El éxito no siempre puede medirse en números. Hay veces que gente como Meet & Live va un paso más allá del simple beneficio económico o eso que ahora se cuantifica en likes, o en cantidad de gente congregada en una estación.
Puedes adornarlo con fotos de gente riéndose, montar un fotoco(o)l en el que salgan guapos los modernos (y las modernas) y marcar la diferencia del buen gusto viendo quien se pide una Mahou Clásica y quien opta por una IPA, una artesana, o una con doble lúpulo.
Unos fardarán de haber sacado fotos con Rafa Ariño, otros de haber pinchado con Corrientes Circulares, había hasta bags (auto)personalizadas con la inestimable ayuda de Océano índigo. Definitivamente, dejaremos de hacer el ridículo cuando tengamos que servirnos una caña, y no haya un camarero a mano o tengamos que montarnos en un Sancheski ¿te acuerdas?.
Hasta puede que cuando, dentro de un mes, hagamos el balance de lo que fue el 2021, nos acordemos de la sensibilidad de Maren o nos sigamos preguntando cómo Delafé la pudo liar tanto con un organillo parecido al que llevaban los gitanos cuando paseaban a sus cabras.
Hoy quizá te parezca que Séneca está desnuda sin carteles, sin sillas, sin vasos acumulándose en las mesas o sin los paraguas que no te dio tiempo a abrir. Y todo eso metido en un análisis más profundo te dirá que La Estación fue un éxito. No por lo que estaba previsto en el programa, ni por los números. Sino porque sin quererlo consiguió que una parte importante de la cultura de la ciudad de Alicante se tomara una cerveza en la misma mesa. Hablando como si no hubiera precariedad, como si se pudiera debatir distendidamente, sin políticos, ni técnicos, ni presupuestos, ni números… sólo el público. La gente que disfruta del trabajo silencioso del gestor, del sonido imposible de un técnico luchando contra lo que no está escrito, reencontrándose con la normalidad que tanto echábamos de menos.
Al final, nos mojamos todos. Pero no de la manera que habían previsto los meteorólogos.
Deja una respuesta