmitirte lo suficiente para que compres una entrada y te vea en una de las butacas de la Casa de Cultura de El Campello el sábado.
Quizá me dejo algo, pero hay tres claves de esta hora de conversación transcrita que merece que tengas en cuenta: Escuchar su(s) disco(s), la parte innovadora del espectáculo y lo bien que puede sentarte verlo y la parte artística encarnada en reflexiones que he alargado todo lo que podía, porque considero que, aunque me haya guardado alguna para mí, merecen todas muchísimo la pena.
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