Hoy es el día mundial de la salud mental. Curiosamente, el viernes, Auto Sacramental sacó a la luz una canción con una letra digna de consulta que refleja lo que supone vivir estigmatizado por el hecho de no seguir el camino indicado, o no ser consciente de que te tuerces, o no tener ayuda suficiente para encarar determinadas cosas «normales».
Dos días después, el Ministerio de Cultura galardonaba con el Premio Nacional de las Músicas Actuales 2023 el trabajo de Rodrigo Cuevas por su «singularidad». Él que dentro y fuera de su vida profesional habla abiertamente de Bullyng, de las diferencias y de cómo afrontarlas.
Yo no tengo esa capacidad de influenciar. Pero vivo una continuación de eso que La Red Sanamente y el Espacio Yananá, convierten en convivencia y normalización una vez al año en la KAKV. Curiosamente, bajo la denominación de «Estigma».
Es bueno, creo, ponerle un nombre. Y también es bueno entrar en una consulta de psicología y que cada problema tenga una especialidad, o una forma de diferente de ser tratado. Allí, donde los pacientes tienen miedo de sentirse raros, apuro el café que me he tomado con los tres profesionales (privados) del piso y me apunto una frase lapidaria de la conversación, bueno dos: La primera es que «el 90% de la gente tiene un problema mental y no lo sabe». La segunda, o su continuación, es que «la mayoría se da cuenta cuando su vida se para».
Mis tres compañer@s de café asumen que no todo el mundo que lo necesita puede permitirse unas sesiones para curar sus estigmas. «Quizá convendría educar» – dice una. ¿cómo? – pregunto yo.
– Parando– primero; – aprendiendo a hablarlo – después. – Empatizando desde la consciencia de que todos tenemos temas que tratar, lo que hace que debamos a aprender a escuchar para concienciarnos de que lo nuestro no es algo tan anormal – Es obvio que las riendas de la decisión debería estar en manos de esos políticos que no se ponen de acuerdo ni para lo más simple.
Sin inversión de tiempo y medios es difícil que todos los datos de suicidios (e intentos de…) que copan hoy los titulares de los informativos mengüen. Por eso, desde aquí, me quedo con el apostillado final, que resume a la perfección lo que mi parte de mente enferma, ansiosa e incomprendida, quizá, buscaba: «Igual lo que debería estar de moda, más que el Tinder o el Instagram, que son redes en las que mostramos esas partes buenas que, seguramente, no necesiten difusión, es un instrumento en el que la realidad tenga cabida». Estigma sería un buen nombre. Y yo me apuntaría. La pregunta es si lo haría con mi nombre, o utilizaría un seudónimo. ¿Y tú?
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