Hace un tiempo, cuando Víctor Domínguez era Concejal de Limpieza, hubo un atisbo de modernidad merodeando por Alicante. Por una vez, se sobreentendió que el problema de la suciedad residía en el civismo más que en la cantidad de basureros y, aparte de hacer una inversión en una convincente campaña de concienciación que todavía se puede ver por algunos rincones y playas de Alicante, se vieron unos contenedores marrones, que aparte de conformar un arcoiris de recogida de residuos, evidenciaban que Alicante, también, podía entrar en el Siglo XXI.
Con el tiempo, Alicante dio un paso atrás, el marrón desapareció de la ecuación y nunca más se supo.
¡¡¡Una pena!!!
Hoy es el Ayuntamiento de Mutxamel el que ha hecho una apuesta por la recogida selectiva de Bioresiduos. El compromiso con el futuro va más allá de una simple foto y con la campaña «Mutxamel da vida» se cumple una promesa electoral.
Confiar en la simple premisa de que los ciudadanos pueden adaptarse a los cambios, dice mucho de un político. Más que eximir de responsabilidades, hay que saberlos implicar. Y está comprobado que la concienciación medioambiental es cuestión de práctica, paciencia y hábito.
Y, a veces, aunque sólo sea por vergüenza, hasta el más cenutrio acaba obviando las leyendas urbanas y comprende que dejar un sitio habitable a nuestros hijos depende de gestos pequeños que no exigen más que una pizca de empatía.
No estaría mal que otras localidades tomáramos ejemplo…
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