Vengo de un sitio plagado de casas de cultura autogestionadas en las que con 30 años dejas de tener voz y voto porque ya no eres joven o porque si quieres continuar algo tienes experiencia, influencias y medios para poder hacerlo. ¿Por qué lo digo? Porque no es la primera vez que cuatro o cinco «señores mayores» se cargan un debate en torno a la cultura.
Por poneros en antecedentes, ayer se organizó, en la SEU de Alicante, un «cara a cara» entre Francesc Sanguino y Alicia Garijo, directores del Teatro Principal y El Arniches respectivamente. Ambos explicaron en qué han consistido sus proyectos, su visión de la escena teatral alicantina, las cosas que cambiarían… hablaron claro, sin tapujos, de los números de la cultura de la ciudad, de la falta de medios con la que lidian, del público, de la realidad del día a día… en definitiva, una suerte para los presentes escuchar de primera mano tan magnífico análisis de una actualidad que, veremos si dura más allá de las elecciones, y la evidencia de que son muy necesarios los gestores con conocimientos de su marco de actuación. Para ésto sí que la experiencia es un grado.
Y hasta ahí todo fue constructivo, edificante y, porque no decirlo, ilusionante.
Pero como siempre ocurre en estos casos (y en esta ciudad, sobre todo), llegó el maldito turno de ruegos y preguntas y todo se fue a la mierda. Vamos que el chequeo de la cultura acabó con un monitor cardíaco con un pitido y una línea verde horizontal en la que se sucedieron historias ya pasadas que, al parecer, fracasaron por culpa del público, de la falta de espacios, de que todos son tontos menos yo, y de que no entiendo que papá Ayuntamiento no me dé más millones para gestionarlos mal, como si la cultura no fuera capaz de generar sus propios ingresos…
Gran aportación histórica de la sucesión de meteduras de pata, pero la autocrítica brilló por su ausencia. Lo que me lleva al recuerdo de las casas de cultura autogestionadas, también llamadas gaztetxes, que es donde yo aprendí, que más allá de, como dice el dicho popular, esa historia a conocer para no repetir los mismos errores, hay una nueva generación que también debe pegarse sus propias hostias.
Como todos los eruditos gestores que parlametaron, yo también tengo mi opinión sobre Alicante y su cultura, pero ayer no era el día de repetirme, sino más bien, de escuchar. Respeto profundamente lo que se ha hecho bien y mal, respeto, también, a las personas que han puesto en marcha un sinfín de iniciativas que triunfaron y fracasaron… pero no hay que olvidar que su tiempo ya ha pasado y que sus conceptos de Alicante y su cultura, a lo mejor, laten ya de otra manera.
El Teatro Principal no entró en un circuito escénico planteado en 1992 ¿y qué? han pasado 27 años… Ningún Ayuntamiento paga 6 millones de euros (más la puesta a punto) por comprar el Cine Ideal para que mis amigos y yo lo gestionemos ¿Sí? Y Las Cigarreras no tiene ADN ¿O no se lo queremos dar? Y no hay público suficiente ¿o no le sabemos dar lo que demanda? o hay no se cuantos escenarios públicos inutilizados… coño ¿no dices que has trabajado en el Ayuntamiento o en la Comunitat?
¿Saben mi impresión? Lo que yo pienso es que se han contagiado de la dejadez de ese público al que critican y precisamente, la falta de implicación es el mayor de los defectos de esta ciudad. Aquí se habla mucho, se critica más, pero cuando hay que mojarse todo dios esconde la mano, escurre el bulto o culpa al político de turno. ¿Se han planteado buscar inversión privada? ¿y crear un grupo de ocupación de espacios vacíos? y ¿qué tal si escuchamos a jóvenes cómo Itziar Vélez a la que ayer ignoraban mientras hablaba de pedagogía y otras nuevas fórmulas o a Marina Torrecilla que fue más coherente que ustedes hablando de cosas que sí se pueden mejorar como la comunicación o la eliminación de los cortoplacismos? O a actores como Santi Avendaño al que no le dejaron ni hablar.
Esa es la clave, aportar más que recordar, mirar al futuro, crear escuela y fomentar que la cultura, más allá de subvenciones es un bien común que aporta educación, civismo, turismo, comercio y mucho dinero.
Por eso, salvo cinco cosas de ayer.
- El planteamiento de la importancia de la «autocreación» que hizo Sanguino. Para que una ciudad funcione hacen falta referentes y espacios para crear.
- La importancia de la pedagogía y la educación. Alicia Garijo ha abierto una nueva vía resucitando el Arniches, ya no sólo como teatro sino como punto de reunión de la cultura. Quizá eso sea lo realmente necesario: pensar más en el futuro que en el pasado.
- La especialización de los espacios. Hay que dotar a cada escenario de una identidad: pedagogía, formación, experimentación, innovación. Lógicamente hay una necesidad de inversiones privadas y fórmulas no institucionales, pero al menos, hace falta que el criterio que han demostrado Sanguino y Garijo tenga continuidad y arrastren a nuevos puntos de partida en otros espacios públicos como Cigarreras, las casas de Cultura, etc
- La interconexión con la Provincia. Hay vida más allá de la frontera y hay que saber crear sinergias con El Campello, Sant Joan, Mutxamel, Elche, Orihuela, Murcia o Valencia
- Las nuevas voces o, más bien, las nuevas ideas. Hay que implicar y conocer a las nuevas generaciones. Se está empezando a mover gente de treinta y pocos años y hay que facilitarles los medios para que esa transición entre los «niños del Arniches» y la generación perdida encuentren un aliciente en la cultura.
¡Larga vida a la cultura alicantina!
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