A veces, un partido necesita un cisma para avanzar. Ciudadanos se había convertido en una filial esclavizada por los pactos en una única dirección: la derecha del PP. Y la moción de censura de Murcia, que ha acabado con el posterior terremoto de Madrid, puede ser la primera piedra para lubricar esa bisagra oxidada, y cambiar la tendencia para encontrar una nueva disyuntiva, más parecida a la que asomaba desde Cataluña hace 8 años, que a este supeditamiento al aire vengativo habitual de la derecha española.
Aunque catastrofistas e hijos del patriarcado como Cantó, Hervias o Rivera se enfaden, un partido de centro no puede cerrar a cal y canto la puerta de la izquierda. Es obvio que por programa y, quizá, por filias y por fobias, puede parecer que sí, pero esta escisión de enfrentarse a la corrupción endémica murciana, más que un tiro en la culata disparado por la oportunista Ayuso, aparte de limpiar de vividores de otras épocas afiliados a la profesión de político, el partido, puede abrir un cambio interesante, que unido al movimiento de Pablo Iglesias, puede revitalizar la creencia de que estos dos partidos, que nos vendían el cambio en la política, pueden haber entendido, por fin, como llevar a cabo, cada uno a su manera, ese cambio.
No, no pretendo volver a ser analista político. Pero volviendo a Alicante, quizá ese cambio puede tener un nuevo punto de partida si los naranjas saben gestionar correctamente la dimisión del amigo Toni Cantó.
Ayer, en discursos, en presentaciones, en nombres de nuevas ejecutivas… se echó de menos algo de notoriedad de nuestra provincia, o, particularmente, de la ciudad de Alicante.
Con los cambios en Murcia y en Madrid, Alicante es uno de los pocos «bastiones naranjas» que le quedan al partido de Arrimadas. Aquí tenemos una vicealcaldesa, 5 concejales (la tercera fuerza más votada en 2019) y una vicepresidenta de una Diputación, que, también Gobiernan en coalición con el PP.
No es que sea una hegemonía incontestable, y seguramente si se celebraran elecciones ahora mismo los números serían muy diferentes a los que ahora les hacen fuertes. Pero mientras llegan los comicios, es mucho más de lo que tienen en otros lados (incluido en Valencia).
Estrategias para reivindicar la posición de Alicante, en todo esto, hay muchas: Una, por ejemplo, convertirse en adalides de la queja por ser la provincia a la que el tripartito de Ximo Puig menosprecia (aunque tengamos el 37% de la población de la Comunidad).
La otra, que creo más efectiva, es saber poner en práctica las renovadas posturas de centro buscando acuerdos (o pedazos de tarta) haciendo ver que desde el centro del campo, el partido se puede ver de muchas maneras y que quizá en dos años puede haber muchos replanteamientos y números que hacer para gobernar.
Partiendo de la base que Alicante, no puede permitirse el lujo de esperar dos años para empezar a replantearse cambios en la cultura, en los servicios públicos, en el concepto de turismo o en la forma de rentabilizar el sol y la playa. Ya no sólo por un interés exclusivamente político, sino porque es hora de dejar en evidencia la falta de interés que en Valencia han demostrado demasiadas veces por Alicante.
Muchos creen que este es el final de Ciudadanos, pero ¿Y si Manresa y Parra formaran un frente común para apretar las tuercas al IVC en lo referente a la repartición poco equitativa del presupuesto de Cultura?. ¿Y si la vicealcaldesa empezara a hacerse alguna fotito más en Valencia reivindicando el turismo de aquí?. ¿Y si Llopis, Tormo, Giraldo o Quiles aprovecharan la pataleta del señor Cantó, para activar una forma de oposición constructiva con Alicante como epi»centro»?.
¿No creéis que llevar la voz de esta provincia a donde siempre se le ignora podría generar una visión diferente a mucha gente? ¿No creéis que podría ser beneficioso para el turismo, la cultura, las ayudas que no llegan, los eventos que siempre se celebran en Valencia, los autónomos y comerciantes locales y todo lo que aquí no se puede empezar a hacer porque no hay dinero?
Pues nosotros creemos que sí. Si en Murcia, en Madrid, en Andalucía o en Castilla León, hay cúpulas naranjas con vida propia e independencia, quizá ha llegado el momento de poner Alicante en el tablero. Por lo que dicen las encuestas, tienen poco que perder, tras dos años a la sombra de Barcala, Mazón ó Bonig. Y nadie nos discutirá que poca notoriedad se le está dando a quienes forman parte activamente de muchos gobiernos municipales de la Provincia.
No se trata de romper lo que puede irles bien, sino de transversalizar la vida social y económica de esta provincia. De buscar un salvoconducto al futuro. Al fin y al cabo, eso es el centro y lo que venden en sus programas. Simplemente, se trata de aprovechar el poder que ahora tienen, para gestionar un futuro diferente para ellos, y ¿por qué no? para Alicante.
¿Cómo? amortizando los votos que sacaron en 2019 y tirando de la diplomacia que no han sabido demostrar hasta ahora viviendo a la sombra de la gaviota. Hay vida más allá de las coaliciones y no debemos olvidar que igual que los extremos se reivindican, la posición de centro puede ser un cabo en el que muchos quieran anclar sus barcos en el futuro. Sólo necesitamos pruebas de que el estrinque es fiable y que sabe luchar por Alicante, por su cultura y por un futuro diferente para la política, para el turismo y para la vida del 37% de la Comunidad Valenciana.
Deja una respuesta