Dice el «Informe sobre el estado de la pobreza» que el 27,9% de los españoles (casi 13 millones de personas) sobreviven en el umbral de la pobreza o lo que la macroeconomía denomina «riesgo de exclusión social«. Muchas de ellas en el Levante español, tierra de contratos temporales derivados del fomento del turismo de pacotilla.
El Índice AROPE, base de este estudio, se basa en 3 factores: el desempleo, tener ingresos inferiores a 684€ o tener problemas para pagar lo básico (la electricidad, la vivienda, el teléfono, etc).
En España algo más del dos por ciento de la población padece los tres indicadores, en total, más de un millón de personas que no pueden estar peor. Pero hay doce millones de tontos (porque ni siquiera nos unimos para protestar) que vivimos al límite. Tenemos un empleo (o varios), estamos emprendiendo un proyecto que requiere tiempo e inversión (que no tenemos) ponerlo en marcha… muchos tenemos estudios superiores, pero entre Hacienda, la falta de empatía de algunos funcionarios y el miedo al rechazo social, sufrimos en silencio una lacra, que por mi experiencia, es más que común en el mundo de la cultura.
Hoy voy a exponer mi caso. Pero en mi entorno convivo con cientos de artistas pluriempleados que sufren el mismo problema, al menos 18 proyectos empresariales que dependen de la paciencia y de unos ahorros estirables hasta un punto, o amistades que han tenido que renunciar a sus sueños, porque en la realidad, no tienen medios para afrontar cosas como un techo, un mes de electricidad, o una lista de la compra. Por no hablar de los que emigraron para buscar fuera lo que aquí llevaban una eternidad sin encontrar.
Mi historia.
Soy una persona con la carrera de periodismo. Desde que me licencié he trabajado de jardinero, empleado de parking, camarero, dj de bodas, encargado de seguridad, marmolista, vendedor de libros, teleoperador, freelance, algo de «lo mío»… el contrato más largo en 15 años ha sido de un año, dividido en dos contratos de seis meses. Así que decidí seguir formándome con másters, idiomas, cursos de community manager, SEO, Gestión cultural… entre pitos y flautas debo de haber facturado unos cuatro años, porque muchos de los trabajos citados, me contrataban de manera poco legal cotizando sólo una parte de lo que en realidad acababa currando.
Sólo en mis tiempos de Dj de bodas he tenido margen para ahorrar. Dinero que siempre me gasté en grabar discos, escribir un libro o resistir sin acabar muerto de hambre, porque obviamente, si no cotizas, tampoco recibes ayudas. Por lo que tu margen para salir del hoyo es más bien escaso.
Total, que tras dos blogs intentando que mi vocación periodística no se fuera a la mierda, iniciando una nueva vida en Alicante, decidí montar la web Alicante Live Music. En principio era una forma de adaptación derivada de un trabajo del curso de Community Manager que hice hace ya cinco años. Pero sin un punto de partida como modelo real de negocio, vi que el asunto tenía filón mediático, y vistas las ofertas de trabajo precario en las que, por ejemplo, trabajé todos los fines de semana (de viernes a miércoles) de un año, por apenas 800€ limpios. Decidí tirarme a la piscina y emprender.
Primer escollo: facturar. No comparto, pero entiendo perfectamente todo el entramado «en negro» de este país. Porque más allá de las trabas burocráticas, hay una agobiante falta de empatía en la atención al público de Hacienda y la Seguridad Social. A la hora de montar un negocio, pierdes una cantidad de horas exagerada por culpa de la incompetencia de personajes que tuvieron la suerte de sacarse una plaza fija que no merecen (y nadie les va a quitar nunca). El tío del ordenador me llaman. Porque cada vez que les visito y me dicen que «es un trámite sencillo que puedo hacer por internet» les pongo en el brete de sacar el portátil y decirles: «si es tan fácil, hágamelo usted», una vez tuvieron que bajar cuatro «empleados» para darme de alta en la firma electrónica, y otros cuatro para enseñarme a facturar con FACE.
Superado el primer escollo te das cuenta de que estás solo ante un mundo que no conoces. Y te toca aprender finanzas, labores comerciales, diplomacia, contratación y malabares a marchas forzadas. Resulta que tu cuota de autónomos es la misma, seas un principiante que factura cero euros al mes o un iluminado con un negocio que le hace millonario.
Con entre seis meses y un año de puesta en marcha del negocio, con inversiones (diseño, gasolina, comida, stage…) pero sin ingresos, coges tu dossier y te recorres las oficinas de tus potenciales clientes: «Hola señor agente cultural, soy Alicante Live, una web que recibe más de un millón de visitas anuales, con un público que te interesaría para mejorar tu imagen ante la sociedad, para vender tu producto, para fomentar la cultura y la educación…» La respuesta es similar a la que tenía en la búsqueda de empleo: «ya te llamaremos». Y esa llamada o tarda tiempo en llegar, margen en el que tu negocio puede morirse por falta de medios, o nunca llega.
Cambias de estrategia: «me necesitas»: yo fomento tu marca, tu evento, vendo tus entradas… Y ellos siguen con «me lo pensaré». Tiras los precios porque necesitas comer, y por lo que en otras épocas cobrabas 150€, ahora pides 20 (incluídos los tres viajes, el papel de la factura, etc) empezamos con el vaivén del FACE, el alta interminable a terceros si es algo público… y la caradura de algunos negocios que ya conocía de mis tiempos de músico, y de la experiencia de mis amigos los artistas. «No tengo dinero para pagar tu trabajo, pero mira el coche nuevo que tengo en la puerta».
Acabas quemándote, y como la sociedad te impide hacer públicas tus precariedades, el cuerpo explota con arritmias, estrés diagnósticado y la solidaridad de cuatro amigos, tu pareja y tu familia, que impiden que acabes conformando la nómina de los cada vez más frecuentes, vagabundos.
Entonces llega la rabia en forma de artículos que leen decenas de miles de personas. Si me dieran un euro por visita sería, literalmente, millonario. Recuperas el carácter investigador para ver que esos que te dicen que no hay dinero, gastan millonadas en chabacanerías varias, eventos deficitarios, anuncios caros que no revierten de ninguna manera… Y entiendes que en este territorio, el concepto cultura está ligado a la educación, al criterio inexistente, a la denuncia o a la loa (según proyecto). Toca abrir el abanico del tiempo, para convertir el corto plazo, en medio- largo (darte a conocer, visitar uno a uno a todos los que no te cogen el periódico, hacer un balance estratégico de lo que se ofrece y lo que se demanda…).
La pobreza moderna se hace efectiva. Curras 12 horas al día, sin descanso, tienes pequeños clientes, que hacen que algunos meses puedas comer. En total, cobras 500€: comida, 60€ de autónomo (el primer año), una cuarta parte del alquiler, por gentileza de mi pareja. La gente te ve pedirte una cerveza y te dice «se ve que la cosa ha mejorado»… «Tú puta madre, piensas para tí», porque de esos 500€, casi 200 llegan con retraso burocrático, y cobras tres meses tarde (cuando los cobras) trabajos que tú haces en el momento.
Y sigues formándote: el Proyecto Impulsa, con 18 futuras empresas culturales que malviven igual que tú. Y sigues en la calle, para que no se olviden de ti… y tus números crecen, necesitarías 3 empleados más, pero como no hay pasta sigues haciéndolo tú, lo que genera más estrés, más prisas… y el dinero sube a cuentagotas: «te pago 600€ dentro de seis meses», programa en mi local GRATIS, ¿Quieres que creemos una sinergia en la que yo me aprovecho de tus números y tú no ganas nada?
Un día piensas que lo dejas. Resulta que te hacen ofertas para tener un sueldo digno, catorce pagas… y tú te empecinas en que puedes llegar, que cada vez falta menos… pero así han pasado cinco años, con la misma ropa en el armario, con tu proyecto musical en stanby, sin tiempo para escribir tu segundo libro, sin pasta para irte de vacaciones, y a veces, ni para cenar con tus amigos.
Los que saben de esto de los negocios, dicen que es algo viable, que debería estar ganando mucho dinero, pero yo, oficialmente, soy pobre, seguramente, porque no sé explicarme bien, o porque me falta tiempo, porque hay que ser muy zoquete para no darse cuenta de los beneficios de estar en una Agenda, de facilitar la venta de entradas, de dar una imagen de modernidad que ningún otro medio tiene… y ahí sigo, apenas tengo dinero para pagar la cuota de autónomos, comida… estadísticamente, soy pobre, aunque me cueste reconocerlo. Dependo de gente que no entiende que sus retrasos están acabando con un proyecto del que se beneficia mucha gente.
Ahora soy padre de una niña de quince días. Sigo sin llegar al salario mínimo que prometieron Pedro y Pablo, no me he podido coger la baja por paternidad, he tenido que volver a Hacienda a hacer el enésimo papeleo, para recibir las ayudas que nunca me dieron.
Yo puedo morirme de hambre, incluso podía haber muerto en el intento de salvar a la puta cultura de esta maldita provincia. Porque creo en ella y en la gente que la conforma cuando piensa más allá de su propio ombligo.
Mi último intento ha comenzado. Pretendo dar la estocada definitiva: a la precariedad, o a mi vida como medio de comunicación cultural. Pero tengo claro que si este último proyecto no funciona, pasaré a englosar esa lista de nostalgia de proyectos que la gente empezó a echar de menos cuando dejaron de existir. Si no funciona, me buscaré la vida como la mayoría, con un trabajo normal, de lunes a viernes, con, un salario que haga que no me preocupe de nada más que de cobrarlo. Por suerte, ofertas no me faltan, aunque en el fondo, me da pena. No por mí, sino por todos los artistas, el público que he generado en este tiempo y por el futuro que siempre he soñado regalarle a la niña que llora a mi lado, mientras termino de escribir esta declaración de mi realidad, que en el fondo, es una parte de la vuestra.
merce dice
Hola!!
Tu artículo me ha tocado por varias razones, me es bastante fácil ponerme en tu lugar porque como tú, soy emprendedora desde hace 18 meses y comprendo las dificultades que ello conlleva. Sin embargo gracias a la fuerza que me da el hacer lo que me gusta sigo adelante , aunque para ello he tenido que tirar de préstamos personales pensando siempre que la año que viene irá mejor.
No tengo la rscibir de recibir ofertas de trabajo, supongo que mis 53 años hacen que mi CV sea invisible y me niego en rotundo a trabajar para indeseables que se aprovechan de esta situación y de otras muchas que hoy en día tenemos en España. Me siento en desigualdad de condiciones frente a otras personas con trabajos fijos pero intensamente feliz porque hago lo que me gusta.
Es verdad, somos pobres pero por favor te pido que no tires la toalla y no nos dejes sin tu agenda cultural. Pienso que Alicante le sobra mucha fiesta y está falta de espacios y eventos culturales , música, arte etc
Saludos.
Resistencia dice
Tanta sinceridad y verdad social, me emociona, cabrea ( por lo social) admira, ( tu resistencia). Cuanta vida real hay en tu escrito¡…yo soy un «bicho raro» en mi burocrático trabajo funcionarial, doy los buenos días, invito a sentarse con un por favor, escucho…más las normativas se hacen en el parlamento…después de ser aprobadas en el verdadero poder…ya me entendéis…Resiste, tu guía nos guía…Enhorabuena por lo de padre, también es un reto, pero más humano.