Los fotógrafos presentes, no daban abasto. Los objetivos perseguían el arte entre las mesas, la zona de confort dejo de serlo, Han Solo se unió a los coros desde la puerta del baño… de repente, los artistas éramos nosotros. No nos alumbraban focos, pero en nuestras cabezas se escribían compulsivamente versos que rimaban con el presente, ilusiones asonantes dramatizadas por el rec de una cámara que grababa escenas de la vida real. Los estribillos eran sonrisas de media cara, el aplauso una conversación compartida con los protagonistas, o con los bloggers a los que, por fin, poníamos cara.
El estreno mundial de «las efímeras» de Matellán.
Pocos artistas nos brindan el placer de permitirnos ser los primeros en ver sus espectáculos. Alicante es una ciudad de paso para funciones masticadas, artistas escarmentados y restos de luces y taquígrafos clonados. Pero por una vez, y aunque fuera por la desgracia de que la sala de Valencia, donde estaba previsto el estreno, había cerrado, tuvimos la suerte de asistir a la Premier mundial de «las efímeras», un interesante espectáculo protagonizado por Davile Matellán y una cuadrilla de artistas emergentes, que ponen, al servicio de la diversión, el variado talento enmascarado en palabras rimadas, imágenes sugerentes y el punto dramático de la interpretación de lo vivido.
Muchos ponen en entre dicho las sinergias que se producen de la mezcla de diferentes artes. Pero imaginamos que como buenos inventores: cineastas, poetas, músicos y actores, tienen en común la necesidad de inspirar y ser inspirados. Como y donde encontrar esa sugestión suele ser lo complicado. Al fin y al cabo, se han gastado muchas horas y páginas tratando de hacer del adjetivo bohemio una lacra del «artisteo», como si vivir bien fuera un delito, o como si ser diferente, o más bien, mirar las cosas desde un punto de vista distinto fuera un sacrilegio.
Nosotros, quizá porque siempre hemos buscado algo similar a lo que Buñuel, Lorca o Dalí encontraron en su residencia de estudiantes, o lo que la generación del 98 tenía en el café Gijón de Madrid, pensamos que todo talento está interconectado a diferentes artes y, como creemos en la evolución y sólo usamos la nostalgia como punto de partida, más que buscar lugares despampanantes con olor añejo y clones de lo que un día fue considerado arte, buscamos novedades interesantes como las que siempre nos ofrece el Unbuendía lounge bar.
Así que teniendo un sitio adecuado, y la conveniente lechigada de «bohemios», sólo faltaba un público entregado y capaz de entender lo que allí se estaba a punto de representar. Así que, con total receptividad, pusimos nuestros sentidos a disposición de lo que el director del acto nos proponía y abrimos de par en par nuestros ojos y nuestros oídos, para no perdernos ninguna de las proposiciones que, a lo largo de una hora y pico, íbamos a tener la suerte de degustar.
El primer regalo de la noche fue un sobre en el que había encerrada una mariposa y una frase inspiradora, como todas las que pone el sr Matellán en su cuenta de Instagram. Pedimos una cerveza, para que no creyeran que la condición de bohemio es exclusiva de los que captan la atención de los focos… y dejamos que se hiciera el silencio, y la oscuridad, para observar la primera obra de arte de la noche: un corto de Enkar Neil dibujado en la pantalla de detrás del escenario.
La poesía se hizo imagen y convirtió el oxígeno de la sala en un erizador de pieles, que evidenciaba que iba a ser una velada apta para sensibilidades extremas.
Tras el pertinente, y merecido aplauso a la fotógrafa de la Stéreo, Matellán y Juan Carlos Cárdenas se plantaron en el jardín y procedieron a llenar el techo del local de nubes sintéticas. Seguramente fue, junto al megáfono del chino que utilizarían un rato después, lo único artificial que vimos por allí. Las mariposas volando por encima de los músicos, los sueños cumplidos, las risas y las emociones eran tan reales como los amores de festival que todos hemos vivido alguna vez o el mirasón que rompimos en pedazos cuando Carlos Gómez nos demostró, que menospreciar a las nuevas generaciones es otro error que deberíamos subsanar. Una frase perdida entre sus versos: «lo bonito que puede ser equivocarse» dio razón de ser a nuestra presencia allí, y nos dio pie a hacer balance de todas nuestras equivocaciones, de echar de menos a los ausentes y hacerlos partícipes, de lo que estábamos viviendo, con un mensaje de twitter o una foto de instagram.
Retomamos el hilo con la certeza de que no era momento para redes sociales, nos unimos al coro de cien personas de nuestro alrededor, con las que creamos un mundo mucho más interesante que el que se veía a través del cristal que nos separaba del exterior. María Part, nos invitó a brindar con su media pinta, mientras nos recordaba con versos recitados con un tono, dramáticamente ahumado, dulces vivencias irlandesas regadas con Guinnes.
El ukelele fue nuestro billete de vuelta a la realidad alicantina. Volvimos a darle la razón a Shalma y siguiendo su plan, improvisamos palmas y canciones de ornitorrincos. Javier Cafeína nos demostró que tiene buena vista, o mejor memoria que nosotros, recitando versos escritos, a la antigua usanza, en un pequeño cuaderno. La poesía fue saltando, del micrófono del escenario a la linterna que alumbraba la voz de los poetas, pasando por la barra, las mesas, las caras de admiración de gente de edades variadas. Homero, Filipo de Tesalónica y Leónidas de Tarento podrían haber firmado esta versión moderna de una tragedia griega.
Y nos preguntamos ¿por qué ha de ser efímero? ¿por qué no alargar esta sensación en el tiempo? ¿qué nos impide perpetuar este auxilio de artistas de artes, supuestamente, tan diferentes? La fugacidad no es más que un principio y la verdad es que poner el ego al servicio de la comunidad es un ejercicio gratificante. Nadie nos quitará el placer de haber tenido la suerte de ser los primeros en verlo, sentirlo, entenderlo y compartirlo. Por eso, poco más nos queda que dar las gracias a Matellán, a su cuadrilla de fieras, al unbuendía, a los fotógrafos, a los «aplaudidores» y a las mariposas que encarnaron dignamente, el papel de musas.
Anónimo dice
Qué buenas estas iniciativas artísticas!! estuvo curioso…
Anónimo dice
Bonita crónica chicos!!
Un saludo.Lucia