Allá donde la resiliencia es una actitud y el empoderamiento es la normalidad, un mundo sin diferencias es posible… Feminista, más que un adjetivo, es una realidad. ¿sabéis por qué tenemos tanto empeño en que la cultura se extienda? Porque con ella las distinciones se limitan al criterio y a la calidad. Matices como tener huevos o tetas valen tan poco como los céntimos de cobre que no usamos para nada. Sobre un escenario, podemos imaginarnos el mundo que nos gustaría habitar para que las que estén abajo entiendan que, pasito a pasito, dejaremos de ser hombres y mujeres para ser personas, transformaremos los escollos actuales en recuerdos y nos escandalizarán, como merecen, los casos de techos de cristal, los asesinatos de género y todas las disccriminaciones que hoy sufren muchas mujeres.
Por desgracia, a día de hoy, aún quedan muchos supuestos impuestos por derribar. Y en ese proceso de normalización, los hombres deben aprender a escuchar, a sentir como muchas mujeres pierden el miedo a expresar las cosas desde su propio punto de vista: rimado, con signos, con notas de guitarra adornando verdades, con minutos cosidos con lana de invierno, con colores o en blanco y negro, sobre un lienzo, sobre el aire, sobre un cuerpo desnudo… da igual, el caso es aprender a ver la vida de otra manera, acabar de encontrar el punto de partida y que tras él todas las distancias recorridas acaben siendo una anécdota.
El domingo volvimos a vivir otra jámtrica. Decenas de mujeres juntas dándole un toque diferente a la tarde del domingo. Arte en contraposición al fútbol, al cine, a la siesta y a la digestión pesada del arroz de la casa de tus suegros. Mi abuela (que murió en el 2001), siempre decía que su herencia feminista había sido inculcarle a sus 3 hijas la importancia de no renunciar a sus sueños. Obviamente, cada una tiene su propia visión de lo que es un sueño, pero con el tiempo he entendido que las cosas se cambian aprendiendo a compartir determinadas ilusiones. Quizá lo que haga falta sea abrir la puerta para que entre el aire o se extienda fuera un poco de lo que allí se coció: ¡Volem Votar!, Olivia Reñón cantando, Cecilia recitando… ¿os imagináis una traductora para todos esos matices equivocados? ¿y dos tejedoras para todas esas políticas deshiladas? ¿y si, de repente, consiguiéramos rimar tus intenciones y las realidades venideras? Habrá que ponerle música a la nueva canción, una letra que todos, y todas, entiendan, un acento andaluz, una constante rapeada, un ritmo de pandereta para que nadie se duerma, una sopa sin imposición, un acento, un artículo neutro, un color diferente … Si puedes levantar un taller tumbao, puedes despertar un mundo dormido. Pero por algún sitio hay que empezar ¿no?
Vicky lo grabó para vosotr@s, para que en la próxima fiesta no quepamos. Hoy, simplemente, cambiamos los nombres de cada una por un concepto colectivo que engloba a la artista y a su público… se llama jámtrica y espera tu contribución próximamente:
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