Hace una mañana soleada y, además, estamos en el Parque Municipal de Elche. He quedado con un punki. Los dos llegamos tarde, pero, él un poco más. Quizás tenga algo que ver un cuadro por acabar o alguna idea empezada, porque, desde que lo conozco, hemos hablado casi más de sus pinturas que del resto de cotidianidades. Se llama Chrisitan Sound y, su curiosidad existencialista es tan grande como la mía para entrevistarlo, aquí, en Alicante Live.
“Yo para explicarme soy malo, por eso pinto”. Así es como intenta excusarse en los primeros minutos, mientras abre la puerta de la Casa ABAE (Asociación Bellas Artes Elche). Antes de eso, ya hemos hablado un poco de los tiempos actuales que vive el arte: “La gente quiere romper con todo lo anterior, como si todo lo antiguo fuera malo. Yo creo que el Renacimiento renacerá”. Y es que, en los últimos años, pocos artistas quedan exentos de una profunda individualidad.
En el caso de Christian, me llegan palabras para calificarla como destellante parafernalia corrosiva que mezcla un impresionismo del revés y con cresta. Llamémoslo expresionismo punk. Monstruos de color, electricidad visual, mundos oníricos y símbolos literarios desde una mirada oscura (aunque luminosa), urbana y psicotrópica. Ha creado lo que él llama el soundrealismo, un surrealismo de marca propia que juega con la crítica social y bebe de conocimientos religiosos y científicos: “Mi mundo artístico se ensancha con el conocimiento de otras materias”. Trata a la ciencia como una compañera de viaje: “Quiero jugar con la física del mundo. Cambiando una pequeña cosa del mundo, cambia todo. Si un parámetro de la gravedad cambia, el electromagnetismo cambia”. Intenta que la gente se pregunte, al ver sus cuadros, “qué está pasando ahí”.
En cuanto a materiales, emplea de todo tipo: óleo, spray, esmalte sintético, lacados… Y me los enseña todos o casi todos, ya en su casa, en las entrañas del artista. Y me muestra también, con entusiasmo viciado, un sinfín de trabajos, entre los que abundan pareidolias (varias figuras que hacen una) y agradables oscuros luminosos, efectos de color que él llama “brillo en la oscuridad”. La sexualidad está presente en casi toda su obra de forma abierta, natural y sin restricciones, como idea anti-romántica y salvaje que resume en una frase: “tengo hormonas”. Y entre los cuadros más críticos, resalta en su colección El minotauro de la Vega, figura noble y hermosa con apariencia mitológica, atacada por “el hombre defectuoso”.
Por lo que confiere a la presencia de las religiones, confiesa que ha investigado varias, incluso teniendo trato cercano con gente que practica vudú. Y es por esto que, fluye en sus adentros una mezcla de sátira y estima al respecto, donde, el desacuerdo con algunos dogmas no le lleva al rechazo de sus practicantes, en especial, los que han marcado sus aventuras: “me interesan las narrativas ajenas, meterme en otra cabeza, tener a un musulmán delante y preguntarme ¿por qué cree esto?”
Y entre paseos, reflexión y arte, han pasado cuatro horas. Y acabamos con unas fotos delante de los chorros de Altamira. Y al día siguiente, yo escribo estas líneas y anuncio su exposición Jardines que vuelan, que es justo esta noche, a las 21:00, en Ecovegan (Elche).
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