Objetivo conseguido. El grupo Baraka retira su plan para convertir el Ideal en un Hotel. Una vez más la plataforma Salvem l´Ideal ha conseguido su meta, esta vez, con la inestimable ayuda del Consell.
Genial, un aplauso. Poco estamos agradeciendo a este colectivo desinteresado, al que no hacen más que poner zancadillas, el trabajo que hacen porque nuestro patrimonio permanezca ahí. Intacto.
El problema es que, a la hora de la verdad, nadie más se moja y aunque, de cara a la galería, Podemos o Compromís (cuando son oposición) apoyan la moción de una compra pública del viejo cine, la realidad es que hacen falta seis millones de euros (6 veces el presupuesto de cultura de la ciudad) para convertir esta casa de gatos y ratones en un nuevo halo de luz cultural.
La complicada gestión requiere dos utopías que nunca se han dado en esta ciudad:
- Un acuerdo a tres bandas entre el Ayuntamiento, La Diputación y la Generalitat
- La implicación de la ciudadanía en su conjunto.
Es fácil esquivar a cuatro locos nostálgicos con la tesis obvia de que no hay dinero. Pero el resquicio de la «patrimonialidad» del edificio es un argumento sólido al que la plataforma ha sabido aferrarse.
En medio están los detalles más importantes: cómo financiar la compra, presentar un proyecto que satisfaga las necesidades culturales de la ciudad o saber pintarlo como el epicentro de un futuro diferente, enmarcado entre el Principal, el Mercado, el Castillo, Cigarreras, el MACA o la peatonalización de una gran parte del centro de la ciudad.
Eso requiere una visión panorámica del futuro que, hasta ahora, ningún grupo político local ha sabido gestionar. Valencia está lejos, pero quizá se acercaría un poco si en vez de cambiar de idea, y de vías, cada cuatro años, nos centráramos en hacer posible una idea de «culturización» basada en el largo plazo. Hecho que requiere de múltiples acuerdos políticos para utilizar la cultura para dar color al turismo de chichinavo que ahora tenemos, las zonas verdes dispersas o al comercio de proximidad que también lleva años reclamando cambios. Es decir, el manido PLAN CIUDAD que nunca llega… con un enfoque concreto que sea más palpable que el fantasma de la Ciudad de la Luz, o la digitalización que en la práctica no va más allá de una supuesta llegada de macroempresas que, de momento, no han aportado nada concreto a la ciudad.
La política es el arte de convertir las utopías en realidades. El acuerdo suele encontrarse cuando hay predisposición a buscarlo y hay cosas que no dependen de siglas ni de ideas, sino de las coincidencias en la concepción de la ciudad que muchos compartimos aunque tengamos perspectivas de partida muy diferentes.
El Consell ha puesto la segunda piedra. Y aunque solo sea para que no le coma la tostada, el Ayuntamiento y la Diputación deberían estudiar, al menos, las posibilidades que ofrece al futuro contar con el Ideal, ya sea desde la financiación pública, o a través de un conglomerado empresarial que compre un proyecto concreto con visos económicos, culturales, turísticos y comerciales.
Veremos si Barcala y Mazón, esta vez, cogen el testigo y si Ximo Puig, y su PSOE, Ciudadanos y su «rectoría fantasma de la cultura en Diputación y Ayuntamiento», Marzá y sus Compromís(os) electorales y el proactivo Xavier López saben poner el valor esta «proeza» antes de que los propietarios se saquen de la manga otro especulador iluminado.
No es por la cultura, es por Alicante y por su futuro. Y a veces, lo caro sale barato cuando hay un proyecto que sustenta el gasto.
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