Más allá del glamour y los nombres, Alicante Noir nos ha traído la buena noticia del nacimiento de la plataforma LITERATES, una nueva iniciativa cultural centrada en la literatura y pensada para las personas jóvenes de la ciudad.
En la puesta de largo del proyecto, el pasado domingo en el MACA, Marina Pérez, una de las ideólogas, puso en valor el talento de las jóvenes creadoras de Alicante.
Diversas fórmulas, alejadas del costumbrismo «del hombre con bigote y monóculo», han puesto de manifiesto la diversidad que ofrece el consumo de literatura hoy en día. La poesía vuelve a estar de moda, y cada vez hay más jóvenes locales presentando novelas en librerías y espacios alternativos que empiezan a ceder sus escenarios a esas mentes frescas que conciben la literatura de otra manera.
El hábito es el mismo, pero Literates pretende adaptar conceptos vetustos a la vorágine vertiginosa en la que vivimos todos hoy en día. ¿Cómo pasar de las redes sociales al libro? he ahí la cuestión. ¿Se puede pasar del microrelato a la novela? – ¿y del Hip Hop a la poesía? Quizá en estas preguntas haya un buen punto de partida.
Y en él, los otros dos creadores de la iniciativa, Raquel González, profesora de secundaria, y Adrián Mazón, hicieron una defensa de la democratización de las letras. Igual no es necesario aspirar al premio Nobel para pensar en publicar un libro. De hecho, hay mucha gente que busca una simple oportunidad para escribir, o espacios donde compartir una pasión que une a autores, con lectores, con maestros de secundaria, con profesores que imparten talleres o con filólogos que ayudan a que el relato tenga sentido.
El éxito puede ser la consecuencia, pero no el fin. A veces, olvidamos la parte didáctica del asunto. El camino que conduce a acumular criterio suficiente para aspirar a amar la literatura desde dentro y desde fuera. Y eso, como bien expuso la escritora Raquel González: «no es sólo cosa de los colegios». De hecho, eliminada la obligación, nacen otras motivaciones, como ha demostrado el incremento de nuevos lectores derivados de los tiempos de confinamiento.
La pega a la moción…
El punto en el que no todos estamos de acuerdo es en que «no hay una literatura buena o una mala». Que un texto se adapte a las necesidades de alguien que no tiene un criterio literario lo suficientemente desarrollado, no significa que sea válido. A mí me puede emocionar un vídeo de gatitos, pero eso no significa que el vídeo sea bueno, o que pueda considerarlo, por ejemplo, como una película. Son cosas diferentes, y así hay que concebirlas.
Reivindicar lo local, no significa que no se pueda exigir, o que debamos omitir varas de medir, o primar un texto escrito en un tweet, por encima de un clásico. Porque no es comparable, por mucho que a unas personas concretas les haga gracia, ilusión, o les incite a compartir, cosa que, por cierto, también puedes hacer con los libros.
Buscando la ironía, con el marco elegido para la presentación, en la cultura, y en la literatura, no hay blancos y «Noires». Y el potencial de Alicante, a nivel literario, queda de manifiesto en las capacidades de atracción de sus librerías, en la vida de sus bibliotecas, en el número de libros editados por alicantinos, o en apuestas estratégicas de espacios públicos como la SEU o la Casa del Mediterráneo por las letras.
Que haya un determinado ámbito que ignore a los jóvenes, no significa que haya que obviar que en esta ciudad existen diferentes sensibilidades en torno a las letras. Como ha quedado de manifiesto en los encarnizados debates previos a la Feria del Libro, o al propio Alicante Noir.
Excluir no es un buen punto de partida. Ni es algo necesario, aunque se pretenda reivindicar, o poner por encima algo. Y más si es compatible, porque abarcan temas diferentes, pero complementarios, como la formación, la creación de una comunidad, o la concepción final de esa misma agrupación de personas.
Todo suma. Pero hay que tener cuidado con lo que se vende, porque ni todo tiene un precio, ni todo es comprable. Al fin y al cabo, sin crítica, la literatura no tiene sentido. Así que no obviemos una pata importante, no sea que la mesa se descuajeringue antes de tiempo.
Deja una respuesta