Carta a la directora de EL PAÍS de Cristina Benítez Coll. Llucmajor (Islas Baleares)
Me casé hace cinco años, con 27, pero sigo viviendo con mis padres. Mi pareja y yo tenemos trabajo fijo y cobramos por encima del salario mínimo, pero aun así no podemos acceder a una vivienda. Hemos logrado muchas cosas, pero somos incapaces de encontrar una vivienda asequible. La inestabilidad económica, las sucesivas crisis y la insuficiente acción política para paliar las consecuencias nos obliga a nosotros y a muchos otros jóvenes a elegir entre apoyar la economía familiar o independizarnos.
¿Qué clase de prosperidad se supone que le espera a España si las nuevas generaciones crecemos asfixiadas? Lamentablemente, la precariedad en la que viven los jóvenes parece ser una preocupación de todos y de nadie a la vez. Quizá el problema es que aplicar políticas con resultados a medio o largo plazo nunca ha resultado interesante para los gobernantes, pero para afrontar los desafíos de esta magnitud el país necesita voluntad y acción.
Lo extraemos de otro medio, porque no lo podríamos haber expresado mejor.
Sumémosle a esto la Gentrificación, primar el turismo, la especulación y la inacción de los Gobiernos, para empezar a entender qué necesitamos que haya en nuestros Gobiernos y Ayuntamientos tras el 28M.
La vivienda es un derecho Constitucional
«El artículo 47 de la Constitución Española declara que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada y atribuye a los poderes públicos la obligación de promover las condiciones necesarias y establecer las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho».
La dignidad y el derecho a tener tiempo para disfrutar también debería estar en la Constitución. Pero no todas tenemos la posibilidad que tiene gente que cobra más de 4.000€ al mes y sigue pidiendo que le suban el sueldo. Habría que saber si ya no hay huelgas, ni movilizaciones, porque hemos perdido la conciencia de clases, o porque nos da más miedo perder lo poco que tenemos que imaginar lo que, en realidad, merecemos.
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