Escribo hoy, tras una semana de cine a mi aire, desde la silla que le han puesto a Fele Martínez al lado del Principal. Puestos a escribir un guion, me iría mejor la de Colomo, pero por perspectiva, quería observar las partes por reconstruir del viejo teatro del centro de Alicante. Igual, hasta me sirve de analogía…
Reconozco que nunca se me dio bien hacer crónicas de un festival de cine. Porque mi gusto nunca concuerda ni con el del crítico feroz, ni con el del espectador facilón. Tampoco soy de los que aguantan 6 películas seguidas (y menos desde que fui padre), ni me vuelvo loco por estar al lado de nadie (aunque se apellide Amenabar),
Como en todo, por mera comparación, al principio era crítico con el de Alicante. Pero luego me di cuenta de que la trayectoria importa y los méritos los genera acumular experiencia. Desde mi modesto punto de vista, aunque ha cumplido 20 años, el Festival de Cine de Alicante, aún está en esa intersección entre la necesidad de llamar la atención y el apostar por nuevos valores que dentro de unos años vengan con la cantinela de que «aquí supieron apreciar mi talento antes que nadie«.
El crecimiento ahí está, compartido con otros proyectos que se hacen mayores en esta ciudad, sin que nadie los ponga en valor lo suficiente. Yo me esfuerzo, incluso he creado una página exclusivamente de cine, para ver si entre una cosa y otra, doy con críticos más atinados, hago entender la importancia de la promoción alternativa y de puertas para dentro y comparto con todos estos ideólogos del crecimiento cultural la inevitabilidad de que nos hacemos mayores a la vez, si resistimos, claro. Y, de paso, amalgamamos el criterio que falta, o el rejuvenecimiento de público que se necesita para que el séptimo arte no pase del desuso a la desaparición.
A estas alturas, ya sabréis que ‘Tregua(s)’ de Mario Hernández ha ganado la tesela de oro. Igual hasta os habéis mezclado con los inquilinos de la alfombra roja. Mientras yo, aquí, con la pajarita desatada me pregunto porqué todavía, tanta gente que se dedica al cine, reniega del festival, de Alicante… de esta ruina que no pega mucho con el brillo de debajo de mi culo. O porque un productor no puede tener un aire periodístico, o un director, tampoco, puede hacer crítica del estado del cine, o de producciones ajenas.
Debo reconocer que el trabajo de comunicación ha sido impecable. Han pasado por mi mano críticas, vídeos, fotos, relatos, emociones de gente que forma parte de un jurado, actores que siempre tienen una maleta hecha a mano, y directores que ruedan, que graban que se pelean por sacar de debajo de las piedras cuatro duros para seguir guionizando lo que se les pasa por la cabeza.
Yo comparto el relato. Aquí. Buscando exteriores en espacios que piso todos los días. Imaginando mi película de Alicante, y el lugar que ocupa el festival en él. Pienso en El Cine Ideal que se pudre tras de mi, en las filmotecas, en el Astoria y su vida alternativa en la promesa electoral del alcalde electo. En la media de edad de la gente que no entiende de Marvel, ni de Hollywood… en mi bono del Aana, en Sant Joan, en Pilar de la Horadada, en Alfàs del Pi, en Elche, en Benidorm, en Aspe, en la SEU, en el Aula de Cultura… y se forma un mosaico, con una tesela de oro, un cacho de piedra raída y la ilusión que algunos recuperan imaginando vida en La Ciudad de La Luz.
Sigamos creciendo juntos, discutiendo, hablando más, fomentando más laboratorios, eligiendo qué banda sonora nos pega, qué vestuario nos viene bien y cómo describe el guion la siguiente escena, para ver como llenamos de sillas este paseo sin tuberías.
Quizá así, entre el altruismo de algunos, la inversión de otros y el trabajo de los, y las, interesadas, llenemos, valga la redundancia de amor y olor a nuevo, las salas que conforman el entramado del cine, cuando no estamos de festival.
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