Hay 3 «c»s que han cambiado mi vida en los dos últimos años: el Covid, la Crianza y el Cambio de casa. El virus es una mierda para todos, y los otros dos, al margen del estrés lógico y la falta de sueño, podrían sintetizarse como algo bueno en la vida. Aunque mi vida ahora sea una especie de antítesis de la de Drácula (con lo noctámbulo que yo fui siempre…).
La parte mala, seguramente, es que lo que las tres ces tienen en común, es que arrancan de cuajo una cantidad ingente, e inesperada, de tiempo de mi agenda, normalmente, de la parte del ocio y de la militante en el trozo de trabajo que más me gusta hacer, que no es otro que conectar con el arte, a través de los artistas y lo que sus disciplinas y sus directos hacen fluir. Mucho más en estos tiempos, en los que apetece poco ponerse coronas y utilizar colores vivos. O lo que es lo mismo, con lo que a mi me gusta esa estampación de realidad cruda en una canción, en un cuadro, o en un guion, cuando lo descrito nace de más adentro de esa superficie sin lustre, o de lo superficial.
Con tres vacunas, instalado más o menos y acercándose el tercer cumpleaños de mi retoña, pienso que ha llegado el momento de retomar la nocturnidad, la alevosía, la parte golfa de la cultura y el abrazo re-transformado en choque de puños. Con moderación, por prescripción médica (y de mi mujer), pero intensamente.
Por eso, este vídeo de Vicky me sirve por un lado, para darme cuenta de lo que hecho de menos a sus dos protagonistas, y por otro para agradecer a Adrián, a Gema, a Elena, a la propia Vicky y a todas las personas que en este tiempo de ce(ro)s, me han ayudado a mantener viva una llama que esperamos que rime en asonante con el futuro, mezcle acordes positivos, despierte esas reflexiones que el hastío vírico sepulta y nos vacune a todos contra el déficit de directos vitales, con o sin espectáculo, sin entrada y repartidos por esta provincia en la que, por suerte, mantengo buenas amistades sembradas, aunque, a veces, se me pase regarlas, que no es lo mismo que olvidarlas.
Es curioso lo raro que es echar de menos a alguien estando tan cerca. No sé si a ti, también te pasa… pero con todo lo que se habla de la laboral, habría que darle más bombo a la conciliación social, o en mi caso, a la cultural.
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