Últimamente, nos llegan un montón de mensajes de gente que «iría a tal o cual evento, pero no tiene con quien». Cuando leo algo así, siempre me acuerdo de Iñaki, un veterano «de guerra» de mi pueblo que en plena efervescencia post- adolescente me dijo que «si en tu círculo de amigos no hay alguien que quiera ir a un concierto, a lo mejor tienes que cambiar de círculo de amigos».
La explicación tenía unos tintes sociológicos basados en la premisa de que hay unos amigos que te tocan (colegio, barrio, entorno de tus padres…) y otros que están ligados a tus inquietudes o tus momentos personales.
El caso es que, pasaba, pasa y pasará que la inquietud cultural no es un bien lo suficientemente arraigado en esta sociedad y es más fácil encontrar compañía para beber copas, ligar, ir al fútbol… o ese tipo de cosas que están bien vistas por los que presumen de divertirse en Instagram. Pero no es tan sencillo que en tu entorno haya gente para ir a ver una exposición, o una obra de teatro, o para cambiar el tardeo, por un sarao artístico en el que hay otros tipos de mercados, seguramente, más interesantes, que la fauna borracha de las tardes de los sábados.
Podríamos montar un Tinder cultural, pero ya dijimos hace unos días que el altruismo ha pasado en Alicante Live. Y también, podríamos mal asesoraros diciendóos que tratarais de convencer a quien en realidad no quiere ir con vosotros. Por eso, nos vamos a permitir el lujo de dar un consejo a todas las almas solitarias: Id y probad. No hay nada de malo en ir solo a un concierto en el que hay 50 o 100 personas, o a una obra de teatro en la que vas a estar sentado y en silencio (vayas solo o acompañado, igual que en el cine) o a un mercado en el que puede llegar a haber 600 o 700 personas en su momento álgido.
Te pueden pasar tres cosas:
- que te aburras y te tengas que ir a casa (también pasa cuando sales de farra).
- que te encuentres a un conocido, en tu misma situación, que no esperabas encontrar ahí… y abras un nuevo círculo.
- que la situación te haga sacar tu lado extrovertido y, asumiendo que el que está ahí tiene un alto porcentaje de posibilidades de compartir inquietudes contigo, entablar una conversación que termine con tus problemas de compañía para saraos culturales.
Yo soy de un pueblo pequeño, y los casos dos y tres me han hecho tener «cuadrillas culturales» en Donosti, Bilbao, Alicante, Elda, Madrid, Aranda de Duero, Miranda del Ebro… y en mi propio pueblo, donde mantengo mis amigos para tomar cervezas o ver partidos de fútbol, pero también hay gente para escaparme al bar que me gusta a escuchar música, a festivales, a conciertos, obras de teatro, presentaciones de libros o exposiciones.
Incluso puedo deciros que hay veces que la frase «más vale sólo que mal acompañado» cobra sentido en momentos en los que no hay ceporros jodiéndote un momento épico. Por eso, la soledad no es una excusa, sino un handicap. Todo es cuestión de las ganas que tengas de adaptarte a las diversiones ajenas, o las que tengas de crear tu propia forma de pasarlo bien.
Gracias por tu aporte. Un cordial saludo.