Detrás de una tragedia, en frío, sólo se ve la realidad de lo que somos. Entre escombros y locales inundados hay una lección de solidaridad que quizá deberíamos aplicar a muchos de los aspectos cotidianos de nuestras vidas.
Han sido días tristes, pero debemos agradecer el trabajo desinteresado de personas anónimas, la altura de miras de muchos políticos de pueblo y funcionarios, el roce de la excelencia en la previsión que ha ahorrado cientos de desgracias y la certeza de que técnicamente, tenemos personal capacitado para estar por encima de todas las consideraciones nimias y absurdas en las que tantas veces perdemos el tiempo descentrados de lo que realmente debería importarnos.
Hoy no son relevantes las siglas, ni las asperezas vecinales, ni las competencias que tenga cada uno. No hay distinciones ni de posición, ni económicas, ni sociales. No. Hoy, el sufrimiento en la provincia de Alicante es global, e igual que deberíamos disfrutar las alegrías juntos, cuando las hay, ahora todos hemos lloramos por nuestros pueblos, arrimando el hombro y haciendo lo que ha hecho falta para que la desgracia de hoy sea un aprendizaje para todo lo que esté por venir.
Las lluvias han evidenciado muchas de las lacras que hemos denunciado tantas veces: La suciedad generada por la parte guarra de la ciudadanía, que ha atorado las alcantarillas por las que debía fluir el agua, la vista gorda en construcciones que quizá no debían haberse iniciado, el dinero malgastado (y robado) que quizá podía haberse invertido en infraestructuras que hoy se han quedado obsoletas (o no existen) por falta de medios… pero todo eso, ahora, pasa a un segundo plano.
Porque han sido cuatro días duros para tod@s. Terroríficos y acojonantes. Pero debemos estar orgullosos de l@s bomber@s, l@s policías, el ejército, alcaldes, alcaldesas y concejales que se han mojado por cada una de las casas afectadas, vecinos solidarios, gente que ha puesto su casa, su tiempo, sus coches e incluso su flota de transporte al servicio del bien común, de los departamentos de Comunicación de los Ayuntamientos, de los medios que han informado, del nivel de nuestras dos universidades, del AEMED por su previsión, de los equipos de limpieza y desescombro.
Cuando queremos, somos una provincia modélica, solidaria, que sabe trabajar en equipo y, a pesar de toda la desgracia sufrida, debemos estar orgullosos de la forma en la que hemos reaccionado ante este imprevisto desolador.
Tras la tormenta tocará reconstruir y pedir cuentas a los únicos que han sobrado en esta historia (aparte de la DANA): los políticos peliculeros de Madrid, que han corrido, lo que no corren para llegar a acuerdos, para hacerse la foto en Murcia, Alicante, Valencia, Almería y Albacete (y no hablamos solo del presidente en funciones).
Si hasta el miércoles pensábamos que no merecían ni un euro del sueldo (y las dietas) que han recibido desde el 28 de abril, hoy creemos que todo ese dinero que no merecen por su incompetencia los 351 diputados (y los Senadores) vendrían muy bien para sufragar todos los gastos de reconstrucción que están por venir.
A los demás, muchas gracias. Son muchas las formas de ayudar, como podéis ver en nuestro muro de Facebook. No obstante, nosotr@s sólo tenemos una petición. Que no olvidemos lo que este desastre ha supuesto cuando vamos a comprar fruta, cuando nos piden una firma o cuando, simplemente, tenemos la ocasión, sin dana por medio, de hacer gala de «alicantinismo». La unidad hacer crecer los barrios, reconstruye las ciudades y hasta puede ayudar a que seamos mejores vecinos, tengamos mejores condiciones e infraestructuras y a que sepamos reclamar lo que es mejor para todos, en lugar de pensar solo en el beneficio particular de cada uno.
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