Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero, a veces, hay excepciones. Para ello, en el camino entre el «To Be continued» y la nueva hoja en blanco, hay que encontrar el punto justo de nostalgia, mezclado con las ganas de repetir lo inacabado.
No, no hablo de una relación tormentosa, o sí, la que tienen Iván Serrano y Anita Antón, que cuando coinciden en un escenario, encuentran la simbiosis bajo el seudónimo Ivanitas.
Un año después de la última vez, Anita está un poco más guapa e Iván un poquito más tonto (en el buen sentido), elegante y profesional, lo que convierte el espectáculo (en principio, musical) en una comedia, mezclada con dosis de drama, dos voces en dos tonos diferentes que tienen el don de erizar vellos y una receta de la felicidad. Que cuando te pones a cocinarla, nunca sale igual.
Te diré, Billy, por alusiones, que a veces, la vida, o una parte de ella, se puede vivir en un móvil. Aunque sólo sea para tomar nota de lo que pasa, o para que los desmemoriados como tu madre y yo, captemos la esencia de un bonito momento con una fotografía. No es más que eso, una forma distinta de vivirlo, pero tienes razón, la música, que es, al final, lo que provoca la verdadera felicidad, hay que sentirla con todos los ojos, oídos, narices y tactos que tengas repartidos por tu cuerpo. Y te hice caso.
De ahí que no recuerde el orden de las canciones, aunque reconozco que el desorden da mucha paz, ni los tiempos ¡qué gusto no tener reloj! ni las energías desmitificadas por Punset, ni las BSO de las series que antes veíamos. Sólo recuerdo un par de horas de paz, con trompetas de la muerte sopladas con el esternón, la picajosa replicante de la izquierda (siempre a la izquierda), a Eva perdida entre Palestina y Berlín, la luz, la exposición de la pared, el vago recuerdo de Fidel y al exseminarista que la vendimia se llevó a quitarse de encima la crisis de mierda esta, que reaparece cuando vosotros dos dejáis de cantar y el taller tumbao apaga sus luces.
To be, or no to be (continued), of course, porque no hay más pasión en París que… en el Tumbao y a veces, hay que dejar que uno se marche, sin mirar atrás, digerir las letras, las voces y que el chiribimbaum te acompañe, como la fuerza en la Guerra de las galaxias, pero sin lado oscuro.
Volveremos a vernos, con Copés, espero, y sin móviles, con los halagos de Maribel (que no falten), con el orgullo de padre, con el caso, ya hecho, a Elena y felices, que para eso estamos aquí, los ivanitas y los demás mortales.
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Alicia dice
Es genial está pareja y si encima toca en el El Taller Tumbao, buen rollo asegurado