El rey lagarto tiene descendencia en España, se llama Ángel Stanich y lo que su barba hirsuta no nos deja ver, lo podemos intuir en su música. El camino acido, esta vez, trajo su rock sureño cantabrovaisoletanomadrileño hasta Alicante y llenó la vetusta sala Stereo de hipsters entrados en años, amantes del rock, que añoran sus melenas, y cuatro borrachos que dieron la noche a los que hace tiempo que no sufren las inclemencias de un pogo.
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La parábola del hijo de Dios nos recordó el enrevesamiento lisérgico de pasados setenteros. Escuchamos una canción nueva, antes de ratificar que el rock, aún, no ha muerto, deleitarnos con la distorsión, los ritmos caníbales de Moreno desde la Batería y un orgasmo en forma de viaje en el tiempo, hasta el «hurdy gurdy man» de Donovan en inglés puro. El profesor Vielba estaría orgulloso de sus avances con la lengua de Shakespeare. Tanto, que aplaudiría que, su corta carrera, carbure a pesar de las dudas y las combustiones etílicas de algunos.
Tras un receso de toallas, canciones instrumentales y gritos unánimes de «Otra otra», Alex Izquierdo, el bajista, nos enseñó a hacer los coros «sibit sibit» de El río, nos mojamos, desafinamos y nos calentamos lo suficiente para que «Metralleta Joe» acabara de redondear una noche de jueves intensa, divertida, ácida e irrepetible.
Rebueno no sé quien se metió más ácido Stanich o el cronista jiji