Desde que leí la noticia de aquella octogenaria que puso una queja por exceso de ambiente español (en Benidorm) he estado buscando un argumento para meterme con los guiris intransigentes, su concepto de vacaciones y su afán por destruir las costumbres locales del resto del mundo con sus pintas de cerveza, sus partidos de la Premier y sus borracheras en colchonetas gigantes.
Por suerte, cuando la inspiración no viene a verte, la vida misma te lanza un guiño para darle forma a esa idea y aunque estoy en mitad del Algarve, tomándome un café helado junto a una vieja iglesia; una camarera, sin quererlo, ha descrito a la perfección lo que en mi cabeza era una maraña de ideas sueltas.
La conversación.
(Para poneros en situación, por si no habéis estado en Portugal, aquí los camareros gastan un humor bastante rancio)
– Good Morning – Dicen cuatro guiris sentados en un café de la plaza de la Iglesia de Sao Antonio en Lagos
– Bom Día – Replica una joven camarera mientras posa 4 «menús» en la mesa –
La chica se gira, termina de servirnos los cafés, a nosotr@s, y los zumos a los clientes de la mesa de al lado y tras un par de minutos de margen para pensar, se acerca y pregunta en perfecto inglés, con acento portugués:
– Habéis decidido ya?
– Sí, una pregunta ¿Los platos llevan patatas fritas?
La camarera cambia el semblante y le explica que en Portugal es tradicional acompañar los platos con patatas cocidas, no fritas.
El inglés no comprende y le dice que – ¿cómo puede ser eso?
La camarera se viene arriba (parece haber vivido esta situación otras veces): – ¿Veis esa bonita iglesia? Pues antes de que vosotros descubrierais las pintas, las patatas fritas y la música de los Beatles, el resto del mundo ya tenía su propia vida. Vuestro nivel adquisitivo y la mala costumbre de no pasar hambre que tenemos los demás, ya se ha cargado hermosuras como Albufeira. Así que si queréis patatas fritas y cerveza a las 11.30 de la mañana, no tenéis más que recorrer treinta kilómetros, pero si venís a Portugal, quizá deberíais plantearos que aquí no comemos Beens para desayunar, comemos pastéis de nata o bolinhas, cenamos sardinas o pescado fresco en vez de hamburguesas. La pasta es cosa de los italianos, las paellas de España. Aquí hay rodaballos y sopas.
Los guiris acabaron comiendo el plato con patatas cocidas y yo me pregunté qué hubiera sido de Benidorm, Bangkok, Albufeira o Torrevieja si en vez de adaptarse al guiri, hubieran convencido al visitante de lo importante que es para la belleza de un lugar mantener su idiosincrasia.
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