Las utopías, a veces, se hacen realidad… y más cuando se acercan las elecciones y la política, y los políticos, cambian el «tocarse la barriga» por los órdagos a la grande.
Nadie esperaba que la última junta del Teatro Principal de Alicante acabara convirtiéndose en una partida de cartas. Todo transcurría por los cauces habituales, y simples, de los acuerdos fáciles: 40.000€ más de dotación por cabeza, pero se evitaron temas con desavenencias prácticas como la nueva dirección, las reformas, o el porqué no hay obras #madeinalicante en la programación… Podemos y el PSOE se ausentaron en protesta porque el alcalde y su equipo de Gobierno había llegado tarde. El Sabadell siguió con su preocupante «silencio diplomático».
Empate técnico a nada, era el titular recurrente, como ha sucedido en los últimos tres años de inmovilismo e inacción. Pero en el turno de ruegos y preguntas, Raquel Tamarit, que una semana antes, en la presentación de la nueva temporada del Arniches, había anunciado la intención de la Generalitat de hacerse con el Cine Ideal, tiró su órdago: «El IVC quiere comprar la tercera parte de propiedad del Ayuntamiento». Alcalde, concejal de cultura, subdirectora y banqueros se quedaron petrificados ante la jugada del bloque de Compromís,
No hubo posibilidad de réplica, porque los representantes del IVC se levantaron y apagaron el Zoom dejando la duda de qué cartas llevaban en realidad, para tal apuesta.
La partida se trasladó a los medios con filtraciones casi instantáneas. Y los que buscan el titular se posicionaron: el Información, como vocero del IVC, y Alicante Plaza dando voz a un Concejal que pretendió hacer ver que, puestos a comprar una parte, ellos comprarían la de la Consellería.
Nadie se preocupó de mirar las cartas. Y en lugar de eso, se inició una guerra sin sentido en redes sociales.
La derecha se apoyó en el manido «en Valencia nos roban«, o en que «El Principal va a seguir siendo alicantino».
Ante el silencio de sus socios del Botanic, Compromís criticó la inacción del equipo de Barcala, el «acomode» de la no regencia y la ausencia de una gestión acorde con lo que Alicante necesita, desde la ironía de una pregunta capciosa «Qué pasa que ¿la Generalitat no es Alicante?«
La política debería tratar de debatir para llegar a acuerdos. Pero, aunque en este caso toda persona, con un mínimo de apego a la cultura, ve que el Teatro Principal lleva años sumido en la más absoluta nada de cumplir expediente envejeciéndose como las obsoletas sillas, los accesos y todos los recovecos que llevan años reclamando una reforma. Los políticos parecen haber vivido en una realidad paralela.
Lo malo es que mucha gente ha entrado al trapo y se ha apresurado en resumirlo todo en una cuestión ideológica de la que, normalmente, sale perjudicada la cultura.
Pero, a diferencia de otras discusiones sin ton ni son, esta vez, si la digestión se gestiona bien, parece que el movimiento puede traer consigo algo bueno.
Las cartas sobre la mesa.
Con tanto debate político baldío, la mayoría de los partidos ha perdido el hilo de las líneas maestras de sus propuestas, pensando que la ideología de sus votantes puede con todo.
Por suerte, aún hay un porcentaje de población que sí que valora los hechos, y los planes estratégicos.
Al fin y al cabo, igual que, en situaciones desesperadas, el pobre busca revoluciones que le acaben dando de comer, los profesionales de la cultura buscamos ideólogos que tracen un futuro común agarrado a las necesidades reales de los diferentes colectivos que conformamos el entramado artístico de esta ciudad.
No es algo sencillo, sobre el papel. Pero es menos complicado que las trabas burocráticas y políticas que atascan nuestro día a día, sin necesidad.
El jueves pasado, en la última junta del Teatro Principal, se acabó el exceso de corrección política que tantas veces ha dejado en situación límite al mundo de la cultura de Alicante. A grandes problemas, grandes soluciones. Y tras casi tres años sin avances, La Generalitat movió ficha a lo grande: «All in. Y si vais a seguir así, queremos comprar vuestra parte del Principal».
Pero ¿Por qué ahora? y ¿con qué argumentos?
Con los números sobre la mesa, este plan que parece un calentón «a la valenciana» es, más bien, todo lo contrario. Ya que la historia del órdago se remonta a la foto de Mónica Oltra delante del Cine Ideal, unos días antes de las últimas elecciones.
El populismo se juega de muchas formas. Y en este caso tuvo un punto ruin prometer la compra del viejo Cine como acicate deliberante. La «mentira» instó a los recién elegidos concejales nacionalistas en Alicante a buscar un hilo conductor entre el relato de su breve (co)mandato en el Ayuntamiento y la afirmación de su lideresa.
Nosotr@s que hemos liderado muchas veces la cruzada contra el desequilibrio de las inversiones de la Generalitat en Alicante, con respecto a Valencia, encontramos un inesperado aliado en la facción alicantina de Compromís. Algo que aunque sorprendente, porque va en contra de los intereses del partido, ha acabado siendo de agradecer.
En estos dos años y pico, ha habido una oposición testimonial. Pero hay un aparte que sí que ha levantado el interés del bloque nacionalista: la peatonalización del eje: avenida Constitución – Plaza Ruperto Chapí – Rambla. Puesta sobre la mesa por Bellido y Mas en la redacción de los últimos presupuestos de la ciudad, en la que, otro dato importante para la historia es que, la partida de cultura volvía a reducirse, una vez más.
Lo que parecía una pequeña victoria, tuvo sentido cuando el recuerdo de la foto de Oltra, se convirtió en una dotación exagerada para los presupuestos participativos de la zona sur de la Comunidad: 20.656.100€ para gastar en propuestas ciudadanas.
Rápidamente, la Plataforma para salvar el Cine Ideal se puso en marcha recopilando firmas, haciendo actos reivindicativos cada mes y confiando en la idea de que lo que el pueblo quiere, se consigue.
Ya os hemos contado la historia del éxito de votos, firmas… y el pasado miércoles 15, sin necesidad de preguntas previas, Raquel Tamarit anunció que la Generalitat iba a comprar el Cine Ideal. Un titular político porque aún no se ha cerrado la recogida de firmas, y fuentes de la familia propietaria del edificio nos ha hecho llegar que, por el momento, nadie les ha solicitado nada.
Pero bueno, la carta es que hay más de veinte millones para gastar y que sumando todas las propuestas, quedaría margen, para, incluso, subir la oferta o la futura inversión posterior.
La estrategia empezaba a destriparse: Peatonalización, compra del Ideal… y la última bomba llegaba el viernes con el Teatro Principal, al que seguramente, iría el resto del sobrante, o una parte de la inversión que nunca llega a Alicante desde Valencia.
La apuesta por Fresca!, la disputa por los permisos para el Oh la Cultura!, incluso el buen hacer en la gestión del Arniches se sepultaron siempre entre retahílas nacionalistas, ante la frustración de un partido que crece en toda la Comunidad, menos en Alicante.
Pero esta bomba estaba calculada lo suficiente para encontrar un espacio en el que el PSOE calla, como ha callado en los más de dos años que llevamos de legislatura, en la que la Concejalía de Cultura iba a quedar con el culo al aire debido a la falta de presupuesto, y a que ha apostado por jugar con los fondos europeos para engendrar otra realidad en el entorno de Cigarreras. Y todo esto, con el alcalde presente y sonrojado, mostrando poca capacidad de réplica.
Esto es política a medio-largo plazo. Una oposición con aires proactivos. O una forma de combinar la ganancia de votos, con el beneficio de Alicante. Porque es obvio que ante esto, el Ayuntamiento sólo tiene una salida: gastarse dinero en el Teatro. Si lo hace, nos echaremos encima preguntando porqué no había dinero hasta antes de ayer, y sino, la Generalitat se apuntará un tanto épico.
Las opciones del Ayuntamiento.
Como, lamentablemente, aceptar una derrota, o compartir las mieles de una buena jugada, no es habitual en la política. A Barcala y a Manresa solo les queda una opción: contrarrestar la derrota en la siguiente mano.
Aquí podríamos hacer acopio de «ya te lo dije»s. Porque durante casi dos años se ha ninguneado la necesidad de una buena gestión apoyada en políticas culturales determinadas. Y todo desde una (infra)financiación de la cultura, por parte del Ayuntamiento y sus presupuestos.
Ahora, al Ayuntamiento, le va a tocar hacer una apuesta estratégica por la cultura a marchas forzadas. Pero, aunque no sean conscientes, llevan un camino andado. Primero porque pueden dar fuste a todo lo bueno que ya hay, encarnado por las gestiones de Las Cigarreras, el MACA y el éxito de Muelle 12.
Luego, por afinidad política, podrían hacer un frente común con la Diputación, que acabe de dar sentido a los inexistentes vínculos entre hitos en el calendario como el Photoalicante, el Abril en Danza, el Circarte, el Festival de Cine, la Feria del Libro, la Muestra de Teatro, el Atiende Alicante, el Plataforma, el Fijazz… con el dinero que sí tiene la Dipu, las bazas de base como el Alacant Desperta, Cultura en Barrios, etc. Y la puesta en valor de esto y todas las iniciativas privadas que requieren una apuesta institucional y de marca, que no ha existido en los últimos 20 años.
Si a esto le unimos la aceleración del desarrollo del entorno de Cigarreras con financiación europea y se adereza con un plan estratégico que ponga en marcha todos los espacios vacíos de la cultura (La Británica, El Cuartel de la Guardia Civil, la Finca de Benisaudet, Las Harineras) y los Centros sociales de los Barrios, la réplica puede acabar con el beneficio de todos los entes culturales de la ciudad.
La pega, según muchos de esos profesionales consultados, es que Manresa no está a la altura para ese complicado cometido. Yo he convivido con 5 concejales de cultura diferentes, y tod@s han tenido los mismos defectos: no valorar el poder real de la cultura y contar poco con los medios y el equipo técnico que tienen a su disposición.
La cercanía de las elecciones es lo más efectivo para hacer correr a un político. Todos sus predecesores han sufrido el mal de tener que sobrevivir entre la infrafinanciación y la inexperiencia. Con dos años en la carrera, uno aprende determinadas cosas y pierde miedos para otras.
Dicen que las derrotas son el acicate del aprendizaje. Lo que cambia la jugada del jueves, es que ya no se trata de no meter la pata, sino de proponer cosas. Si ha estado atento, ya no a lo que yo pueda decir, sino a lo que los artistas, el público y los alicantinos, en general, demandan, quizá deje un legado que tardemos mucho tiempo en olvidar. Aunque el detonante haya llegado, irónicamente, de una bomba lanzada por sus rivales.
Yo, personalmente, dudo de las ideologías. Ya lo sabéis. Y de las siglas. Y de los partidos. Pero creo en las personas y en el éxito de saber colaborar, aunque esa colaboración, en parte, sea obligada.
De esa conexión puede nacer ese futuro que todos llevamos años esperando. Puedes perder un punto, pero hay muchas partidas por jugar. La cuestión es que los que van de farol, casi siempre, quedan retratados. El resto, preferimos acumular buenas cartas para cuando la partida de verdad, se juega. Y, por fin, tenemos un tapete sobre el que jugar.
Esperamos que la partida, aparte de divertida, sea productiva para todos, y todas.
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