La música, y la cultura en general, de Alicante, necesita comunicación. Puntos de partida, vínculos, sinergias, participación conjunta y que sus miembros interesados ayuden a resolver el sinfín de problemas de público, respeto, lugares para tocar, la dignidad y otras muchas cosas a las que todo el que coge una guitarra, o un micro, por estos lares se enfrenta.
Quizá por éso es tan importante vivir iniciativas como las que Maurizio Farci promueve a través de su programa La Hiena: Un recopilatorio de lo mejor que se ha publicado en la Terreta, que termina con un concierto en su guarida (el Jendrix), con pinchada simultánea, y posterior, de los 30 o 40 temas de la selección.
Ahí estábamos el sábado: 4 bandas, una hiena, un tipo con una cámara grabándolo todo, dos representantes de la radio pública de la Comunitat y unos cincuenta curiosos más tratando de buscar respuestas a preguntas que nos pasamos todo el año haciéndonos como: ¿quién tiene la culpa? ¿dónde están las nuevas generaciones? ¿cómo que no hay nada que hacer en Alicante? ¿Qué se cuece en esta tierra? o ¿tan malos somos?
Los flyers que repartieron fueron significativos: «Se ruega silencio (y respeto) a los asistentes». Y eso hicimos, nos callamos y escuchamos a Aukan repartiendo cera con sus bases programadas y sus punteos de guitarra adornando poesías de temas que a tod@s nos atañen como la corrupción, el maltrato animal o los cerebros vacíos que tanto abundan en el mundo. Tras el primer receso, una pincelada de Petten (los conciertos duraban 20 minutos escasos) repasando su recién parido «Bipolar».
Entre los conciertos, aprovechábamos para hablar y conocer gente como el equipo de «Territori Sonor«, de fin de semana por la terreta, Anais de Producciones Baltimore, hablar con músicos, indagar sobre el parecer del público asistente, o saber las impresiones del cicerone de la fiesta.
La Jetee era el único grupo al que no habíamos visto en directo. Así que, atendiendo a unas cuantas recomendaciones, nos pusimos a ver como sonaban en acústico las canciones de «Accidentes y tormentas«. Y no sonó mal la historia, a pesar de que el Jendrix no tiene la acústica del ADDA precisamente. Se notaba que les faltaba la batería y el toque de distorsión que les caracteriza, pero fue divertido y lo suficientemente cortito para quedarnos con las ganas de ver más.
Y para acabar: Monserrat. Les honra bajar al fango porque con una obra sutil como «Navega» deberían estar forrándose enlazando conciertos y divirtiéndose, pero como nos dijo Javier (el alma mater del proyecto), «la cosa está jodida». Así que paladeamos el lujo final. Nos despedimos y deseamos que el año que viene tengamos la sensación de haber dado un pasito más para que el escenario de la música alicantina siga evolucionando hacia un futuro mejor.
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Antonela dice
Muy buen post. Gracias por compartirlo.