La endogamia es mala, porque te hace creer que tu realidad es única y exclusiva. Te ensimismas tanto en lo tuyo, que llegas a creer a pies juntillas que lo que ves es lo que es, y eso hace que, a veces, pierdas la perspectiva. No es algo bueno. Pero le pasa a los foguerer@s que huyen de la crítica, o a los del PSOE de Alicante haciendo encuestas a gente con pinta de «normal», para reafirmar, lo que quieren transmitir (la suciedad, los puntos violetas, la modernidad…), que no es lo mismo que lo que luego tiene en cuenta la gente cuando vota.
Por eso, a veces, es bueno romper la rutina y dar un paseo por el resto del mundo. Y las Hogueras, para eso, son un buen «campo de batalla», porque en ellas no me voy a encontrar a casi ningún cultureta de los que me rodean habitualmente. Y aparte, hay mucho guiri captando su particular visión de una ciudad, que para mí, poco tiene que ver con lo que transmite cuando está de fiesta.
Con las cosas así, llevo dos días «bajando» a Alicante a ver las mascletás. Cogiendo el Tram a deshoras, charlando con desconocidos con gorros de Anís Tenis, o, simplemente escuchando lo que conversan a mi alrededor. (Mi estricto juez interior no puede evitar pronunciarse, pero por una vez, le he puesto un bozal. ¡a callar! Porque mi opinión, en esto, no importa.)
Eso sí, me extraña lo superfluo de la mayoría de conversaciones. Estoy acostumbrado a análisis sesudos, críticas feroces y demandas exclusivas… pero la mayoría vive ajena a eso, en un mundo en el que importa poner verde al ex, comentar la jugada de la noche, o hablar de fútbol, sálvame, twich y cosas que no entran en mi ideal de diversión, precisamente.
En el bullicio la cosa ha sido parecida: vacaciones, Gundogan, el «puto» sanchismo, las primeras burradas de los otros, o los colores de los monumentos de hogueras (nada de su contenido, ni de sus porqués)… cosas que tengo claro, que van ligadas a no pasar del titular de un artículo, de haber perdido en el camino la capacidad crítica o de haber desarrollado el arte de contentar al tonto, como deporte.
Mientras estallaba la mascletá hoy, me he preguntado cómo me verá a mi toda esta gente. Raro, obviamente, algo amargado, distante, tal vez complejo… quizá ni siquiera me juzguen, porque no les importo en absoluto. Ni yo, ni mi trabajo, ni lo que digo, o escribo.
Me he sentido raro. Y un poco tonto. Preso de la frase de Papini (Quiero saberlo todo. Y siempre me encuentro como antes, triste como la vida y resignado como la sabiduría.) o reflexionando porqué ya a principios del siglo, Einstein ya nos guiaba con la reflexión sobre el «Cada día sabemos más y entendemos menos».
Ante mi un cartel con las corridas de Hogueras. Niños tirando petardos con mala baba, gentuza que tira sus latas de cerveza vacía al suelo. La diferencia entre ellos y yo, es que mis vicios culturales, o mis visiones parciales, no perjudican a nadie. De hecho, visto lo visto, sólo me perjudican a mí. Mientras el ruido, la suciedad, matar toros, o mear en una farola sí que me hace daño a mí.
Soy minoría. Es obvio. Y me pregunto si el resto de minorías se hace estas preguntas, o siente el dolor que provoca formar parte de esta lógica que dibuja banderas en tu muñeca, que normaliza barbaridades, que hace negocios ante una fuente que se cae a cachos cada junio y que no sé si se emborracha para olvidar, o porque hay algo de transigencia flotando en el fondo de sus conciencias.
El juego de burros, en el que se premia la ignorancia…
Al quitarme el bozal, tengo la sensación de que dedico más tiempo del debido a intentar cambiar el mundo, porque quien lo habita es gente que no quiere cambiarlo. O es mejor que no tenga la potestad de cambiarlo, porque no creo que fuera bueno… al menos para mí.
Quizá deberíamos dedicar más tiempo a pensar porqué y menos a «esnobizar» esta endogamia que nos quita el hambre y la sed, pero que deja otras secuelas más graves, que si las cosas siguen así, nunca van a tener solución. Al fin y al cabo, Náquera está más cerca de lo que creemos… y por mucho optimismo y puntos de programa que discutan, tengo claro que si has llegado a este punto del artículo, es porque compartes opinión conmigo. El que no, ni siquiera ha pasado del titular. Y en Alicante, por desgracia, son mayoría ABSOLUTA. Y viendo la diferencia de apegos entre los 100 que se manifiestan y los miles que se emborrachan hoy, dudo que eso cambie en un tiempo.
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