- Fecha: Viernes, 12 de abril
- Lugar: Teatro Principal de Alicante
- Aforo completo
- Espectáculo: Relatividad General, de Juan Carlos Ortega.
El pasado viernes 12 de Abril, el cómico y periodista Juan Carlos Ortega traía su espectáculo Relatividad general al Principal con una puesta en escena que, por el suspense característico que el show conlleva, más vale no descubrir en la posible antesala de una crónica. Destacaba una radio antigua y diferentes conceptos abstractos expuestos a modo de lista. La función, estructurada por sucesivos fragmentos de audio (algunos tan famosos como el de la señora que no rechaza a su adictivo Lucifer o el de la que está cansada de las apariciones de la virgen) y experimentos creativos, dejaba entrever ciertas pretensiones de no querer gustar únicamente por la búsqueda de un ritmo frenético de comedia, sino también, por el entrañable homenaje al mundo de la radio y su misterio, en el que, se dirigía a sus espectadores tomando a la mayoría por radioyentes y, elogiándolos con reflexiones originales, envolventes: “las personas que oímos la radio somos más tolerantes porque hemos aprendido a escuchar”.
Si bien es cierto que había momentos donde la risa tocaba techo, la intención del artista no era la de mantenernos todo el rato en las alturas de la carcajada. Con mucha calma y diálogo cercano, casi transformando el teatro en una sala de estar, nos introducía cada sección a través de un misticismo atrayente, para luego, desembocar en sus historietas disparatadas, tan socarronas como elegantes, de un absurdo creíble y, cargadas de giros bruscos y tacos fulminantes e inesperados que, a su vez, aparecen fusionados con un lenguaje muy intelectual. Como siempre.
Juan Carlos es uno de esos cómicos que nos traslada al realismo mágico de nuestro pasado humorístico. Con referencias muy definidas y, confesándose gran seguidor de Gila, Faemino y Cansado, Gomaespuma y, otras tantas personalidades referentes, podríamos considerarlo como un comediante único, que adopta un estilo que, tal vez y, por desgracia, esté en peligro de extinción. Esta individualidad tan atribuible a su carrera, también fue apreciada con sus palabras durante el show, incluso implicando graciosamente al público: “dicen que soy un cómico minoritario, pero, eso significa que, ustedes también son un público minoritario”. Entre los momentos más brillantes de la noche, podríamos señalar la aparición o, más bien, semi-aparición, de la figura ensombrecida de Marco Antonio Aguirre, uno de los personajes que crea con su voz. Desde el patio de butacas se percibía una sensación de descubrimiento. Era tan real que no parecía Ortega. Incluso dio la oportunidad a los espectadores de que le preguntaran algo que les gustaría saber sobre él. La inercia con la que algunos y algunas se lanzaban a hablarle despertaba emociones teatrales. En ese momento, a nadie le apetecía reconocer que Marco Antonio fuera de mentira. El acting fue más allá y dividió su persona en ambas voces manteniendo oculto el rostro. Y, entonces, pudimos a ver a dos seres en uno, perfectamente coordinados.
Por lo demás, no faltó la crítica política hacia todas las variantes, haciendo especial hincapié a lo pesada que está la radio actual con el tema de Cataluña. Quizás, en este aspecto y, desde mi punto de vista, le sobra contenido. En un show de tan buen gusto como el suyo, pienso que, las referencias a los clichés políticos lo pueden ensuciar. Aunque, cierto es también que, ver a un artista sin máscaras, genera opinión y es digno de admirar.
Entre varios homenajes, destaquemos el que le hizo a Gila y a su misterioso “enemigo”, a Miguel Hernández y, a la radio en general. Y, también, y con especial interés, a la gente que sufre dislexia. Un tema en el que está volcado, tanto que, los beneficios de la actuación fueron destinados a la asociación Change dyslexia.
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