Nuevas y tradicionales formas de divulgación audiovisual” ¿Sigue teniendo sentido la crítica cinematográfica?
- Día. 18 de noviembre, viernes
- Hora: 19.00h
- Lugar: Casa Bardin (Alicante)
- MESA REDONDA
- Con Paula Arantzazu Ruiz. Crítica de cine en Cinemanía y Profesora Universitaria.
- Juan Zavala. Co-Director del documental sobre Carlos Boyero, «El crítico» y responsable de contenidos en DAMA.
- Josep Parera. Fue corresponsal cinematográfico en Hollywood y actualmente colabora con la revista «Dirigido por» y es uno de los programadores del cine Phenomena en Barcelona.
- Modera: Luis A. López Belda. Profesor de la Universidad de Alicante y divulgador audiovisual.
- Entrada Libre hasta completar aforo.
Aclaración previa: Llegué tarde. Con la conversación empezada y tuve que discutir con el ceporro de la entrada de la Casa Bardin para poder entrar…
Quienes vamos habitualmente a este tipo de charlas, sabemos lo que hay: anécdotas, un poco de ego y mucha sabiduría acumulada, que bien moderada, como lo hizo Luis López Belda, dan como resultado, una clase magistral de cine, de vida y de historia.
Me sorprendió ver a tanta gente joven queriendo conocer más de cerca a Paula Arantzazu Ruiz, Juan Zavala y Josep Parera en esta necesaria mesa redonda que abría la cuarta edición de DIVULGACINE.
Me consta que tanto en los cursos de la Universidad, como en el ciclo del Instituto Luis Buñuel, el amor por el cine (como forma de vida), se hace latente. Lo difícil es equiparar la cantidad de horas de visualización de clásicos, y el contexto que nos llevó a ver la mayoría de ellos, con el reparto actual de tiempo y de alicientes.
Todos hemos perdido mucho tiempo de nuestras vidas haciendo el gilipollas. Y eso es algo que no deberíamos olvidar a la hora de criticar a los que ahora aprenden a gestionar sus gustos, su criterio y su vida. De hecho, podría decirse que uno no aprende a valorar las cosas en su justa medida, hasta que es consciente de lo que merece la pena, y lo que es una gilipollez que sólo aporta, y no siempre, beneficios de sociabilidad.
En ese punto, vanagloriarse de éxitos personales aburre. Igual que lo hace competir por quién sabe más. Porque en el fondo, el nombre de las pelis que merece la pena ver, pasa desapercibido entre anécdotas de tiempos, con dobles sesiones y cines de barrios, que ya no van a volver.
Divulgar tiene más que ver con el hecho de dar en la tecla del criterio que muchos jóvenes parecen no encontrar. O al menos, en intentar que pierdan el menor tiempo posible en eso que antes denominaba gilipolleces.
No creo que nadie vaya a enseñarle nada nuevo a Antonio Sempere y a sus coetáneos presentes en la sala. ¡Sí! a los que pillaban los chistes y se hacían a la idea de que entre Casablanca y Blade Runner, hubiera pasado el mismo tiempo que entre el estreno del clásico de Ridley Scott y el ahora.
La pregunta es si los chicos de la última fila han visto Casablanca y Blade Runner. Si es que sí, ¿por qué la han visto? y si no es así ¿por qué estudian cine? Ahí sí que hubiera habido una ruptura de la unanimidad latente en la mesa. E igual hubiéramos entendido mejor el porqué del fracaso de la crítica como la entendíamos antes.
En esa búsqueda poco fructífera de porqués, se habló bastante de gente como yo. Críticos ignorados, o sepultados por los que representan a la prensa mayoritaria ( lameculos) de hoy en día. El premio de estar al pie de las alfombras rojas es de esos «bien queda», mientras los que opinan, de verdad, se mueren de hambre, o escriben después de dos turnos de reponedor, o antes de ir a trabajar a un bar.
La consecuencia es que falta criterio. O nadie sabe cómo filtrar la sobresaturación de estrenos mediocres que se acumulan en las carteleras.
Quizá, por eso, el problema de la poca crítica que queda viva hoy, al margen de ser muy condescendiente, y medir más de lo debido las palabras, es que no se dedica a intentar que todos estos chavales (y algunos más mayores) tengan un mínimo de inquietud, para formar suficientemente el criterio, y las capacidades de discernimiento, de la gente, para que de Blade Runner pasen a Alien, a Kubrick y acaben rebuscando entre Buñuel, Tarkovski, Bergman, Murnau…
Lo divertido no es la correspondencia, sino cómo hemos llegado al mismo punto partiendo de diferentes salidas. Sería más fácil si en lugar de enseñar a acumular, se hablara de agendas alternativas, como la que nosotros publicamos cada jueves, o preguntarnos por qué no fomentamos más iniciativas como las filmotecas de los lunes, los espacios de divulgación plagados de sillas vacías… en lugar de decepcionarnos tantas y tantas veces con lo que las salas, en peligro de extinción, proponen.
Es probable que lo bueno de no haber visto esos clásicos que hemos visto mil veces, es tener la frescura de analizar su función en el ahora. Y eso es algo que ningún cinéfilo de más de 40 años puede hacer. Porque el consumo, los tiempos, los gustos y las facilidades eran diferentes. Porque no había una producción tan jodidamente innecesaria, ni una acumulación tan difícil de visualizar para nadie.
Sin filtros y referentes, el cine acabará muriéndose en todas esas listas de 100 grandes películas que el gran público no tendrá nunca tiempo de ver. El «vicio» venía de la curiosidad. Y antes, sí, ésta se despertaba o bien por falta de posibilidad de elección, o porque se proyectaba cerca de ti, en tu barrio, o porque quien la programaba seguía un criterio que no tenía que ver exclusivamente, con lo comercial.
Los chavales de hoy, no son conscientes de que sus mentes están programadas para absorber ese gran porcentaje que las grandes productoras dedican a la publicidad. Y estos ciclos, ya que consiguen meter en una sala a esos chicos, y chicas, deberían intentar incitar a que se salten los supuestos y, como bien se dijo en la mesa, sean conscientes de que «no hay mejor manera de aprender de cine, que ver pelis malas».
Igual, como tuve que irme porque el tipo de la entrada no dejó entrar a mi acompañante, aún habiendo sillas libres, me perdí la parte de feedback entre las viejas y las nuevas generaciones. Me hubiera gustado experimentar la parte en la que todos esos imberbes cinéfilos hacen de la búsqueda de alicientes culturales un punto de inflexión como el que yo tuve hace más de 20 años, en una sala parecida, cuando se me ocurrió preguntar algo tan simple como: «¿qué recomiendas a un ignorante que vea esta noche?». Eso y hablar con mi cuñado y con la chica del videoclub, de la respuesta a la pregunta: Yasujiro Ozu, inició mi relación de amor con el cine. Espero que de esta noche de viernes, salieran 10 o 12 futuras historias parecidas.
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