Si algo bueno tiene el otoño, es que los cineforums vuelven a tener actividad. Y para abrir boca la Filmoteca de Sant Joan nos ha preparado un mes de octubre dedicado al centenario del nacimiento de INGMAR BERGMAN, un ciclo dedicado al gran cineasta sueco con cuatro de las películas más relevantes de su filmografía.
Como siempre, las películas se proyectarán en el Auditorio de Sant Joan, los lunes a partir de las 20.00h con entrada Gratuita. Las sesiones vendrán precedidas por unos vídeos introductorios que sitúan al espectador en el contexto histórico y cultural de cada film. También estarán disponibles los habituales programas de mano que amplían los análisis de las películas y que junto al material divulgado en la red conforman un archivo lleno de información original y de calidad que se actualiza constantemente.
Programación del Ciclo »100 AÑOS DE INGMAR BERGMAN»
- 1 de octubre –Un verano con Mónica (Sommaren med Monika, 1953). Rodada en el verano de 1952, Un verano con Mónica fue el duodécimo largometraje dirigido por Ingmar Bergman. La película pertenece a un segundo periodo de la filmografía del cineasta sueco, y significó su reconocimiento internacional. En 1952 Bergman se encontraba en plena crisis laboral y familiar, con un contrato «de esclavo» en sus propias palabras con la Svensk Filmindustri que había congelado sus ingresos, por culpa de una huelga de productores en la compañía. Para sacar adelante a su familia (con 5 hijos que alimentar), Bergman tuvo que aceptar la dirección de anuncios publicitarios para una marca de desodorantes. Bajo este contexto se gestó Un verano con Mónica, una producción muy modesta económicamente, con un sencillo argumento a partir de una novela de su amigo Per-Anders Fogelström, con quién elaboró el guion de la película. Un verano con Mónica narra el romance de dos adolescentes de clase trabajadora de Estocolmo: Mónica (Harriet Andersson), que trabaja en un colmado y vive con sus padres y hermanos en un pequeño piso abarrotado, y Harry (Lars Ekborg), un tímido dependiente en una fábrica de porcelana cuya relación con su padre viudo es tensa y silenciosa. Tras conocerse, los dos jóvenes deciden abandonar sus trabajos y sus familias para alejarse del mundo que conocen y perderse durante unas semanas en un bote por el archipiélago de Estocolmo. Pese a no ser hoy considerada entre sus obras maestras, Un verano con Mónica resultó ser en su tiempo una de sus películas más influyentes, significando una suerte de verso libre en su filmografía. La película impactó notablemente entre los jóvenes críticos franceses que pocos años más tarde formarían parte de la «nouvelle vague», atraídos por el erotismo explícito y provocador que exhumaba la película y por el retrato de la pareja de adolescentes enamorados, rebeldes, a la fuga y ávidos de libertad. A día de hoy continúa siendo la película de Ingmar Bergman más vista en los Estados Unidos.
- 15 de octubre: Fresas salvajes(Smultronstället, 1957). Considerada por muchos como la obra cumbre de Ingmar Bergman, la reputación de Fresas salvajes no ha hecho sino más que crecer con el paso de los años. En una encuesta de 2002 realizada por ‘Sight & Sound’, los directores Ken Loach y Jaco Van Dormael la situaron en su top 10 de los mejores largometrajes; por su parte, el tabloide ‘The Village Voice’ la colocó entre los 250 mejores largometrajes del siglo XX; en una entrevista en 1963, el cineasta Stanley Kubrick mencionó que Fresas salvajes era su segunda película favorita, mientras que Federico Fellini alegó en otra entrevista, ese mismo año, que era la única película de Bergman que había visto y que le fue suficiente para entender lo gran artista que era. En pleno apogeo profesional, artístico y creativo —era director artístico del teatro principal de la ciudad de Malmö y disfrutaba del aún candente éxito de sus dos anteriores películas, Sonrisas de una noche de verano (Sommarnattens leende, 1955) y El séptimo sello (Det sjunde inseglet, 1957)—, Ingmar Bergman escribió el guion de Fresas salvajes en la primavera de 1957, a partir de una idea que le había surgido tras un viaje de Estocolmo a Dalarna, y detenerse en su Upsala natal; al llegar a casa de su abuela se imaginó si podría abrir la puerta y encontrar en el interior todo como estaba durante su infancia. Fresas salvajes narra, a modo de road movie, la crisis existencial e introspectiva del profesor Isak Borg, interpretado por el que fuera maestro de Bergman, Victor Sjöström, durante su viaje en carretera a la Universidad de Lund con motivo de la celebración de su jubileo doctoral. A sus 78 años, el profesor Isak Borg mantiene una gélida relación con su hijo Evald (Gunnar Björnstrand) y apenas tiene relación con nadie más que con su fiel ama de llaves y su nonagenaria madre; su nuera Marianne (Ingrid Thulin) le acompañará en un viaje, al que se añadirán posteriormente un grupo de tres jóvenes vivaces y un matrimonio atormentado; los continuos reproches de su nuera, la semblanza de una de las jóvenes (Bibi Andersson) con su amor platónico de juventud y la tensión latente en el matrimonio con el que se topan en la carretera, provocarán en el viejo Isak Borg una serie de recuerdos de su infancia y adolescencia junto a su familia, al tiempo que reconstruye su propio juicio vital. Pasado y presente se unen mediante extraordinarios flashbacks, en una película cuyo alto contenido poético equilibra a la perfección su discurso existencialista, convirtiéndola en una obra maestra única e inclasificable en la filmografía de Ingmar Bergman. La secuencia onírica inicial de la película es una de las más influyentes y estudiadas de la historia del cine; una secuencia simplemente sublime. Fresas salvajesrecibió varios premios cinematográficos de prestigio: en 1958 ganó el Oso de oro a la mejor película en el Festival Internacional de Cine de Berlín; ese mismo año, también obtuvo un premio Pasinetti en el Festival de Cine de Venecia; al año siguiente consiguió las nominaciones a mejor película y mejor actor extranjero para Sjöström en los premios BAFTA, dos galardones en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata al mejor largometraje y al mejor actor, y un premio Bodil a la mejor cinta europea; en 1960, consiguió un Globo de Oro honorífico a la mejor película extranjera y logró una nominación al Óscar en la categoría de mejor guion original. Sin duda alguna, Fresas salvajes es una de las obras más influyentes y aclamadas de la historia del cine.
- 22 de octubre- La hora del lobo (Vargtimmen, 1968). La hora del lobo es otra suerte de verso libre en la filmografía de Ingmar Bergman, aclamada por la crítica como una de sus mejores obras. A medio camino entre el género de terror, el surrealismo y el drama psicológico, La hora del lobo resulta tan hipnotizante como claustrofóbica y reformula varias de las obsesiones de Ingmar Bergman respecto al aislamiento, la soledad, el miedo existencialista y la muerte. Rodada en escenarios naturales de la reserva natural de Hovs Hallar y en los platós de Svenk Filmindustri Studios en Estocolmo, la película relata la convivencia de una pareja de artistas recluidos en una solitaria isla, plagada de pesadillas nocturnas y acosados por extraños seres demoníacos. Protagonizada por Max Von Sydow en el papel del pintor Johan Borg y por Liv Ullmann en el papel de su mujer Alma, La hora del lobo originalmente fue concebida por Ingmar Bergman bajo el nombre de Los caníbales; sin embargo, Bergman terminó por titular a la película como La hora del lobo en referencia al mítico calificativo en la cultura nórdica con la que se conoce a «la hora entre la noche y el amanecer, en la que muere más gente, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas se sienten más reales, cuando los demonios son más poderosos, pero también cuando nacen más niños». La película establece una relación directa entre la naturaleza del artista y sus propios demonios internos; de su incapacidad para evitar la creación de un imaginario que puede resultar destructivo y terrorífico en un estado de debilidad y reflexión existencial. El insomnio profundo que padece el pintor Johan Borg potencia hasta el límite su temor ante la llegada de la llamada hora del lobo. Con una ambientación prácticamente expresionista, tanto en la iluminación como en algunos de los encuadres, La hora del lobo experimenta con el medio cinematográfico hasta el límite de la técnica fotográfica en blanco y negro, desde los planos completamente oscuros hasta los absolutamente saturados de luz, gracias al excepcional trabajo del director de fotografía Sven Nykvist. La hora del lobo está comúnmente relacionada, tanto temáticamente como por su dosis experimental en la narración, con algunas otras películas de Bergman durante este periodo como Persona (1966), La vergüenza (Skammen, 1968) o Pasión (En passion, 1969). En La hora del lobo, Ingmar Bergman continúa experimentando con lo metafílmico al incluir durante los títulos de crédito sus propias órdenes a los actores durante el rodaje, para comenzar con el personaje de Liv Ullmann dirigiéndose directamente al espectador, algo similar a los experimentos metafílmicos que ya hiciera en Persona o a los que haría en Pasión. Ingmar Bergman se inspiró en los cuentos de E.T.A. Hoffmann y en algunas pelúclas de de F.W. Murnau, para dotar al relato y a su puesta en escena del ambiente terrorífico y expresionista. La hora del lobo ganó el premio al mejor director de la National Society of Films Critics de los Estados Unidos y el premio a la mejor actriz para Liv Ullmann por la National Board of Review de Nueva York.
- 29 de octubre: Gritos y susurros (Viskningar och rop, 1972). Gritos y susurros fue un película que Bergman deseó realizar durante mucho tiempo, ansioso por continuar la experimentación en la que se había embarcado en anteriores películas de su filmografía como El silencio (Tystnaden, 1963) o Persona (1966). Ingmar Bergman estaba especialmente interesado en continuar experimentando junto al director de fotografía Sven Nykvist en el color y la iluminación, para «encerrarse realmente en el laboratorio». La idea germinal, la primera imagen que tuvo el cineasta sueco, fue la de una habitación completamente roja con mujeres vestidas de blanco en su interior. A partir de esta imagen/idea, Bergman escribió un relato ambientado en una mansión de finales del siglo XIX, sobre la relación familiar entre tres hermanas mientras una de ellas, Agnes, interpretada por Harriet Andersson, lucha contra un cáncer de útero terminal. Anna, la criada de la familia (Kari Sylwan) se mantiene cercana a ella, mientras que las otras dos hermanas, Karin y María, interpretadas por Ingrid Thulin y Liv Ullmann respectivamente, confrontan su distancia emocional la una con la otra. En Gritos y susurros, Ingmar Bergman reformula de nuevo sus obsesiones personales con temas como la muerte, el matrimonio, la existencia de Dios, la condición humana, la psicología y simbolismo femeninos o la búsqueda de significado en el sufrimiento que incluye algunas alusiones bíblicas. La maestría de Sven Nykvist en la dirección de fotografía se vio reflejada en la película desde los delicados encuadres de los rostros hasta la cuidada variedad de color rojo que ofrece la película; Nykvist expresó en una entrevista que «cada una de las habitaciones tiene un tono de color rojo diferente; puede que los espectadores no sean conscientes de ello mientras vean la película, pero lo sentirían». A principios de los 70 las películas de Bergman eran difíciles de comercializar y por lo tanto el capital extranjero no estaba disponible para financiar la película, por lo que Bergman decidió rodar la película en sueco y no en inglés —como su anterior película, y única producción estadounidense, La carcoma (The Touch, 1971)—, y financiar a Gritos y susurros a través de su propia productora, Cinematograph. Bergman invirtió ahorros personales de 750.000 coronas suecas y consiguió préstamos de 200.000 coronas suecas, aunque también tuvo que pedir al Instituto de Cine Sueco apoyo con el presupuesto de 1,5 millones de coronas suecas. Para ahorrar costes, las actrices principales y Sven Nykvist dieron su sueldo como un préstamo y fueron nominalmente coproductores. Bergman escribió: «Hoy siento que en Persona y luego en Gritos y susurroshabía ido lo más lejos que pude, y que en estos dos casos, cuando trabajaba en total libertad, tocaba secretos sin palabras que sólo el cine puede descubrir». Tras su estreno en los Estados Unidos, donde la distribuyó Roger Corman y New World Pictures, el largometraje debutó en Suecia y se proyectó, fuera de competición, en el festival de Cannes de 1973. A diferencia de las dos películas anteriores de Bergman, Gritos y susurros fue un éxito tanto comercial como de crítica, y recibió cinco nominaciones a los Óscar, incluyendo una a la mejor película —algo poco usual para una cinta extranjera— convirtiéndola, así, en la cuarta película de habla no inglesa en recibir dicha nominación. Sven Nykvist ganó el Óscar a la mejor fotografía por Gritos y susurros, gracias su extraordinario trabajo en la película.
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