Estimad@ interventor-a!
Omito su nombre, aunque no es el único que en esta provincia comete la desfachatez de dejar sin comer a unas cuantas familias por su dejadez. El viernes, volví a reclamar el pago de un trabajo que terminó en julio. Desde entonces, han sido innumerables las llamadas, las excusas, el estrés, los sudores, los enfados contenidos y las lágrimas.
No dudo de su profesionalidad, ni del volumen de trabajo que acumula (como todos) debido a la Covid-19. Seguramente, como nosotr@s, tendrá usted mil razones para quejarse del sistema, de las formas y de esta legislación que hace que parezca que todo el movimiento de los ayuntamientos esté enfocado a grandes empresas con colchón, un asesor financiero, un comercial, una abogada, un secretario que pueda pasarse semanas enteras colgado del teléfono reclamando…
A estas alturas, sabrá, tan bien como yo, que la realidad es otra. Que este país, con Florentinos, Amancios y Ortices al margen, está llena de autónomos, Pymes y proyectos modestos que no se pueden permitir un simple retraso en un pago, porque de él dependen nóminas, hipotecas, alquileres y poder tener comida en el plato.
Es posible que el hecho de que cada día 1 tenga usted su sueldo en el banco, con dos pagas y los aumentos pertinentes, le haga estar desconectado del mundo. Por eso, hoy, le pido, simplemente, un poco de empatía. Irse dos días más tarde de vacaciones no va a cambiar nada, pero ayudará a que mucha gente, como yo, no tenga que cerrar su negocio, pedir un préstamo, sudar la gota gorda o pasar unas navidades sin regalos y con mucho estrés, esperando a que el 10 de enero usted, tenga a bien, firmar un puto papel.
El trámite hasta llegar a su firma es largo y arduo. Quizá como muchos concejales, técnicos y funcionarios, no entienda la importancia de los trabajos pequeños como el que hacemos nosotros. Pero de poco sirven esas partidas, para las que tanto corre, para luces de Navidad, engalanamientos, fortunas para cubrir las necesidades de comerciantes, turistas o vecinos, si luego no hay un trabajo de difusión tan bueno como el que hacemos nosotros.
Antes de que la factura llegue a usted, hemos tenido que convencer a un técnico o al Concejal de turno: hacer la cola del registro, llamar varias veces por teléfono, reunirnos, que los cientos de gestores culturales de la provincia den la cara por nosotros, levantar la voz, agachar las orejas, esperar a que se haga el contrato, a que nos llamen para firmarlo, firmarlo nosotros, buscar el rato para que el técnico y el Concejal lo rubriquen… meses de dolores de cabeza, meses de trabajo y, ahora, meses de espera para cobrarlo, porque usted, última instancia/paso, se va de vacaciones hasta después de Reyes.
Disfrute usted del merecido descanso, pero, al menos, espero que esta carta le toque un poco la fibra, porque el karma es muy caprichoso y tal vez, algún día, sea usted el que necesita una firma, una cita, un segundo de una persona muy ocupada… seguro que le ha pasado alguna vez.
Al fin y al cabo: vivimos en España.
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