Desde el primer sorbo en el vaso rojo con un bigote hipster dibujado, hasta el momento en el que ves el amanecer del lunes en la playa de Levante, sabes que el Low festival es un paréntesis mental en mitad de esta vorágine de monotonía «consumeminutos» en la que solemos gastar parte de nuestras existencias.
La vida no sería lo mismo sin esta buena costumbre de perdernos, la última semana de julio, entre los rascacielos beniyorkinos y, por éso, a pesar de la crisis, renunciamos a minucias prescindibles, para colocarnos una pulsera, disfrazarnos de modernos, ampliar nuestra lista de contactos «pin up» del facebook, poniéndonos al día de la actualidad musical y encontrando motivos para seguir bailando, poner en forma nuestros espíritus y llenar nuestro zurrón de buenos recuerdos, que es lo que, en el fondo, hace que nuestras vidas merezcan la pena.
Como ya tenemos experiencia, de años anteriores, antes de ir al hotel y esas cosas, nos pasamos a ponernos la pulserita para que todo el proceso fuera menos estresante, pero el prefestival fue una continuación de las prisas, que caracterizan nuestra existencia (entre semana), para llegar a tiempo a darnos de bruces con una de esas disyuntivas como la de los libros, que leíamos cuando éramos adolescentes, y elegir entre dos páginas que hacen que nuestro principio de historia sea uno u otro.
Victoria Lennon optó por «El cariño» con el que Modelo de respuesta polar han abarcado una parte de nuestra sala de obras de arte poéticas del 2014. Y los demás fuimos a sudar la mala leche de las muñeiras, que interrumpieron nuestra siesta, celebrando el día de Santiago con nuestro grupo de distorsión gallego favorito: Triángulo de amor Bizarro. A pesar del cambio de look, Isa no ha perdido ese glamour «criptocrácico» que transforma un rayo de sol en una estrella mística que necesita refugiarse en la oscuridad de un principio de noche más que alentador. Debe ser que al grupo coruñés, lo de tocar de día, se le queda pequeño, pero bueno, a nosotros nos vino genial, para marcar una linea entre la semana y un jolgorio que duraría 3 días.
Con la estreleira aún anudada a los oídos, nos fuimos corriendo al escenario Budweiser. Los primeros acordes de Turnedo nos hicieron correr hasta las primeras filas a comprobar que las canas le sientan genial a la poesía de Iván Ferreiro. Y como la madurez, que no vejez, también empieza a formar parte de nuestro paladar, degustamos esa mezcla entre viejos hits, con novedades bailables como «como conocí a vuestra madre» ó el «Bambi Ramone», que nosotros nos tomamos como un homenaje, no oficial, al recientemente fallecido Tommy;
Ya estábamos con ese puntito Lol, cuando la batería de León Benavente empezó a replicar como las campanas que, en la antigüedad, anunciaban que algún lugar cercano estaba ardiendo. Como hienas hambrientas fuimos a dejar claro, en la primera fila, que estábamos allí, dispuest@s a sobrevivir a los graves del bajo, la distorsión y ese sonido de órgano setentero. Y ,claro, a dejar que nos trasladasen a un estado provisional irrepetible.
De repente, el césped del escenario matusalem se transformó en un trampolín sobre el que saltábamos desatados como si pudiéramos tocar el puente más grande que han construido sobre el mar. Si se trata de ser valientes, nos apuntamos (ánimos al margen) y ocurrió así ,que una hora escasa nos bastó para darnos cuenta de que ese iba a ser el mejor concierto del festival. Pasamos de The hives, contamos hasta tres con Abraham Boba y la felicidad generalizada iluminó todo el recinto.
Tan felices estábamos, que no nos dimos cuenta de que el apellido Cost que otros años había acompañado al nombre del festival se había traducido al español más castizo con un sablazo, en toda regla, en los precios de las bebidas. En los tiempos que corren, y con el calor que hace, cobrar 7,50€ por un litro de cerveza es exagerado y no digamos, 2.50€ por un botellín de agua. Y, a pesar de que estábamos anestesiados por el placer que daba escuchar conciertos tan maravillosos, nos enfadamos cuando nos enteramos que los «VIP´´s» pagaban un 20% menos por los tragos. Se ve que algun@ de la organización es fan de los recortes del PP, y ha copiado la mala idea de explotar al máximo al plebeyo y beneficiar al niño de papá. Lo cierto, es que es el único reproche que podemos hacerle a los promotores del evento, pero la crítica ha sido tan generalizada, que no podíamos omitirla.
Aprovechamos que el concierto de The Hives estaba ya empezado para reencontrarnos con nuestros ilustres visitantes norteños. Muchos relacionan Benidorm con las suecas, por éso es divertido ver, que los bikinis yeyés se han convertido en guitarras a ritmo de voces rasgadas. Los suecos siguen teniendo un acento de tiranosaurio cuando intentan hablar en español, y, además, la mayoría de los hipster cumple la estadística de que los jóvenes de aquí no entendemos ni papa de inglés. De ahí, que los speachs interminables de Howlin Pelle Almqvist resultaran algo surrealistas. Éso no fue escollo para que algunos recuperaran la tradición punk de los pogos, y para que comprendiéramos que no había mejor compensación para el cambio de tercio que un «come on» o un «hate to say I told you so».
Nuestra condición de melómanos nos hizo pegarnos otra carrera para ver el final del concierto de Red Blood Shoes. Los de Brighton, recompensaron nuestro esfuerzo con It´s getting boring by the seas, así que los jadeos se convirtieron en aplausos y nos dio tiempo, incluso, a tener un amor fugaz de verano con Laura -Mary Carter, corroborando que: lo bueno si breve, dos veces bueno.
A eso de la una, la deriva nos llevó hacia el escenario Budweiser. Aún no sabíamos el precio de esta agonía emergente, pero cedimos el timón a Pucho y nos dejamos llevar por su voz hacia esos lugares recónditos a los que sólo Vetusta Morla sabe trasladarnos.
Los madrileños han variado su puesta en escena y han hecho una fuerte apuesta con su nuevo disco, que, como todas las que hicieron antes, han ganado. Su ya, de por si, meteórica trayectoria, les ha encumbrado como líderes de este movimiento alternativo que lleva años fraguándose en la península. Nos congratula ser testigos presenciales de ese éxito,sentirnos en cada acorde gourmets del resplandor con el que todas sus frases iluminan nuestros cerebros y gregarios de lujo en esta larga carrera, hacia un mundo mejor, en el que las novedades tienen cabida y los viejos hits, como los buenos recuerdos, se transforman para casar mejor con la realidad que ahora vivimos.
Dejarse llevar sigue sonando demasiado bien, las alturas han dejado de darnos miedo, seguimos hablando para no irnos, bebiendo para no ver lo que no queremos mirar y asimilando que el día en el mundo se ha convertido en 7años de dosis de alegrías degustadas al ritmo que el indio pone con su batería y las altas dosis de ficción se materializan en el momento en el que tus ojos se cierran y las letras mueven tus pies, haciendo un maridaje perfecto de soledades, ganas de besar en la mejilla a quien te acompaña o dar saltos que evidencian que, aunque no lo digamos, acompañarnos, mientras esperamos la llegada del hombre del saco, es la mejor manera que hemos encontrado de decirnos «te quiero».
Parecía imposible que nada, ni nadie pudiera superar esa sensación, pero, de repente, apareció Belako y tomó el relevo en el propósito de contribuir a que este mar de confusiones se transformara en un «Beautiful world». A nosotr@s no nos hacen falta crónicas de la Rolling Stones, hace años que descubrimos que a Lore, Iosu, Cristina y Lander, los gaztetxes se les habían quedado pequeños. Los de Mungia son la personificación de aquel anuncio de los Jasp, ya sabéis: jóvenes, aunque sobradamente preparados. Basta escuchar «sea of confusion» o «haunted house», para saber que la belleza es un don reservado a los oídos que saben apreciarla, o a los pies que a esas horas son capaces de seguirla cuando se transforma en música.
Como no eran horas, el nenico no salió a cantar «eurie», pero sí dio tiempo a que nos hicieran su particular versión, de la versión de «Sinnerman» que Felix da House cat hace del temazo de Nina Simone y para que nos acabaran de deleitar con alguno de los nuevos singles que han publicado este año.
Esperamos que en próximas ediciones la organización les recompense con un escenario a la altura de lo que se merecieron el viernes.
Estábamos tan a gusto que se nos olvidó el concierto de Holy ghost! y mientras digeríamos la emoción, con los restos de la última cerveza, empezamos a escuchar como Deu Txakartegi le daba una lección al cantante de The Hives de como se hace un monóllogo por estos lares, con un adecuadísmo: «el que no haya venido a bailar que se vaya a su puta casa». Así que siendo el primer día y viendo que ninguna chica nos iba a besar sin pedírselo por favor, decidimos abrir los brazos, balanceándonos y abrazar la música de We are Standard. A estas alturas hemos renunciado a que nos toquen el «waiting for my man» pero, ya no hace falta. El repertorio de los de Getxo es suficientemente completo: desde el mítico, ya, «the last time», hasta el 7.45, pasando por alguna versión de the who pusieron la guinda a un día casi perfecto en el Low…
L@s más golf@s acabaron la jornada bailando a ritmo de los temazos que pinchaban The magicians, mientras nosotr@s nos retirábamos a tiempo para soñar con un sábado, al menos, igual de bueno.
La crónica del segundo día AQUÍ
Anónimo dice
Gratamente sorprendido con vuestra pluma.-:)
Que sea la primera de muchas crónicas
Tmm
Anónimo dice
Genial esta primera crónica dl blog y dl primer dia dl Low!!! Comparto momentazo: geniales los jovencísimos Belako!!! y tb crítica: carísima la bebida. Ansiosa x leer las cronicas dl sbdo y dmingo!!!
Saluos
Mónica
Anónimo dice
Sin duda la descripción ´+completa