Érase una vez un grupo desconocido que estrenaba su segundo disco en el Bukowski, de San Sebastián, ante apenas cien personas que al oír hablar de columpios pensaban en su, aún cercana, niñez. Por aquel entonces, lo más indie era escuchar a Franz Ferdinand, los strokes, Belle & Sebastian, o los planetas; si llevabas barba boscosa eras, sencillamente, un puto guarro y nadie, que no fuera empollón (O Woddy Allen) llevaba gafas de pasta.
Parecía que nada nos iba a alejar de aquella corriente punk que nos llevaba de gaztetxe en gaztetxe, con alguna excepción puntual en algún bar con no más de cuatro bombillas, bebiendo Kalimotxo como si, a pesar de la admiración que le procesábamos, la muerte de Sid Vicious no nos hubiera enseñado absolutamente nada.
En aquellos días felices, vivíamos acomodados en la casi desaparecida, ya, clase media, los políticos eran, más o menos, igual de malos que ahora, vivíamos ilusionados con el futuro ilusionante que nos habían prometido a los eminentes licenciados… y sí, íbamos a festivales con nombres curiosos como el cebolla rock, o el petróleo, el easy pop y esas cosas que en aquellos años nos parecían tan modernas.
Tan demodé nos creíamos, que fuimos a ver el estreno mundial de la gallina, disco que poco después el toro devoraría con el ansia que a los materialistas se les pone cuando ven un diamante. El caso es que aquel día pasamos a formar parte del selecto club de fan´s del columpio asesino, grupo que ya entonces despertaba admiración y desprecio a partes iguales. Nosotros nos posicionamos con los primeros, seguramente, porque procedíamos de una corriente punk y nos hacíamos mayores, con las inquietudes postuniversitarias que eso conllevaba.
Que porque contamos todo esto, porque ahora que somos un poco más carrozas, nos congratula haber degustado la marca de Caín, o moscas, antes de que los remixes de la canción del Speed desvirtuarán la esencia de este grupo al que, entre una cosa y otra, hemos visto veinte veces o más. Y lejos de cansarnos de ellos, nos enamoramos un poco más cada día y vemos más sexy a Cristina, menos feo a Álvaro y más apto, que nunca, para un anuncio de productos antiojeras a Daniel Ulecia.
Siete años después, el halo efímero de los festivales se esfumó y, por una vez en mucho tiempo, pudimos reencontrar la esencia de aquello que vimos en aquel primer concierto donde reposan los cadáveres de las ballenas de su último disco. Quizá la música suene un poco más electrónica y algo menos guitarrera, pero desde que los primeros acordes de Babel resonaron en la Stéreo, nos pusimos a botar.
Aunque la mayoría esperaba irse a bailar a Berlín, a nosotros nos vino bien hacer un repaso a su último disco. Dejamos que nos susurraran hasta meternos en el cuerpo el escalofrío, como si una lombriz masajeara nuestros cuellos asintiendo, como los viejos roqueros. A la espalda del mar, nos encontramos cactus, azulejos, ballenas muertas y un pasado de nombre homónimo que nos acercó al motel en el que descansan aquellas dudas que hablaban en inglés, en euskera y en el idioma universal del Chachachá o el yeyeyé;
Recordar siempre es bueno, pero que te revivan los recuerdos en vivo y en directo, es aún mejor. Y aunque tenemos la edad legal necesaria para cagarnos en el aire acondicionado de la Stereo, somos lo suficientemente jóvenes para aguantar de un tirón una terna de temazos como Diamantes, Perlas y toro;
Nos pedimos otra Budweiser, porque sabíamos que los conciertos del columpio no acaban hasta que chirría la trompeta; Así que tras el paseíllo pertinente de los que se hacen de rogar, el arpón de grillos gritó el, ya, mítico, Ahhhhhhhh, para acabar de desfogarnos definitivamente en la antigüedad de los clásicos que flotan en el firmamento de las letras más enrevesadamente encriptadas. Y con el habitual homenaje a los Pixies volvimos a aquel momento en el que el concierto del Bukowski terminó, miramos a nuestro alrededor y vimos a la felicidad sudando como gallinas agonizantes a mitad de camino entre Alicante, Donosti y Berlín.
Por eso debe ser tan fácil seguir queriendo a estos chicos, después de tanto tiempo… y para que no dejéis de escucharlos, aquí tenéis una lista del Spoty con la setlist del concierto:
Anónimo dice
Conciertazo