El sábado coincidí con una amiga de Madrid y entre alguna que otra conversación pendiente me espetó una opinión a la que llevo dándole vueltas unos días. En realidad, fue una pregunta simple que no supe contestar: ¿Cuál es el hilo conductor de esta ciudad?
Os pongo en contexto… la chica cogió nuestra agenda y, sí, observó que últimamente han proliferado un montón de planes diferentes para todos los gustos y todas las edades, cosa que, obviamente, los que tenemos un mínimo de inquietud cultural agradecemos.
Su duda era si entre toda esa propagación de vida había algún tipo de conexión. Para entendernos… cuando hay un concierto garagero en Stereo, Jacapaca y Guillermo se petan antes y el Jendrix y el Mono, después. Si el concierto es de «mal llamado indie», los beneficiados son Söda o Confetti. He ahí el hilo conductor, simplista, pero lógico de que si un rockero sale, tiene una ruta a seguir, pero esa línea ¿muere ahí? ¿tiene esa misma repercusión en el entorno una actuación en el Principal, en Cigarreras o en Séneca? O dicho de otra manera ¿se preocupan los comerciantes de las zonas aledañas a los centros culturales locales de sopesar la influencia de la cultura en sus beneficios?¿cambian su proceder? ¿sus horarios?
Diréis que en Carnavales, en Noche Vieja o en Halloween sí, pero, al hilo de la charleta con mi amiga, recordé una conversación con un camarero de un bar del entorno de la Plaza de Toros que se quedó sin pan y sin cervezas mientras en vez de cruzar al Mercadona, se quejaba amargamente de que «es que aquí o no viene nadie o venís todos a la vez»…
– hombre – contestó uno de los clientes – Si Serrat ha vendido 6000 entradas, es lógico que se te acumule la faena siendo uno de los pocos bares que hay en el entorno de la plaza…
El camarero le miró incrédulo como si no se hubiera enterado de que Serrat tocara enfrente de su bar. Y me pasa lo mismo cuando voy al ADDA y el bar de enfrente cierra a las 22.00h, 10 o 15 minutos antes de que una masa de gente salga sedienta y con ganas de cenar, o cuando los bares de Castaños hacen la ola a los borrachos de las despedidas e ignoran a las mil personas que de jueves a domingo van al Teatro Principal.
– Pues eso, «aquí se pierde un montón de pasta» – decía mi amiga.
Y pensándolo fríamente, es la verdad. No hay flyers de comercios del barrio en el MACA o en MUBAG, el bar del MARQ, es como cualquier otro bar y los de la plaza contigua nada tienen de relación con la arqueología… por no hablar de que no hay zona de tapas, o de vinos, o de cervezas… todo está aislado, en su burbuja, como si necesitaras un pasaporte para combinar una exposición con un trago, o un souvenir, o un espacio donde entender algo de la supuesta idiosincrasia alicantina sin que te pongan su menú, su carta, su idea… en lugar de «la nuestra».
Cuando este sábado salí de LA ESTACIÓN, me pregunté a dónde iría si no fuera de Alicante… y es triste que con tanta opción relacionable, los guiris acaben tirando de TripAdvisor o de consejos de taxistas chusqueros. Pero claro, somos muy nuestros para dar nuestro brazo a torcer y mirar lo que pasa al otro lado de la calle.
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