La crítica, entendida como juicio con criterio, tiene como gran dificultad añadida saber excluir el aprecio de la resolución. En muchos casos, este trabajo me ha llevado a perder amistades y tardes enteras justificando adjetivos, matices y párrafos a gente que cree que su obra es mejor de lo que es. Quizá por eso, la mayoría de los «periodistas de hoy» prefiere informar que juzgar.
Por suerte, hay veces, que esa parte agria no es necesaria. Y hasta, como pasó el viernes, me puedo tomar una cerveza previa al showcase con los protagonistas…
Elío y yo no empezamos nuestra relación con buen pie. No creo que podamos considerarnos amigos, pero el tiempo nos ha enseñado a ir respetándonos en esta ciudad en la que ninguno de los dos nacimos y en la que tantas veces es tan complicado (con)vivir. En esa tolerancia sin clausulas, hemos ido encontrando puntos en común ligados a los principios que compartimos. Alguna vez hasta nos hemos tomado cafés hablando de futuros por construir y poniéndonos al día en proyectos que van por el bien de Alicante y de sus músicos.
El problema debe ser mío, porque esa mala primera impresión, la he sufrido con otra gente a la que admiro como Jose Pazos, Las Infrarrojas, una parte de los profesionales del teatro de aquí… y no os voy a engañar, a veces, ese desconocimiento mutuo es un buen punto de partida para recorrer el camino que nos separa, sin necesidad de tirar de la falsedad habitual que aquí gasta la gente con menos talento.
El caso es que me hizo ilusión reencontrarme con Elío, con Lluis, con Ceci, con Miguel y con Dani. La cerveza y la tarta de zanahorias, ayudaron a mezclar los recuerdos de entrevistas de radio, con la ilusión de estrenar disco y todo lo que ello conlleva. Porque el contexto hace que el argumento de una historia tenga más sentido.
Para variar, venía con los deberes hechos. Con el disco nuevo (Ante la perspectiva de un páramo) estudiado. Podía haber ido al concierto de la noche en Confetti, pero me da que no es la única ocasión que voy a tener de verlos en directo. Así que opté por empezar con la versión desnuda de un acústico breve, en el que te toca seleccionar canciones que se adapten al medio y adaptar a esa prueba, tu voz, la guitarra sin efectos, el bajo en acústico, la batería con escobillas, los sonidos del teclado…
Me gustó que para variar, se dieran cita en el bar de la Fnac otros músicos, como el batería de Mailers o Josete Díaz (de Villanueva), con algún gestor y chavalas de menos de 30 que venían a ver el concierto. El último regalo de la media hora, fue poder ver el show con alguien cercano a la banda, que ha vivido en sus carnes el proceso de creación y de transformación en disco, con todo el cansancio y las obsesiones que eso genera.
El concierto fue acorde con la parte comercial del sitio escogido para el ensayo con público. En primera fila una pareja que aguanto una canción. Al resto, más bien, se nos quedó corto el espectáculo.
Hubo fallitos normalizados, nervios gestionados de muchas maneras. Los matices que la práctica hace desaparecer. En medio de esa bendita imperfección, que ese mismo tiempo hará que se valore más el hecho de haber estado ahí, viendo esas canciones que en unos meses, seguramente, suenen en festivales y escenario más grandes de otra manera.
El éxito es un ciclo que depende de saber convivir, de llevarse bien y de dar pequeños, pero consistentes, saltos que vayan transformando un día de inspiración, en la toma buena en el estudio, el disco… y ahora, dejar que todo eso pertenezca al resto del mundo.
Aquí cada uno se apropiará de la letra a su manera. Habrá quien se convierta en copiloto, quien conduzca, o deje que le conduzcan, quien se quite la careta, quien imite la segunda voz, quien pierda el ritmo aunque el alma mater de otro grupo te enseñe la teoría de cómo hay que llevarlo… la subjetividad de alicantinizarlo, se perderá cuando todo este principio viaje por Granada, Murcia, Ponferrada o Donosti. Y críticos con otros criterios metan el disco en las listas que a final de año marcan las tendencias de lo que está por venir.
Me consta que la noche, compartida con Ocean Clusters, también fue bien. Espero que tanto como la historia que Guille Mostaza y El Álamo Shock ayudaron a empezar a escribir.
Yo espero utilizar este prólogo, para que cuando las masas se apropien del páramo, recordar que un día fuimos 20 o 30 personas, experimentando eso que todos los buenos discos necesitan para sonar en muchas casas, coches y escenarios diferentes.
El trabajo del crítico, cuando el producto es bueno, es decirte que merece la pena que lo escuches, primero, y que lo vivas, después. Y estés más o menos de acuerdo conmigo, te costará encontrar muchos LPs mejores en tu recuerdo de lo que fue el 2022.
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