La historia siempre ha sido una materia que ha aburrido a los que carecen de imaginación…
A los idealistas, como nosotros, en cambio, nos encantaba ponernos en la piel de los romanos, los griegos, Colón, Carlos V, imaginar como hubiera sido España si nos hubiéramos dejado afrancesar y esas utopías que en nuestra época de estudiantes nos abstraían de la realidad.
Luego nos hicimos mayores y emprendimos una lucha contra un muro, sin oídos, para que la historia de la música formara parte de las materias que los niños deberían estudiar. Evidentemente, la cultura no interesa a los que basan sus políticas en la ignorancia generalizada del materialismo y los deméritos premiados.
Por suerte, de vez en cuando, una parte de ese anhelo particular nuestro, se personifica: y un erudito profesor con trompeta, convierte la arena en su aula y con su voz musitante nos enseña los entresijos del jazz hilados con la historia de la melancolía de los instrumentos de metal que suenan con viento.
Lo mejor de estas clases es que son al aire libre, que te puedes pedir un mojito, combinar la música y las explicaciones con conversaciones y, a la vez, educar tu percepción, con la sutilidad de las notas que salen del final del tubo de latón.
Con el primer trago, Dani (el profesor en prácticas) nos trasladó a los años 20, esa época en la que la velocidad era lenta y la ley seca promocionó un estilo nacido en el viejo New Orleans, que fueron heredando aprendices que nos visitaron uno a uno el pasado sábado en el Ton-tin. Desde la cadencia de Clifford Brown, Charlie Parker o Dizzy Gillespie, fuimos dando saltos por la costa Oeste reconociendo sonidos de Miles Davies, Sidney Bechet, Billy Holliday, Bix Beidebecke o nuestro amado Chet Baker.
Por el camino, aprendimos a que el sonido «guagua» no es exclusivo de las guitarras, vimos al artista cambiar sordinas, jugar con su mano izquierda sobre el «altavoz» de su trompeta contemporizando cada minuto de la tarde, enseñándonos lo que es un plumbing, como suena el blues en el viento, o incluso como un anochecer se puede «latinizar» sin necesidad de esa música basura que tanto le gusta a los adolescentes de hoy en día.
Aprender nunca está de más, que diría nuestra vieja profesora de historia. Pero, la verdad, tu memoria retiene más cosas cuando las relacionas con buenos ratos como el que pasamos en el rincón de la Zofra, con buenos amigos, buen tiempo, buen rollo, y claro, buena música.
Si queréis palpar un poco de esa buena onda, este fin de semana no hay trompetas, pero el viernes tenéis a Xeco Rojo y el sábado a Deveras en el Ton-tín; así que, si queréis unas minivacaciones mentales, ya sabéis.
No somos muy partidarios de los exámenes, pero hemos seleccionado 50canciones con trompeta, para no olvidarnos de la clase…
Anónimo dice
Genial la lista del Spoty!!