Lo obvio dice que la bicicleta es mucho más sana, menos contaminante, menos ruidosa y más fácil de aparcar que un coche. Una parte del mundo, se ha acostumbrado a combinarla con tarjetas de transporte público para que el humo pase a mejor vida. Pero Alicante, aún, no ha entendido que cuando se rehace una carretera hay que dejar un hueco, pintado en rojo, para que el usuario de las dos ruedas, tenga su opción sostenible de hacer ejercicio para ir al cole, a trabajar o hacer lo que le da la gana.
Antes la excusa eran las cuestas, pero ahora hay motorcitos que rebaten disculpa. Luego el pretexto fueron los horarios, las costumbres mediterráneas, o que eso de imitar a Roglic estaba bien en Amsterdam o en Ljubiana, pero que aquí hacía mucho calor para ir sudando a todos lados.
Claro, la gomina se corre, pero igual, como los malos humos, sobran corbatas y falta modernidad. Y aún sin imaginación afloran ejemplos en Elche, en Valencia o en Aspe, que demuestran que es factible coordinar buses, tranvías, carriles bicis, lanzaderas y conexiones diversas.
Estos días, nuestros políticos, y políticas de izquierdas, sobre todo, lucen tipín y bici flamante, en su manera de hacer campaña por la sostenibilidad. Todo es más sencillo cuando en la ecuación entran plataformas como Alacant en Bici o la PCM – Plataforma per a la Mobilitat Sostenible, que aparte de siglos reclamando que los carriles bici no sean un guadiana de cemento, demuestran cada día las ventajas de pedalear.
Por lo que parafraseando a Fernán Gómez, las bicicletas son para el verano, y en Alicante el estío dura muchos días. Todos ellos ideales, para ponerte en forma sobre dos ruedas.
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