- Lugar: Centro Cultural Mario Silvestre
- desde 30 de septiembre hasta 27 de noviembre
Existe una filosofía del fragmento adherido a la superficie del cuadro: trozos de papel u otros materiales, con su forma propia y cromatismo, en vez de manchas de pintura.
En la etapa inicial del arte de las vanguardias, a esta manera de hacer se la denominó collage. *Fuencisla Francés adopta esta filosofía a través de toda su obra y no es ninguna excepción esta exposición. Sus fragmentos de papel, triangulares, rectangulares u otras muchas formas, oscilan entre el gris y el negro, con la calidad de vidrios más o menos oscuros, a pesar de que a veces dan a colores cálidos, con el consiguiente abandono de su –solo aparente– frialdad.
Los fragmentos inundan sus obras y sus pensamientos adoptan una apariencia parecida, que se muestra en un cuaderno abierto –tanto obra de arte como los grandes formatos expuestos– y a disposición de todos aquellos visitantes que deseen hojearlo; allá surgen como puros grafismos que obedecen a las mismas leyes que los fragmentos materiales sueltos (“hacerse preguntas”, “hilos invisibles”, “intención”, …) asociados a su obra plástica.
Una filosofía del fragmento tiene que ver con la discontinuidad. El mundo se nos manifiesta discontinuo y este rasgo es el que brota a la pintura de *Fuencisla, con sus núcleos que estallan en una muchedumbre de trozos de todas las medidas, que se propagan por el espacio pictórico y, finalmente, se salen para invadir la pared donde se sostiene el cuadro.
También existe otra manera de contemplar su obra: los fragmentos dispersos son atraídos hacia los polos de un campo (o campos) magnético, sujetas al trazado de unas líneas de fuerza invisibles. El campo es una imagen de continuidad, de integración. Aquello que, en principio, se nos muestra como una explosión disgregadora, ahora se presenta bajo la apariencia de un agregado armonioso; es decir, algo que va allá de la mera suma de partes. muy mirado, cada cuadro adquiere la consistencia propia de un sistema. En un intento de profundizar el que representa este carácter, es puede decir que cada obra constituye la expresión de un urbanismo oculto, si por urbanismo entendemos la manera de relacionar las partes en un todo: el plano de una ciudad mental que la pintora aborda con un laborioso esfuerzo que, aun así, se traduce en algo grácil, puesto que la ciudad ultrapasa el cuadro y se expande aéreamente por los campos adyacentes representados por los muros de la sala.
Si se reflexiona sobre esto, se puede decir que se dan movimientos opuestos de las mismas masas. Existe una aspiración en la continuidad, a pesar de que los fragmentos sigan apareciendo cómo tales, sin unión aparente. Ahora bien, el blanco de la superficie es el nexo que los une y los relaciona entre sí. La idea de *contínuum nos remite a un ejercicio del pensamiento humano que, en última instancia, escondería un deseo: la armonía del mundo y de las cosas con nosotros mismos. La pintura de *Fuencisla Francés constituye, en este sentido, una imagen de aquello que anhela el ser humano.
MIQUEL DE RENZI
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