A veces nos volvemos locos gastando millonadas en rehabilitar espacios a los que luego no se les da uso, buscando artistas rebuscados en vaya usted a saber qué revista… cuando la ciudad, en la que menos llueve, está llena de baldosas sin utilizar y hay una nómina de artistas que estarían encantados de llenarlas con sus talentos.
Hace poco, en uno de esos debates sobre lo que diferencia a Alicante de otras ciudades, alguien mentó el arte callejero, una opción barata, educativa y abierta a todo el que pasea. Y que no requiere más, que unas simples facilidades burocráticas y algo de orden para tener éxito.
Imaginad que tres bares que comparten espacios con sus terrazas contratan a un grupo de malabaristas para un par de horas, un espectáculo de circo en el Mercado, conciertos en las plazas vacías, pintura al aire libre en los parques, cuartetos de cuerda en La Explanada, grupos emergentes en las paradas del Tram o alumnos de la Brass Academy en el paseo del puerto. ¿Os imagináis?
Es cierto que aquí no estamos muy habituados a «llenar la gorra» de los artistas de la calle. Pero el hábito se hace, y, viendo la cantidad de conciertos sin enchufar y la falta de espacios para representar movidas escénicas, quizá muchos artistas ganaran más dinero, y tuvieran más público, en un parque o una plaza que en un pequeño bar no adaptado a sus necesidades.
Gasto mínimo para el Ayuntamiento, la policía dirigiendo el tráfico en vez de dando por culo, la ciudad llena de luz artística y la dignidad del artista más viva que nunca.
Si no lo ven como una opción, miren el éxito del Circarte, o el del ArtEnBitrir, o el del Elx Al Carrer, o el de los malabares de Espavila´t en El Mercado el pasado sábado, o del concierto de Alfonso Copé en el Panteón de Quijano, o el glamour que le da el dueto de piano y violín a la Calle Periodista Pirula Arderius, o el trompetista anónimo y los clandestinos de Lindy Hop al paseo de la Explanada.
Es un plus al turismo y al comercio. Es dar vida a las partes muertas de la ciudad. Y es un acicate a la precariedad que sufren cientos de artistas alicantinos. 4 problemas que se resolverían con un poco de manga ancha, un casting y facilidades burocráticas, que pasa en Granada, pasa en Sevilla, pasa en Donosti y en Vigo (a pesar de la lluvia), pero no pasa en Alicante. ¿Por qué? Dicen que por el ruido… aunque dudo que un malabarista haga más ruido que el bullicio de una terraza. O quizá sean los vecinos… o, más bien, que aquí una denuncia individual se considera más que un aplauso colectivo.
Es una cuestión de apostar por el arte callejero. Una decisión política o una manera de educar conciencias culturales. He ahí el debate.
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