Las noticias, a veces, hay que saber interpretarlas. Y más que un análisis sesudo, convendría que recuperáramos, en la medida de lo posible, la objetividad.
Yo entiendo que lo barriobajero sea más gracioso e igual se nos ha ido de la mano lo de dar protagonismo a quien no lo merece, aunque saque un 9.28 o le vote un millón de personas en España.
Quizá Elisa Lozano, la alumna más sobresaliente de la carrera de imagen y sonido de la Complutense, sabía cómo llamar la atención. La cuestión es quien pone el foco en su discurso en lugar de en en el que dio, por ejemplo, Antonio de la Torre, con un fin parecido, menos estridente y sin dejar con el culo al aire a una institución que, si la mejor nota se la da a una chica que se atasca en su discurso, menosprecia un premio con leísmo, mediante, tiene muchas cosas que replantearse: La Universidad… y la chica.
El fin de la información no es entretener. Ni viralizar la ignorancia como modus operandi. Y si visteis la sesión de control al Gobierno, sabréis que el de la Complutense no es un caso aislado, porque da que pensar que se silencien discursos brillantes como el de Errejon, o el de Aitor Esteban, para dar minutos de Telediario a Abascal diciendo lo mismo de siempre, o a la parte beligerante del discurso de Gamarra.
No es de extrañar, que muchos mal interpreten la democracia y acaben votando al que más gracia le hace, en lugar de al que puede resolver sus problemas.
Y eso, me afecta a mi como periodista, a ti como ciudadano y a todos como parte de un futuro que se basa en lo que la realidad ofrece. Y desde luego, ésta que estamos viviendo ahora, no merece, ni mucho menos, un 9.28.
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