Una vez más los bocazas y su falta de respeto se cargaron un concierto en Alicante…
Valorar la suerte de degustar el proceso de construcción de una canción es un lujo que rara vez tienes la suerte de poder vivir. Es verdad que nos han acostumbrado mal con los decibelios de los macroconciertos y que el alicantino medio tiene bien ganada la fama de hablar demasiado alto. También es cierto que el Söda puede ser un bar en el que la gente, a esas horas de un viernes, no está acostumbrada a estar callada y sus fieles parroquianos esgrimirán el argumento de la costumbre para contradecirnos: pero de ahí a la mala educación que supone no respetar a un artista hay un paso abismal.
Nosotros no somos quienes para dar una clase de civismo. La mayoría de los presentes eran mayorcitos para saber, o no, lo que es el respeto, lo que cuesta ponerse delante de una sarta de desconocidos a representar la versión desnuda de, posiblemente, uno de los mejores discos que se han publicado en este país en 2015.
Quizá aquí no sepamos valorar la importancia del compromiso que hace que, aunque hayas tenido un problema personal, vengas a cumplir tu palabra y des un concierto en el bar de unos viejos amigos. Es posible que, los que nunca han tocado una guitarra, desconozcan lo complicado que es que tu voz se imponga al sonido de la resonancia de las seis cuerdas.
Vestirse de moderno, no es lo mismo que serlo y fardar de ser un indie poco tiene que ver con no apreciar lo que el viernes Pablo intentó ofrecernos. Este es el mundo en que vivimos, la realidad en la que el griterío hace que la belleza parezca invisible, el alarido superfluo que sepulta el esmero de las letras de canciones que arrancarían de un plumazo las malas vibraciones acumuladas a lo largo de la semana.
Nosotros, al menos, lo intentamos. Pusimos atención, tratamos de imitar a Mark Ruffalo en Begin Again, imaginar instrumentos volando alrededor del cantante de Maronda, mezclando la representación más simple que escucharemos de «quemando cromo» buscando en su entorno el amplificador de voz, la distorsión, el bajo y la batería que no encontramos. O repartiendo mordazas, a diestro y siniestro, mientras distinguíamos los acordes primarios de «improvisado», alejados del sintetizador que preside la versión oficial del disco. Recordando el concierto del Low del año pasado, o, simplemente, recriminando desgana a los que hace tiempo que se perdieron el placer de saber escuchar.
Nos hubiera gustado agradecer a Maronda, ya que sus 2almas mater estaban allí, el esfuerzo, habernos proporcionado uno de esos lujos que no se prodigan en esta ciudad, al Söda el trabajo de tratar de alegrarnos el día, a Pablo haber venido, a pesar de sus circunstancias personales y habernos brindado la posibilidad de sentir eso que solo se puede escuchar en un local de ensayo, o en la habitación donde el artista compone… pero preferimos pagar nuestras cervezas, respirar el cierre de campaña imaginando cambios y esperar a que si alguno de los maleducados presentes lee esto sienta un poco de vergüenza.
Anónimo dice
La verdad que fue una pena, que el bullicio de los presentes, no nos dejara degustar el concierto "intimo" y cercano que los chic@s del Soda nos habían preparado. Gran llamamiento al civismo el que acabas de hacer… a ver si mas de uno, se da por aludido, y para la siguiente, nos dejan disfrutar de la música y apreciar este tipo de conciertos íntimos, que a algún@s tanto nos gustan.
María.
Jonn dice
Hola María!
A ver si es verdad y conseguimos que se respete al artista y al que quiere escuchar;
Un saludo;
Anónimo dice
buena critica jonn… nos vemos dentro de poco
Jonn dice
Gracias!
Anónimo dice
El personal/encargado del bar, es el que debe velar por la calidad de lo que acontece dentro del propio local. Que hay gente maleducada lo sabemos todos, y la hay en otras partes, otra cosa es que el local que esto suceda así. Menos echar la culpa a cosas abstractas como "la sociedad" o a "la gente" y mas buscar responsables concretos.
Anónimo dice
Yo creo que el soda no es buen lugar para acústicos. En algora fue igual de lamentable el poco respeto de la gente y tb que la gente del bar no hiciera nada para pedir a su clientela que respetara. Tb creo que el equipo de sonido es insuficiente. Un pena pq mola las cosas que programan pero sabiendo lo que hay yo no vuelvo.