Aunque soy consciente de que vivo en una ciudad en la que poca gente tiene a bien halagar tus méritos y aunque, obviamente, me dé pena, he aprendido que lo que escriba en estos tiempos sin pausa, nunca tendrá el valor real que debería o que tuvo en otras épocas.
La verdad, viendo lo poco que, por desgracia, duran los medios culturales a mi alrededor, creo que antes de lamentar el último adiós de un medio del que me declaro fan, debo reivindicar lo difícil que hoy en día es aguantar 10 años llevándoos la actualidad de la cultura alicantina, en un tiempo en el que hemos pasado demasiado rápido del papel, al móvil, del boca a boca a las redes y ahora a un presente de Inteligencias artificiales, fotos sin texto y vídeos que distraen vuestra atención del meollo de la cultura, que no es otro que la crítica social, los eventos y la contribución que la música, el teatro, la literatura o el arte hacen a la rápida transformación del mundo en la que ya no sé si vivimos.
Este no es un texto para victimizar la precariedad del periodista. Más bien, hoy, me gustaría que me entendierais. Porque aunque quejarse no es el fin, creo necesario presentar mis respetos a SEVILLA DISONANTE el día que ha anunciado su cierre.
A la mayoría de vosotros, Sevilla os queda lejos y, no me extrañaría que os importará tres pepinos lo que allí pase. Pero esta publicación (que ha aguantado viva 4 años) era junto a Zarata (en Euskadi), la que más en común tiene con lo que alicantelivemusic.com siempre pretendió. Que no es otra cosa que informar sobre las evoluciones de la escena cultural de un territorio.
Tiraría de refranero, para decir aquello de «cuando veas las barbas de tus vecinos cortar…», porque en ese filo en el que el periodista de hoy sobrevive (como puede), el fin o el cierre de persiana es una posibilidad latente en cada momento. Ya sea porque la gente se acostumbra, porque los tiempos cambian (y llegas tarde) o porque, simplemente, pierdes la ilusión o te cansas de malvivir. Y eso que ellos eran 2… para lo bueno y para lo malo.
Por eso hoy, me voy a permitir el lujo de escribir (alto y claro) que NO LO MERECEMOS. Por que aunque nos hayamos acostumbrado a mirar sólo lo que está pasando ahora, documentar lo que ha ocurrido, predecir lo que puede venir, o criticar lo que se hace mal, es algo NECESARIO. Ya que hacerlo es la base del criterio. Lo que te hace saber si estás mejor, si, en realidad hubo tiempos mejores, o si es posible confiar en que lo que no te gusta cambie.
La realidad no es un disco duro que puedas resetear y reiniciar de cero . Y sin Sevilla Disonante, a lo mejor, Pájaro no vendría por aquí el sábado, o nos hubiéramos perdido la existencia maravillosa de The Milkyway Express, de Lobison, de All La Glory, de Los News, de Califato 3/4, de Casas y la Pistola, de Pinocho Detective y de toda la movida sevillana, que es mucha, buena y variada.
Quitar méritos a algo tan hermoso es casi tan fácil, y tan burdo, como echar de menos al que está muerto. Tengo claro que un adiós de alicantelivemusic.com multiplicaría por 1000 el valor del trabajo que hago, porque os oigo vanagloriar a alacalle (que por algo desapareció hace 15 años), porque he visto llorar en las puertas del Unbuendía, de la Ambrossía o del Pixies, unos meses después de cerrar, o veo como el post del adiós de Sevilla Disonante, tiene más comentarios y likes (o emoticonos de penita) que sus 50 últimas publicaciones.
No lo parecerá, pero aunque no lo sepáis, cada uno de esos artículos tiene un tiempo de trabajo y una importancia que merecería mucha más atención, que muchos de los vídeos de gatitos que os merendáis en Youtube o en Instagram, mientras hay periodistas rebuscando y haciendo lo que, ni siquiera el propio artista (o gestor) hace para que, de alguna manera, os preocupe lo que pasa a vuestro alrededor.
Al final, una persona, o dos, llegan hasta donde llegan. Y como pasa en Alicante, en Sevilla se han acostumbrado a tener una agenda sin pagar, a leer sobre las novedades los viernes, o a menospreciar crónicas y reseñas de mala manera. Y eso, no es que sea triste. Porque uno no empieza a hacer las cosas por dinero sino por pasión. Pero sin él, se va limitando tu imaginación, el crecimiento de tu proyecto y el de otras muchas cosas que no deberían haberse quedado a un lado nunca. Y eso sin entrar en las ansiedades a las que aludían Horacio y José Miguel para justificar el adiós.
Con lo difícil que es encontrar algo fresco que huya del corta-pega generalizado y resulta que ni las salas, ni las instituciones, ni los propios artistas valoran esas reseñas. Porque si lo hicieran, las agradecerían, compartiéndolas, debatiéndolas con una cerveza o pagando por ellas, como se hacía en otras épocas. Ahora, falta tiempo de análisis. Faltan horas de lectura. Falta capacidad de comprensión. Y empatía. Y comunicación. Y pararse a escuchar, y a ver, y a sentir. Que es lo que hace que la cultura y la vida, tengan sentido. La excusa es que no hay tiempo, pero eso es precisamente, lo que hacemos los periodistas culturales: Ahorrártelo, filtrando morrallas, poniéndote en bandeja el plan, y la entrada, y el cuando, y el donde…
Entre medias, aunque quizá tampoco tengáis que saberlo, hay un estrés social derivado de la obligación que nos genera saber más incluso de lo que nuestros cuerpos resisten. Y duermes poco. Y te estresas más. Y te alejas de los que te quieren, y deja de importarte vivir por debajo del umbral de la pobreza… haces mucho por los demás, un servicio público, si me apuras, pero casi nadie hace nada por ti. Y siempre vives en esa encrucijada maldita de tener que innovar, de que no se te noten los días malos, de molestar lo menos posible, mientras cobras poco, tarde y mal (aunque no debería ser así).
Como veis, resistir debería ser un motivo de orgullo. Pero recapitulando, en este tiempo he visto morir «Tremendo Garaje», «Hervir a un indie», «el quinto Beatle», «Teen Spirit»,»Murcia Rock» «Helikeleuke», «La hiena» (y otros 100 programazos alternativos de radio), «Vaho», BeXL, … y podría seguir, y seguir, y seguir… así que dime que más debo sentir, aparte de pena. Por las negativas insensibles de las Instituciones que tenemos en España, por el público desagradecido y porque si ni siquiera el artista es consciente de la importancia de la difusión, de compartir, de ayudar y facilitar… el fin es obvio. El mismo que ha tenido hoy Sevilla Disonante y el que tuvieron el resto de publicaciones y proyectos enumerados anteriormente. Y por ende (y por desgracia) la cultura.
Por eso, hoy no quiero que me ayudes, porque en esta vida, el dinero es la base para muchas cosas, sí, pero no lo es todo. Quiero que reflexiones. Que pienses en un mundo sin todo esto, lo que te hubieras perdido, lo solitario que queda todo sin formar parte de algo, lo que hemos tenido que empeñarnos para que haya carteles decentes, para contribuir a que haya contratación cultural, para que veas que detrás de un festival hay una empresa creativa, que los grupos facturan, que, curiosamente, todo ha dejado de morirse rápido y, junto a nosotros, los proyectos artísticos de Alicante y los festivales siguen cumpliendo 8, 9, 10… años… Y si lo ves, por fin, piensa ahora en lo que deberías hacer tú para que siga vivo, dignamente, muchos años más.
Si, todavía, sigues insensible, entra en ESTE POST de Facebook, lee los comentarios y piensa cuántas veces has agradecido las cosas, has compartido, o le has dado me «apena» a cosas, cuando ya no respiran. Seguro que, entonces, no te parecerá que Sevilla no está tan lejos. Y con un poco de suerte, habremos dado con el valor real que documentar la cultura debe tener.
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