Daban ganas de sacarlo a pasear por la ciudad, con su artefacto interespacial, para despertar a todos los que, en aquel momento, debían estar emborrachándose, o viendo Gran Hermano. Apetecía salir a recordarle al mundo, que más allá del aburrimiento hay vida y gente que se esfuerza en que la apatía no sea una constante en nuestra existencia. Pero para divertirse hay que tener ganas y, sobre todo, una vara de medir que adjetive objetivamente todos los matices que hay entre lo superfluo y lo snob.
Nosotros, procuramos no desarrollar demasiado nuestra parte más pedante. Por eso, más que en tratar de convencer al que no quiere ser convencido, preferimos agradecer su trabajo a quien se esfuerza en alimentar nuestra sed de cultura y, sinceramente, si fuimos a la caja negra fue por eso. Porque esta ciudad necesita iniciativas como la de ayer que la saquen del letargo; y ya sea con loops, con conciertos minoritarios o con ideas barrocas que no le venderías a nadie que mire más el beneficio económico que el mental… debemos valorar lo que cuesta contagiar tu ilusión, a ese escaso número de personas que todavía mantienen intacta su capacidad de entusiasmarse.
Luego lupin Walker empezó a adentrarnos en el bucle en el que habíamos venido a entrar. Sus ritmos sureños, más propios de las zonas rurales de Estados Unidos que de la terreta, nos hicieron viajar desde el country hasta el soul, con reefs muy logrados de guitarra, una voz profunda que se peleaba con el frío por recorrer nuestros cuerpos y unos variados ritmos de batería que nos contagiaban la efusividad de los caretos del drummer local.
Otro artista local: Jorge Gavaldá, tomó el relevo de Ionoso y chinoso, y desde una esquina del escenario, aferrado a su guitarra y rodeado de elementos electrónicos, más parecidos al concepto de futuro que tenían los cineastas de los 80 que a lo que habíamos visto hasta ahora sobre las tablas, nos tocó una pieza dedicada a Marián, mientras en la pantalla se iban mezclando un sinfín de imágenes minimalistas que nos mantenían a mitad de camino entre la somnolencia y la locura.Las fotos son de J. Luenguer: https://m.flickr.com/#/photos/luenguer2/sets/72157649384545078/










muy bueno , gracias
Tremendo artículo.