Por Gema Over.
El pasado fin de semana, se celebró la primera edición del Farándula. Un festival de 2 días (por fin) repletos de música de lo más variopinta: Desde “flamenquito” y reggae hasta trap y reggaetón, pasando por el rock/pop y el indie más «pureta». El sarao tuvo lugar en Rabasa, donde próximamente se instalará el ÁREA 12.
Había que estar lista. Y me preparé a conciencia…
Llegué a la X de mi mapa a las 16:00h, y conociendo ya el tiempo de “aquesta ciutat” desde que nací, temí un poco por mi vida y por mi frente. Menos mal que ese día hacía sol, aunque estaba algo nublado, me eché las pertinentes cremitas y me hidraté bien.
El festival lo habían distribuido de tal manera, que de un solo vistazo podías vislumbrar las diferentes zonas de restauración, aseos, escenarios… Por gajes del oficio, podría decir que la señalética estaba bien ejecutada (y la identidad visual, también. Se notaba que habían invertido en un buen equipo de diseño).
La música era muy variopinta, que quede claro. Y, por lo tanto, la gente también. Pasaron por ahí raperos, rastafaris, hipsters… yo. Y no faltaban mujeres con la cara pintada y brillantes, y las más valientes (y para mí, masocas) llevaban tacones. Hasta vi a una mujer con un “gorrocóptero” (quienes veían Doraemon de pequeñxs lo entenderán).
Antes de disfrutar de la música, pudimos ponernos en situación con un rato agradable de conversación con el organizador del Farándula Fest, Lalo Díez, y esto es lo que nos comentó…
Y aunque Lalo comentaba que se trata de un festival para todo tipo de gente, con gustos musicales diversos, estaba claro que había una gran predilección por el rap, pop y reguetón: Vamos, las últimas tendencias, o el agujero a llenar para las mentes abiertas que no encuentran cabida en otros festis más consolidados. Es decir, los jóvenes, por una vez, comprendidos (o atendidos).
El resumen, podría decirse que Alicante tiene, marcando las distancias, su festival Coachella (que casualmente se celebró este fin de semana también). Más allá de los sonidos, por la cantidad de «rec»s de influencers presumiendo no solo de lxs artistas que han visto, sino de looks a la última y, claro, postureo.
En el debe, no entiendo demasiado la causa social como estrategia de Marketing. Como todos, dicen que reciclan, pero a la hora de la verdad, cuando pedías una bebida (que no fuera cerveza, ojo) te daban un vaso de plástico con el nombre y logo del festival para que se reutilizara (cosa que me parecía genial) Ahora, si pedías una cerveza te daban un vaso de plástico de un uso. Y había de dos tamaños (caña a 3€ y litro a 6€) ¿Y qué es lo que más se suele beber o una de las bebidas más populares? Creo que no hace falta decir la respuesta. Igual unos cuantos contenedores amarillos hubieran venido bien… entre otras cosas, porque cuando uno bebe pierde el civismo. Algunos incluso sobrios dejan mucho que desear en ese sentido.
También me hubiera venido bien que los horarios fueran más visibles. Yo tenía esta web a mano, pero me volvían loca cada vez que ojeaba la pantalla y me preguntaban 10 o 15 tíos, o tías: ¿quién toca ahora?
No es una crítica, porque me pongo en la piel del que empieza a hacer algo. Y más en un sitio que tienes que transformar de cabo a rabo, porque el resto del año es un páramo que, de repente, tiene que ser restaurante, escenario, parking, parada de bus, convivir con las rutinas comerciales habituales… Y eso, sin entrar a hablar de permisos, decibelios, cuestiones técnicas y otras cosas, que los que disfrutan, muchas veces, ni se plantean.
Y para esos, también hay que decir que por Rabasa pasaron más de 18.000 espectadores de diferentes rincones de España, que la organización calcula un impacto económico en la ciudad de más de dos millones de Euros, con más de 200 personas contratadas en todo el fin de semana… Ahhh y que este éxito conllevará que en breve salgan las entradas para la segunda edición.
Viernes 15 de abril
Antes de llegar, ya se notaba barullo y buen rollo en los alrededores: En los parkings de la famosa tienda de deporte ya se reunían los jóvenes con sus bebidas mezcladas favoritas, móviles con música… vamos, el preludio de todo lo bueno que íbamos a ver en el festival.
Primero de todo, el dicho popular cambia, a partir de ahora: Para gustos…. el Farándula.
La gran mayoría de artistas eran hombres, todo hay que decirlo. Curiosamente, al otro lado, o abajo, pasaba lo contrario Una de las pocas artistas femeninas que tocaban ese día era Marlena (a Uña y carne no llegue). Tocar a las 16:15h en Alicante, incluso en abril, es medio suicidio. Quizá por eso, la gente es más agradecida y viendo el movimiento generado, lo dieron todo y más. Tanto que nos hubiera venido bien una foodtruck de perfume y desodorantes.
El grupo tiene un rollo Indie-pop, que me atrajo desde la primera escucha. Se ve que no fui la única, porque fuimos muchas las que desafiamos al sol de las 16.00h. Se permitieron el lujo de estrenar canción dedicada a la ciudad de Barcelona y tenían ganas de volver a los escenarios después de tanto tiempo. (esa premisa se iba a repetir en todo el festival).
Después saltaron al escenario Zzoilo, que también congregaron a unos cuantos fan´s (a pesar de las horas). Un diez a los técnicos de sonido. Porque incluso en el foso sonaba la cosa fina y muy profesional. Y los fallitos, no eran perceptibles para el oído medio.
El público estuvo muy entregado, Marina, cantó un tema propio “Acepto las cookies” y hasta se coló una versión de El Canto del Loco.
Cano no me moló nada. Soy una mente abierta acostumbrada a ondas guitarreras. Y la mezcla de reguetón y flamenco no me transmite demasiado. Respeto al público (mayoritariamente femenino) que cantaba todas las canciones y bailaba. Pero no es mi rollo. De hecho, me pareció «un poquito» tóxico.
El indie tampoco es lo mío, pero puestos a comparar, prefiero a Pol 3,14 y Ciudad Jara. Estos últimos tienen pinta de que van a visitar unos cuantos festivales veraniegos más poperos, pero de la mezcla de enfrentarse a un público diferente y los dos años sin subirse a un escenario con gente «libre» abajo, hizo el rato entretenido, diferente y guay.
Pol3.14 volvía a Alicante en un contexto diferente a los acústicos de otras épocas. El tipo estaba extasiado, con ganas de tocar y, la verdad es que su energía se contagiaba conocieras más, o menos, sus canciones.
Con la luna asomando por el cielo, el recinto se fue llenando. Se notaba que se acercaba la música más «comercial»: Recycled J tocó en el ocaso, y este artista fue una buena transición para lo que iba a venir después. Además, vino con sorpresa: Natos y Waor aparecieron en el escenario, y claro, la gente se volvió loca. Tengo que decir que se le notaban las ganas, el ímpetu, la fuerza… y todo eso junto, se agradece mucho.
Después de la fiesta 2.0 con Recycled J, era momento de uno de los cabezas de cartel, el alicantino Kidd Keo, que se trajo un arsenal: Bailarina de pole dance, elenco de otras 4 bailarinas… Y él emocionado. Sin duda, se notaba que jugaba en casa. El público lo sabía y ambas partes lo notaban, se hacía latente. Había bastante conexión y aunque no me guste particularmente su estilo de trap americano, la vista compensó los déficits auditivos. El espectáculo lo dio (y no por las féminas, que por cierto, hubo más mujeres en el escenario en ese momento que en todo el festival).
Y en el momento en el que Kidd Keo terminó, la gente corrió al siguiente concierto: Kaze. Un grupo de dos poetas que no dejan para mañana lo que pueden rapear hoy. Y el público igual. Ahí hasta yo noté los dos años de pandemia, la necesidad de desinhibirnos. Tanto que hasta bailamos la mini sesión de House del Dj.
Podía haber sido un gran final, pero aún quedaban emociones. Ayax y Prok, los gemelos, tocaban ese día también. Otra letra grande en el cartel de ese primer día. Y anda que no se notaba. Su estilo canalla, el poder de ambos en el escenario era latente, y el público, con la pista muy llena, lo sentía y lo daba todo.
Yo, ya con agujetas, opté por la retirada a tiempo. Al fin y al cabo, la experiencia es un grado y con otro día por delante, conviene guardar fuerzas para el segundo round…
Sábado 16 de abril
Empezaba la cosa pronto, otra vez, para mí, a las 16:30 en el escenario DLYRN, con una dosis de nostalgia: Despistaos. Sin duda, lo dieron todo en cuanto a la actuación, y es que como el día anterior: había ganas después de 2 años de vacío festivalero.
Aquí tengo que decir que la media de edad subió considerablemente, por el éxito del grupo y a la vez por cierta canción de cierta serie de televisión muy popular a finales de los 2000.
En general, el sábado había más huecos que el viernes. Creo que muchxs no controlaron la dosificación, lo dieron todo, y se quedaron sin segunda fiesta…
Entre otras cosas, se perdieron el buen rato con Juancho Marqués y J Abecia. Los dos del mismo estilo, más o menos, pero cada uno con su toque particular. Tengo que destacar que Juancho fue de los pocos (que pude ver) que hizo un hueco para saludar a lxs fans y eso que se pasó una hora y media en el escenario. De las más largas de todo el festival.
En cuanto terminaron Juancho Marqués y J Abecia (que el último fue con sorpresa, como los kinder, con la aparición de Luis Akerz) iba a ser el turno de Green Valley, pero hubo un cambio de horario y en su lugar salió al escenario Errecé, que muy emocionado estrenó tema (Puñales). La sonrisa no se le borraba de la cara. Y a mí me gusta que me contagien alegría en estos puñeteros tiempos de guerras, pandemias, pasotismos y mediocridad.
Como Errecé, el siguiente protagonista de la tarde-noche: Juanito Makandé, fue fulgurantemente divertido. Amor a primera rumba.
Mira que, pese a lo que pueda parecer con la temática, en general ,del festival habían pasado buenos músicos por los 2 escenarios, pero es que la actuación de Juanito en ese sentido se coronó (cantante inclusive). Con su rumba y el tono «flamenquito», la calidad de la actuación fue indudable, y me sentí muy agradecida de ver ese despliegue de instrumentos de viento (trompeta, trombón y saxofón) junto al teclado, bajista y guitarra flamenca.
Aquí es cuando llegó el caos… Os pongo en contexto: Al tener pase de prensa, teníamos permiso de poder hacer fotografías en el “foso” (el espacio que hay entre el público y el escenario, para la gente que no está familiarizada con el término) durante las 3 primeras canciones. El resto del concierto, teníamos que estar fuera de él. Y por lo tanto, teníamos que estar pendientes del horario y tener cuidado con las horas para que no se nos pasara el turno a la hora de hacer fotografías.
Sabiendo esto, a las 20:50h era el turno de Lennis Rodríguez. Cuando se fue acercando la hora, fuimos al escenario Farándula, que era donde tocaba. Y ya había empezado la actuación. Pero qué sorpresa tuvimos al ver que esa canción que logramos fotografiar sería la última. Ni anunciado en ningún lado (en las rrss no vi nada, también porque internet no cargaba, ojo también a esto) y a la gente que estábamos en prensa tampoco, ya que nuestro trabajo consistía precisamente cubrir el festival. Tampoco ayudó el hecho de que la artista sólo estuviera en el escenario durante 4 temas, según nos contó una chica del público.
Cosas del directo. Pero todo hay que contarlo. Incluso lo que no nos gustaría tener que contar…
Eso fue sobre las 21:10 horas. Y hasta 50 minutos después no empezaba el siguiente concierto (que, eso sí, empezó muy puntual), del rapero canario Fernando Costa. Fue una representación gráfica y perfecta del «corramos un tupido velo». Hora y media de reenganche a la diversión, garra y el público en el bolsillo coreando todo.
La puntualidad siguió con Green Valley. En dos palabras: Buen Rollo. Todo ese optimismo que echáis de menos en vuestras vidas, la tienen, de sobra, estos tipos. El público lo sabe, ellos saben poner la carne en el asador y con la luna y las estrellas iluminando el cielo, el recinto también iba llenándose, más, y más, y más… con Reggae como preludio para «mis amigos» de SFDK.
La oportunidad a Cruz Cafuné duró una canción y media. Y me fui a picar algo mientras veía como los backliners adaptaban el espacio a SFDK, con rato para influencer (pablogshow) incluido.
Y aunque Fernando Costa terminara, la pista no se vació en ningún momento. Ya sabían quiénes eran los siguientes: La gente ya estaba haciendo hueco para ver a uno de los grandes del rap español en el Farándula. Y es que fueron con toda la artillería. Buen rollo, fuego, confetti, sus temazos y un público que lo daba todo.
¡Ah! Y con invitado incluido, uno de los raperos de Kaze. Sin duda, fue un show épico.
Para mí, que no me gusta mentir, fue el final de un buen fin de semana. El Farándula Fest deja claro que en Alicante también se pueden hacer festivales. Que hay vida más allá del pop comercial y que está por ver como evoluciona esta aventura diferente, necesaria, con un seguimiento que ni los más optimistas pensaban (18.000 personas).
Personalmente, espero más riesgo, menos reguetón, más mujeres y el margen de mejora que toda primera edición tiene.
Mención aparte, las facilidades que nos dieron, la buena organización, la puntualidad, la ausencia de solapamientos y la cantidad de colaboraciones sorpresa.
Lo dicho, ahora Alicante tiene su pequeño Coachella. Ahora habrá que esperar a la siguiente edición, a ver qué nos depara.
Yo volveré.
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