A nadie le gustan las obras y es, cuanto menos, discutible la razón por la que Barcala ha elegido dejar para después de las elecciones unas cuantas obras, como la del litoral y el puerto. Esa que hoy ha generado colas, atascos y una situación dantesca llena de ruidos, humos y otras contaminaciones irracionales para este momento del siglo XXI.
La izquierda reivindicativa, ha aprovechado la disyuntiva para sacar a relucir todo su arsenal mediático a través de fotos, quejas, extractos de programas que dejaban claro quienes eran los verdes, los sostenibles, los que apostaban por la bici y el transporte público…
Pero la gente voto lo otro. Y ahora toca apechugar (con la ignorancia( sin más margen para evitar sufrimiento que emular a una sardina enlatada en un Tram, o tirar de paciencia absoluta al volante (como si trabajar en julio a 35 grados no fuera ya suficiente penitencia).
Tienen razón los que dicen que estábamos avisados. Pero llama la atención la de gente que piensa que cuando hay un aviso de «peligro de» se aventura con la convicción de quien se cree el más listo, o la más lista.
Hoy ser buena ciudadana no tenía premio, porque aparte del enlatamiento, la «lanzadera» de Lucentum era una versión reducida del atasco. Y por lo que comentaba el personal, a la ida y a la vuelta, la historia se ha repetido en los pocos espacios en los que una puede dejar su coche para evitar pagar un parking cuando bajas al centro.
Clama al cielo que, supuestamente, el tema estuviera estudiado. Porque en la plaza de toros había otro colapso, parecido al de la Avenida de Denia (aunque ese es habitual), y el de todas las alternativas que cada uno de mis compañeros, y amigos, han tomado hoy.
Ni siquiera con la radio puesta indicándote los sitios menos saturados ha sido posible. Ni a la mañana, ni a la tarde.
Lástima que cuando nos toca votar, pensemos más en derogar el Sanchismo, que en abolir la caradura de algunos que no viven, precisamente, en Madrid.
fdo: @ladiscordantede
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