No sé lo que os habrán contado, pero en Alicante, los reyes magos son Sta Leonor y como nos hemos debido portar muy bien, ayer nos adelantaron los regalos y nos reeditaron una pequeña parte del mejor festival al que hemos ido este año: el Funtastic.
Seguramente, después de tantos conciertos, no imaginábamos que nuestra última canción en directo del año fuera a ser «el manisero»; El azar tiene estas guindas dulces para agasajar las papilas gustativas de nuestros oídos y como, seguramente, The limboos es uno de los directos más intensos y divertidos que hemos vivido en este, nuestro primer año de vida, pues nos parece lícito sobrellevar con ellos, este tránsito entre el purgatorio de las comidas navideñas y el cielo de un año nuevo y, bastante, ilusionante.
Pero antes de ver a los gallegos, tuvimos el típico mosqueo dominguero con los bares de Alicante y la mala costumbre que tienen de cerrar en «los días del señor» y dejarnos sin preconciertos. Menos mal que nos esperaba una velada musical, que abrió Tumba swing, un monogrupo de contenedor, con una guitarra reciclada de la basura, un ritmo inagotable, casi tanto como el humor negro de sus letras y sus speeches, y una energía contagiosa como los bostezos que se nos escapaban después de cinco días de comilonas y borracheras.

Por un momento, perdimos la noción del tiempo. Quizá llegamos, de repente, al miércoles de noche vieja, o tal vez seguía siendo domingo, o habíamos pasado al lunes… ¿quién sabe? el caso es que el adjetivo «Gran» cuadraba con la noche que estábamos viviendo, por eso, no nos costó mucho pasar de la gran manzana al oeste… dividimos el fuerte stéreo: los indios a un lado y los vaqueros al otro, en medio otro grupo de la ciudad del Turia tocando música surf, mezclada con reggae y las ganas de bailar intactas en mitad de la pista.
El limbo estaba un poco más cerca, y con el «western standart time» sentimos la presencia de Tarantino ideando una nueva banda sonora, con el sudor del ghost cowboy que se desangraba sobre el escenario, nos entraron ganas de tirotear a la rutina con el trémolo del punteo de guitarra mezclado con los ritmos de batería y la coordinación inoculándonos el virus de Dick Dale.

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