El viernes 11 de noviembre fue un día triste, teñido de blanco y negro, con olor otoñal y con una melancolía más propia de un lunes o un martes que de un inicio de fin de semana.
Hacía frío, de hecho, tuvimos que quitarle el polvo a nuestras chaquetas de invierno para salir a pasear. La poesía musicada de Leonard Cohen te perseguía allá por donde fueras. Ni el vacío muro de facebook, se libró de las frases del canadiense más añorado de la semana.
La subjetividad flotaba en el ambiente: canciones susurradas, las lágrimas de Hillary, un vino (porque con el fresquito entra mejor que la cerveza), una charla de media tarde estirada hasta el principio de la noche y allí, cuando la luna se asomó por su balcón oscuro, todo cambió.
«La distorsión acabó con la resaca de Trump, con las mangas largas y con las caras de martes…»
En Alicante, el otoño llega cuando se forman largas colas en la calle Pintor Velázquez. El maratón de los próximos quince días puede ser el calefactor ideal, o la manera menos tragicómica de acabar con el efecto de los ácaros de la ropa guardada.
Por Stereo pasarán Nikki Hill, Shinova o Viva Suecia, entre otros, pero el entremés más codiciado, lo puso el regreso de Belako. Y los de Mungia ya no son cuatro críos que no conoce nadie, más bien, podríamos decir que se codean con lo más granado del panorama patrio, peleando con un argumento necesario para hacerse notar en esto de la música: Un directo intenso. Tanto que es imposible quedarse quieto.
El cuarteto vasco tiene un poco de todo, la profesionalidad unificada en el ritmo base que marcan Lore (la bajista) y Lander (el reloj en hora) que más que baquetas tiene péndulos, un punto de locura en los saltos contagiosos de Iosu y el punto aguerrido de la mala hostia de las vascas, encarnada por los gritos de Cris.
A diferencia de sus dos últimas visitas recientes, aparcaron las evidencias y tiñeron la noche de postpunk ochentero. «Hamen» es uno de los mejores discos del 2016, es oscuro, con toques (pocos) de electrónica, intenso como la ola de Mundaka, duro como un mes sin chuletas y distinto a lo que ya conocíamos de ellos. Es tan bueno, que pocos de los presentes echaron de menos la lluvia (en bizkaitarra), aunque las hojas hayan empezado a caer.
Lo tocaron todo, desde el punto repetitivo y ecléctico de «Mum» hasta «track sei«, pasando por la clase de euskera «aarean bez«. Ni rastro de los ep´s del 2014, ni de temas que antes no podían faltar como «eurie» o Sinnerman». De hecho, la versión elegida, esta vez, fue «Paper Planes» de M.I.A, y la coreografía hip hopera con la que dos jovencitas nos deleitaron mientras la tocaban.
Está bien que se haya recuperado la moda del pogo, los bailes sin roce, las camisetas negras y esa tristeza rabiosa de los tiempos del Punk, o el grunge. Un síntoma del cambio, nada más, o un punto de la efervescencia del Ibuprofeno que Iosu pidió en la barra en mitad de la actuación.
El «beste bat» fue unánime. Nadie se movió hasta que sonó «sea of confusion». Y nadie se acordó de la melancolía con la que había empezado el día, ni de Trump, ni siquiera de Leonard Cohen.
Por cierto, que hay un intervalo de día que no os hemos contado, la sorpresa de la noche. La Debbie Harry de Mungia, tocó con una camiseta de Vulk. Un grupo bilbaíno que nadie esperaba, pero que fue algo más que grato como preludio de lo conocido. Esta semana, aprovechando la visita de Shinova, os hablaremos un poco de todo lo que se está cociendo en la ciudad del Gugghenheim y sus alrededores, del resurgir del rock radikal vasco modernizado y de grupos como Vulk, que allá por marzo formó parte de nuestro top Nacional y que, el viernes acompañó a Belako. Por si no los habéis escuchado, aquí podéis descargaros su último EP «No longer great deal«.
Anónimo dice
Crónicas diferentes, interesantes y literarias Cada vez me gusta más Alicante Live músic
Esther