Después de romper una lanza por La Ruta de la Madera y por los antros undergrounds, hoy os hablamos del reducto del moderneo alicantino y lo importante que es que la cultura esté empezando a ser una alternativa que se codea con otras modas, más pendientes de emborrachar al personal que otra cosa.
El postureo típico alicantino ha dado una vuelta de tuerca. Se nota en la estética, más cercana al rollo hipster, en el aroma artístico que se respira, en la corriente que tilda el tardeo de «nido de paletos» y en la competición abierta por ver quien abarca más cultura.
Evidentemente, con estos mimbres era de esperar que no tardaran en emerger nuevos medios de comunicación, programadores, cronistas de lo efímero, exrelaciones públicas de antros que venden su alma por dinero y, lo más importante, ric@s, empresas, hosteleros… que empiezan a darse cuenta de que invertir en cultura puede ser algo más que una forma snob de eludir pagar impuestos.
Aquí se acaba la exclusividad y los monopolios. Pero antes de que la ciudad se llene de mediocridades, propuestas por esa gente que piensa que puede hacer las cosas igual de bien que los gestores culturales o los que han sobrepasado la barrera de la prueba/error comiéndose los mocos tantas y tantas veces, hemos decidido hacerle una genuflexión escrita a l@s que han vivido las sombras y han tenido que aguantar, estoicamente, el ninguneo de l@s que ahora se quieren subir al carro.
Este fin de semana, ha sido especialmente activo en cuestiones artísticas. Nos perdimos, por falta de entradas, la final del «Solo ante el peligro» del Clan Cabaret y el Microteatro del Café Garbí, pero nos dio tiempo a ver, por fin, la exposición de los Vikingos del MARQ y el frikismo artístico que ha inundado el castillo de Santa Bárbara de futurismo.
El viernes probamos las delicias y el clima apaciguado de la Máquina de escribir. Benalúa es un barrio por explorar: allí están el taller tumbao y su excelente programación de fin de semana o el Freaks Arts Bar, donde nos tomamos una copa el viernes, intercambiando impresiones en diferentes idiomas y curioseando entre las figuritas de Star Wars preguntando por el mercadillo de segunda mano de la semana que viene, o de qué va eso de la escritura creativa y la pintura con modelo.
Hablando del intercambio de ideas, nos hemos dado cuenta de lo importante que es la opinión de la legión extranjera en el futuro de esta ciudad. Al fin y al cabo, supuestamente, vivimos del turismo y, aunque las paellas y las sangrías se siguen vendiendo bien, hay un sinfín de universitarios europeos que buscan algo más, aparte del trago fácil.

Ellos ven, lo que muchos ciegos de aquí no quieren pararse a mirar. El potencial, la cantidad de artistas por metro cuadrado que hay. El sábado, sin ir más lejos, nos hicimos una ronda de cervezas artesanales, del Shooter al October press, donde estuvimos hablando con Carlos Izquierdo, vimos paredes llenas de trabajos made in Alicante, ojeamos camisetas serigrafiadas, los colores que le faltan a esta ciudad y más gente interesada, y flipada con las lindezas de una tarde en el Maca viendo obras de Sempere, Tapies, Chillida…
La noche acabó con una cena tranquila en La Ambrossia. Ecos del garaje de la semana pasada en el Funtastic sonaban en un modesto paraíso amarillo presidido por una exposición de Javier Veloso y Lorena García, mezclada con brochetas, huevos rotos con bacalao, tostas de atún y solomillo, conversaciones con un pintor emergente y su chica que nos recomendaron un evento llamado Erótica, para el sábado que viene en el Disparate.
Ahora, apetece hablar. Notamos el cambio en que nuestra agenda de conciertos recibe, de media, más de 4000 visitas mensuales, que son, cada vez más, l@s modern@s inquiet@s que ojean cada jueves nuestras recomendaciones… así da gusto. Pero mejorará…
Terminamos con tres reflexiones que nos han hecho mucha gracia este fin de semana.
1. ¿quién necesita Tinder teniendo un filtro tan concreto como un evento cultural? si está aquí, es porque ya tiene más de lo que una maquinita sin criterio puede aconsejarme.
2. La policía ha empezado a hacer su trabajo. Y si viene a vernos es porque nos pasamos con el ruido, no porque no tengamos permisos (un hostelero)
3. En Alicante ya, sólo faltan dos cosas: Jóvenes y patrocinadores, y sobran otras dos: Reggaetones y clientes globalizados.
Peca un pelin de snob el articulo, pero en esencia estoy de acuerdo en todo.
Vivís muy bien y nos estáis enseñando un camino que aunque llevamos muchos años viviendo aquí no creíamos que existiera.
Soy una de esas criticonas que se ha pasado la vida criticando que en Alicante no había nada que hacer, pero este blog me ha callado la boca a base de artículos como este.
Muchas gracias por el trabajo que hacéis y espero que duréis mucho tiempo.
Belén F.